El rey de Arabia Saudí, el primer exportador de petróleo del mundo y un país clave en Oriente Medio, tras la muerte del rey Abdalá.
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El Rey Abdalá |
Un presentador anunció en la televisión estatal a la 01H00 del viernes (22H00 GMT del jueves) la muerte del soberano de unos 90 años -se desconoce su fecha de nacimiento exacta- que reinó oficialmente durante una década pero manejaba las riendas del poder desde el ataque cerebral sufrido diez años antes por su medio hermano, el rey Fahd.
Aquejado de una pneumonía, Abdalá, llevaba ingresado desde el 31 de diciembre en Riad, aunque su avanzada edad y las numerosas hospitalizaciones alimentaban los rumores sobre el futuro del reino saudí.
Su hermanastro Salman, de 79 años, nombrado príncipe heredero en junio de 2012, le sucederá en el trono, mientras que Muqrin, otro hermanastro de Abdalá, se convierte en el nuevo príncipe heredero.
"Seguiremos, con la fuerza de Dios, en el camino recto que este Estado ha seguido desde su creación por el rey Abdelaziz Ben Saud", afirmó el nuevo monarca en un mensaje televisado.
Asimismo, designó como segundo príncipe heredero a Mohamed Ben Nayef, hasta ahora ministro del Interior, y nombró titular de Defensa a uno de sus hijos, Mohamed Ben Salman.
Los precios del petróleo cotizado en Nueva York registraron una fuerte subida tras el anuncio de la muerte de Abdalá.
En los últimos años, Arabia Saudí encabezaba los países que lucharon por mantener en su nivel actual la producción petrolera de los países de la OPEP, a riesgo de acelerar la caída de los precios del crudo (-50% desde junio).
Sin embargo, en Davos, el economista jefe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), Fatih Birol, dijo que no espera un "cambio significativo" de la política energética del país.
Abdalá mantuvo la primera potencia petrolera mundial a resguardo de las crisis del mundo árabe, pero también defraudó las expectativas de los reformistas, sobre todo en lo que se refiere al papel de las mujeres en la sociedad.
Caracterizado por su espeso bigote y perilla negra, el monarca ejercía una fuerte influencia en la política regional.
Frente al creciente poder de los movimientos islamistas radicales, Arabia Saudí se convirtió en un importante apoyo de Abdel Fatah Al Sisi, actual presidente egipcio, tras el derrocamiento del islamista Mohamed Mursi.
También jugó un papel clave en el apoyo a la oposición del presidente sirio Bashar Al Asad, autorizando el entrenamiento de combatientes rebeldes en su territorio a cargo del ejército estadounidense.
El rey será enterrado este mismo viernes después de las oraciones de la tarde y los saudíes han sido invitados a rendir pleitesía al nuevo rey y al príncipe heredero en el palacio real.
Las reacciones de este aliado de Washington y de los occidentales en la lucha contra los yihadistas de Estado Islámico y Al Qaida no tardaron en llegar.
El presidente Barack Obama le rindió tributo como un "valioso amigo" y como un líder "sincero" que dio pasos valientes tras el objetivo de lograr la paz en Medio Oriente.
El mandatario francés, François Hollande, rindió homenaje a un estadista con una "visión de una paz justa y estable en Oriente Medio".
Por su parte el expresidente israelí Shimon Peres declaró que su muerte era una "verdadera pérdida para la paz" en la región, en referencia a la iniciativa de paz saudí de 2002 para Israel y Palestina, convertida en una referencia, según la Liga Árabe.
Incluso Irán, un país chiita, presentó sus condolencias a pesar de años de tensiones.
El jefe de la diplomacia iraní, Mohamed Javad Zarif, así como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan y el rey Abdalá II de Jordania, participarán en los funerales.
Numerosos saudíes dieron su último adiós al monarca en internet, aunque algunos activistas de la libertad de expresión y de los derechos de las mujeres fueron más críticos.
En un país donde los medios oficiales están estrictamente controlados, internet ofrece un espacio de libertad a los saudíes, si bien la red no está exenta de vigilancia, como demuestra el reciente arresto del bloguero Raef Badaoui, condenado a 1.000 latigazos y diez años de prisión por "insultar al islam".
"Que Dios lo perdone y tenga piedad de él", retuiteó la cuenta del bloguero tras la muerte del soberano.
AFP