El ministro de Relaciones Exteriores de Montenegro, Igor Luksic, de 39 años, el más joven de los candidatos, fue el primero en comparecer y se presentó como el representante de “un país pequeño pero orgulloso, con una historia tumultuosa”.
Visiblemente nervioso, habló alternativamente en inglés y francés sobre los desafíos actuales (terrorismo, refugiados, desarme, derechos humanos, etc.), y luego agradeció a los diplomáticos presentes en todas las lenguas oficiales de la ONU. Francia insiste en que el jefe de la ONU hable, mucho o poco, la lengua de Molière.
El presidente de la asamblea, Mogens Lykketoft, había recordado un poco antes que se trataba de la primera experiencia de este tipo en la historia de la ONU.
Lykketoft dijo que las prioridades del nuevo secretario general debían ser la lucha contra el cambio climático, la promoción de la paz, incluida la necesidad de “ejercer presión sobre las grandes potencias” y una “reforma” de la ONU.
Ban Ki-moon deja sus funciones al final del año, tras dos mandatos de cinco años.
Cuatro hombres y cuatro mujeres están por el momento entre los aspirantes pero ninguno tiene apoyos unánimes.
Entre los favoritos figuran la directora de la Unesco, la búlgara Irina Bokova, la ex primera ministra de Nueva Zelanda Helen Clark, quien dirige el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y el ex alto comisario de la ONU para los Refugiados, el portugués Antonio Guterres.
El expresidente esloveno Danilo Türk y cuatro ministros o exministros de Relaciones Exteriores de países de los Balcanes –Vesna Pusic (Croacia), Natalia Gherman (Moldavia), Srgjan Kerim (Macedonia) e Igor Luksic (Montenegro)– completan la lista.
Las audiencias tendrán lugar en tres días consecutivos. Cada candidato dispondrá de dos horas para exponer sus planes y responder a las preguntas, primero de los representantes diplomáticos y luego de las organizaciones de la sociedad civil por videoconferencia. Estas propusieron cerca de mil preguntas provenientes de 70 países, que finalmente fueron condensadas en unas treinta.
Tras la presentación de Luksic, fue el turno de Bokova, que dijo que las Naciones Unidas debían combatir más intensamente la violencia contra las mujeres y subrayó la importancia de la igualdad de género.
Bukova, de 63 años, y candidata preferida de Moscú, quiso evitar a toda costa cualquier controversia y buscó presentarse como la candidata de la continuidad que servirá a todos los Estados miembro.
Sobre el conflicto israelo-palestino dijo que buscaría “construir confianza y seguridad” entre las partes, pero que en muchos temas complejos no tenía la receta mágica.
Negociaciones a puertas cerradas
La elección del jefe de la ONU es objeto desde hace setenta años de negociaciones a puertas cerradas entre los 15 países miembro del Consejo de Seguridad, y en primer lugar de los cinco miembros permanentes (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China y Francia).
La asamblea general impuso esta vez un procedimiento más transparente, como si se tratara de un alto ejecutivo: carta de aspiración, CV y declaración de fe y, finalmente, un discurso ante diplomáticos de los 193 países miembro.
Pero la última palabra la tendrán los cinco grandes. A partir de julio, las potencias se reunirán para una serie de votaciones secretas, antes de presentar un nombre a la asamblea general, que deberá ratificar a un candidato en septiembre.
Pero según Lykkedoft, “si hay una masa crítica de países que apoyan a un único candidato, no creo que el Consejo de Seguridad presente un nombre diferente”.
La tradición indica que el próximo secretario general sea de un país de Europa del Este, la única zona geográfica que aún no tuvo un representante en el cargo. Eso explica la abundancia de candidatos de esa región. Rusia insiste en esto, pero no es una obligación legal.
Asimismo ha comenzado a abrirse paso la idea de que finalmente una mujer asuma un cargo que hasta ahora solo han ocupado hombres.
Pero todo dependerá de las negociaciones y concesiones entre las cinco grandes potencias. Además, en los próximos meses aparecerán otros candidatos. En ese sentido, se mencionan los nombres de la comisaria europea Kristalina Georgieva, una búlgara, y de la ministra argentina de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra, ex jefa de gabinete de Ban Ki-moon.
