Cerca de 1,5 millones de musulmanes de todo el mundo confluyen esta semana en Arabia Saudí para realizar la peregrinación a La Meca, uno de los cinco pilares del islam. El ritual, conocido como hach en árabe, constituye tanto una prueba de logística para el país anfitrión como una muestra del peso de una religión que siguen 1.600 millones de personas. Sin embargo, este año las obras de ampliación de la Gran Mezquita y la amenaza del coronavirus MERS han obligado a reducir el número de asistentes que el año pasado alcanzó los 3,2 millones, incluyendo los propios saudíes.
El Corán dice que todo musulmán física y financieramente capaz debe hacer el peregrinaje al menos una vez en su vida. En tanto que responsable de la custodia de los santos lugares, el Gobierno de Riad concede cuotas de visados de acuerdo con el número de musulmanes de cada país. Según datos oficiales, este año los permisos han disminuido un 20%. Pero además, muchos países han pedido a ancianos y enfermos que no hicieran el viaje debido al riesgo de contraer el MERS.
De momento, los responsables saudíes han asegurado que no se ha producido ningún caso de contagio entre los peregrinos. Sin embargo, en lo que va de año Arabia Saudí ha contabilizado 51 de los 60 casos mortales que se han dado en todo el mundo. Pero el mayor riesgo, que también se ha evitado, son las enormes aglomeraciones. Sendas estampidas en 1990, 2004 y 2006 dejaron centenares de muertos. De ahí, el esfuerzo por agrandar y modernizar las infraestructuras.
Hoy, se ha iniciado la etapa final del hach, con la llamada lapidación del demonio. Este gesto simbólico, que coincide con el primer día de la Fiesta del Sacrificio (Eid al Adha), recuerda el pasaje bíblico en el que Abraham resistió a Satán que intentaba disuadirle de que sacrificara a su hijo Ismael como le había pedido Dios. Finalmente, cuando el patriarca se disponía a ejecutar la orden divina, apareció un cordero que mató en lugar del muchacho. De ahí que hoy en todas las comunidades musulmanas del mundo sea tradición sacrificar un animal para agradecer la bondad del Altísimo.
El Corán dice que todo musulmán física y financieramente capaz debe hacer el peregrinaje al menos una vez en su vida. En tanto que responsable de la custodia de los santos lugares, el Gobierno de Riad concede cuotas de visados de acuerdo con el número de musulmanes de cada país. Según datos oficiales, este año los permisos han disminuido un 20%. Pero además, muchos países han pedido a ancianos y enfermos que no hicieran el viaje debido al riesgo de contraer el MERS.
De momento, los responsables saudíes han asegurado que no se ha producido ningún caso de contagio entre los peregrinos. Sin embargo, en lo que va de año Arabia Saudí ha contabilizado 51 de los 60 casos mortales que se han dado en todo el mundo. Pero el mayor riesgo, que también se ha evitado, son las enormes aglomeraciones. Sendas estampidas en 1990, 2004 y 2006 dejaron centenares de muertos. De ahí, el esfuerzo por agrandar y modernizar las infraestructuras.
Hoy, se ha iniciado la etapa final del hach, con la llamada lapidación del demonio. Este gesto simbólico, que coincide con el primer día de la Fiesta del Sacrificio (Eid al Adha), recuerda el pasaje bíblico en el que Abraham resistió a Satán que intentaba disuadirle de que sacrificara a su hijo Ismael como le había pedido Dios. Finalmente, cuando el patriarca se disponía a ejecutar la orden divina, apareció un cordero que mató en lugar del muchacho. De ahí que hoy en todas las comunidades musulmanas del mundo sea tradición sacrificar un animal para agradecer la bondad del Altísimo.