Artem Gorodilov observa atemorizado su posible destino bajo sus pies. Zarandeado por sus secuestradores, que le han obligado a subirse a un coche y viajar hasta el cementario local de Kamensk-Uralsky (distrito de Sverdlovsk), es sometido entre insultos y amenazas a un juicio nocturno por ser homosexual y difundir propaganda gay a través de internet.
Su posible condena la tiene ante sus ojos. Sus captores le obligan a situarse sobre la tumba de otro joven homosexualque se había suicidado meses atrás por culpa de las vejaciones de este grupo.
La fiesta neonazi en el cementerio continúa cuando la banda arranca una gran cruz de madera de una de las tumbas cercanas y obliga a Gorodilov a caminar con ella mientras es perseguido por el mismo coche al que le obligaron a subir. Semanas después, y pese a ser denunciados, los mismos miembros abordan al activista en un parque y le arrojan un vaso de plástico que contiene orina. Ambos ataques se cuelgan en internet para regocijo de sus protagonistas en actos que ellos mismos denominan como «movimientos civiles que luchan por los pecados de la sociedad».
Esta terrible agresión es sólo una de las pruebas palpables de la gravísima situación que viven los gays en Rusia tras aprobarse la ley que prohíbe la llamada «propaganda homosexual», una forma eufemística de censurar cualquier actividad pública de reivindicación y defensa de los derechos de este colectivo. La inacción del Gobierno permite que estos ataques se produzcan de forma impune, a plena luz del día y en zonas muy transitadas, ya que el 84% de la población también está en contra de otorgarles derechos según un reciente estudio.
Impera la ley del silencio, roto sólo a través de la Red, donde este grupo sube material audiovisual con las pruebas de sus ataques. Jóvenes acosados en parques, que acuden a las citas engañados a través de internet, para después ser golpeados y humillados. También les aleccionan obligándoles a beber orina metidos en una bañera y sujetando un pene de goma. Otro chico cumple con sus órdenes y limpia un baño, se pone un preservativo en la cabeza y sale a la calle con él tras recibir patadas en el culo. Incluso, en uno de los vídeos, los miembros del grupo golpean a un joven discapacitado que suplica clemencia mientras su semblante rezuma terror.
El colectivo «Spectrum Human Rights Alliance» ya ha denunciado la muerte de un un joven uzbeko por las heridas recibidas en el óblast ruso de Sverdlovsk, «sin que al parecer nadie haya presentado ninguna denuncia ni se haya producido detención alguna, pese a que los agresores actuaron a cara descubierta».
Según distintos portales, se trata del mismo joven que semanas antes aparecía en varias fotografías de rodillas, en calzoncillos, sujetado por el pelo por dos hombres, cubierto de lo parecía pintura y con un juguete sexual en las manos. Junto al chico, apoyado en un mueble, un bate de béisbol. Los dos agresores posaban sonriendo ante la cámara. Poco después se difundían otras fotografías del mismo episodio, en la que aparecían más agresores.
El espíritu olímpico, en jaque
Numerosas organizaciones han elevado sus protestas y han pedido a la comunidad internacional que detenga la barbarie homófoba que lidera Putin. Sin embargo, Moscú ya ha asegurado que mantendrá su ley «anti-gay» incluso en los Juegos de Sochi 2014, una prioridad del país para transportar al extranjero una imagen de Estado moderno con infraestructuras de primer nivel. «Nadie está prohibiendo que un atleta con una orientación sexual no tradicional venga a Sochi. Pero si sale a la calle y empieza a hacer propaganda, entonces claro que tendrá que hacerse responsable», señaló el ministro de deportes Vitaly Mutko.
Los extranjeros que quebranten la ley pueden ser deportados de Rusia, además de ser multados con hasta 100.000 rublos (2.270 euros) o ser detenidos durante 15 días. Algunos atletas homosexuales, como el patinador Blake Skelierup, se han mostrado muy preocupados por su seguridad en las Olimpiadas de invierno, mientras queel COI se limita a asegurar que trabaja «para garantizar que los Juegos puedan desarrollarse sin discriminación para los atletas, trabajadores, espectadores y medios de comunicación»
Barack Obama advirtió esta semana que «no tiene paciencia» para países como Rusia, «que intimidan y maltratan a gays y lesbianas», y espera que los Juegos se lleven a cabo libres de discriminación. Sin embargo, todavía no se ha hecho una condena oficial por parte de ninguna institución y jóvenes homosexuales rusos como Artem Gorodilov siguen enfrentándose al silencio condenatorio que les rodea en su propio país.
Fuente: abc.es