Visiblemente nervioso, habló alternativamente en inglés y francés sobre los desafíos actuales (terrorismo, refugiados, desarme, derechos humanos, etc.), y luego agradeció a los diplomáticos presentes en todas las lenguas oficiales de la ONU. Francia insiste en que el jefe de la ONU hable, mucho o poco, la lengua de Molière.
El presidente de la asamblea, Mogens Lykketoft, había recordado un poco antes que se trataba de la primera experiencia de este tipo en la historia de la ONU.
Lykketoft dijo que las prioridades del nuevo secretario general debían ser la lucha contra el cambio climático, la promoción de la paz, incluida la necesidad de “ejercer presión sobre las grandes potencias” y una “reforma” de la ONU.
Ban Ki-moon deja sus funciones al final del año, tras dos mandatos de cinco años.
Cuatro hombres y cuatro mujeres están por el momento entre los aspirantes pero ninguno tiene apoyos unánimes.
Entre los favoritos figuran la directora de la Unesco, la búlgara Irina Bokova, la ex primera ministra de Nueva Zelanda Helen Clark, quien dirige el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y el ex alto comisario de la ONU para los Refugiados, el portugués Antonio Guterres.
El expresidente esloveno Danilo Türk y cuatro ministros o exministros de Relaciones Exteriores de países de los Balcanes –Vesna Pusic (Croacia), Natalia Gherman (Moldavia), Srgjan Kerim (Macedonia) e Igor Luksic (Montenegro)– completan la lista.
Las audiencias tendrán lugar en tres días consecutivos. Cada candidato dispondrá de dos horas para exponer sus planes y responder a las preguntas, primero de los representantes diplomáticos y luego de las organizaciones de la sociedad civil por videoconferencia. Estas propusieron cerca de mil preguntas provenientes de 70 países, que finalmente fueron condensadas en unas treinta.
Tras la presentación de Luksic, fue el turno de Bokova, que dijo que las Naciones Unidas debían combatir más intensamente la violencia contra las mujeres y subrayó la importancia de la igualdad de género.
Bukova, de 63 años, y candidata preferida de Moscú, quiso evitar a toda costa cualquier controversia y buscó presentarse como la candidata de la continuidad que servirá a todos los Estados miembro.
Sobre el conflicto israelo-palestino dijo que buscaría “construir confianza y seguridad” entre las partes, pero que en muchos temas complejos no tenía la receta mágica.
Negociaciones a puertas cerradas
La elección del jefe de la ONU es objeto desde hace setenta años de negociaciones a puertas cerradas entre los 15 países miembro del Consejo de Seguridad, y en primer lugar de los cinco miembros permanentes (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China y Francia).
La asamblea general impuso esta vez un procedimiento más transparente, como si se tratara de un alto ejecutivo: carta de aspiración, CV y declaración de fe y, finalmente, un discurso ante diplomáticos de los 193 países miembro.
Pero la última palabra la tendrán los cinco grandes. A partir de julio, las potencias se reunirán para una serie de votaciones secretas, antes de presentar un nombre a la asamblea general, que deberá ratificar a un candidato en septiembre.
Pero según Lykkedoft, “si hay una masa crítica de países que apoyan a un único candidato, no creo que el Consejo de Seguridad presente un nombre diferente”.
La tradición indica que el próximo secretario general sea de un país de Europa del Este, la única zona geográfica que aún no tuvo un representante en el cargo. Eso explica la abundancia de candidatos de esa región. Rusia insiste en esto, pero no es una obligación legal.
Asimismo ha comenzado a abrirse paso la idea de que finalmente una mujer asuma un cargo que hasta ahora solo han ocupado hombres.
Pero todo dependerá de las negociaciones y concesiones entre las cinco grandes potencias. Además, en los próximos meses aparecerán otros candidatos. En ese sentido, se mencionan los nombres de la comisaria europea Kristalina Georgieva, una búlgara, y de la ministra argentina de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra, ex jefa de gabinete de Ban Ki-moon.