Es una tarea que se ha hecho más compleja por “verificaciones de hechos” ficticias, que amenazan con socavar la confianza en este tipo de trabajo. El mes pasado, al menos 46 personas murieron cuando un edificio residencial de la ciudad ucraniana de Dnipró fue alcanzado por un misil de crucero ruso Kh-22, según afirman funcionarios ucranianos y expertos.
El que se hizo contra el edificio de nueve plantas se convirtió en uno de los ataques más mortíferos en Ucrania desde la invasión rusa. Pero los propagandistas prorrusos ofrecieron una hábil contranarrativa que desviaba la culpa de Moscú. Un portal web llamado “War on Fakes”, que difunde lo que los expertos consideran propaganda rusa, afirmó en una “exclusiva” que el edificio había sido destruido por un misil de defensa antiaérea ucraniano.
Al igual que los verificadores de hechos profesionales, utilizó imágenes con la palabra “falso” estampada en letras rojas en negrita junto con material de código abierto, incluyendo un video y un gráfico que utilizaba una trigonometría compleja para presentar su caso. “Desde la invasión rusa, la iniciativa ‘War On Fakes’ se ha convertido en un motor de difusión de falsos desmentidos”, explica a la AFP Roman Osadchuk, del Laboratorio de Investigación Forense Digital del Atlantic Council.
“Herramienta efectiva”
“War On Fakes”, cuyo canal de Telegram cuenta con cientos de miles de suscriptores, se autodenomina “objetivo” e “imparcial” y afirma combatir la “guerra de información lanzada contra Rusia”. No nombra a sus autores y sigue sin estar claro quién está detrás del proyecto, lanzado el año pasado poco después de la invasión, pero entre sus amplificadores hay actores pro-Kremlin, incluidos ministerios y embajadas rusas.
“Es una herramienta efectiva de propaganda estatal y desinformación”, dijo Osadchuk. “Funciona sobre todo porque el fact-checking suele servir a los lectores como fuente ‘autorizada’ para buscar ‘información objetiva’”. Campañas similares de pseudo fact-checking han aparecido en la televisión estatal rusa, que emite un segmento llamado “AntiFake”, así como un canal de Telegram pro-Moscú llamado “Fake Cemetery”.
Estos y otros agitadores prorrusos han utilizado pseudocomprobaciones de hechos para desacreditar informes de medios de comunicación occidentales, incluida la AFP, sobre múltiples incidentes en el conflicto. Entre ellos figuran las matanzas en el suburbio kievita de Bucha, donde se descubrieron cientos de cadáveres tras la expulsión del ejército ruso el pasado marzo, y el bombardeo de una maternidad en la ciudad portuaria de Mariúpol, capturada por Moscú tras un largo asedio.
algunos Estados, incluyendo Rusia, tienen una “larga tradición en el uso de técnicas del tipo fact-checking como parte de sus esfuerzos propagandísticos”, declaró a la AFP Martin Innes, director del Instituto de Innovación en Seguridad, Delincuencia e Inteligencia de la Universidad de Cardiff. “En lugar de limitarse a sembrar la desinformación, suelen emplearse para intentar desmentir las afirmaciones del adversario o para sembrar la duda sobre la veracidad de las afirmaciones del adversario”.
“Socavar la confianza”
El secuestro del formato fact-checking ha intensificado lo que los analistas denominan la guerra de la información en torno a la invasión, planteando nuevos retos a los auténticos buscadores de desinformación. “Las falsas verificaciones de hechos amenazan con socavar la confianza en los medios de comunicación creíbles y en las instituciones legítimas de verificación de hechos”, declaró a la AFP Madeline Roache, de la organización de vigilancia NewsGuard.
“También pueden deformar la percepción de Ucrania y Occidente, y hacer que parezca que los hechos sobre la guerra son imposibles de obtener”. Los actores prorrusos tratan de saturar el panorama informativo con múltiples y contradictorias versiones de una historia para hacer más difícil descifrar la verdad exacta, según analistas.
“War on Fakes” publica a menudo una serie de comprobaciones de hechos sobre el mismo tema, a veces con afirmaciones múltiples y contradictorias que abruman a los lectores. Publica “tantas afirmaciones falsas que los verificadores de hechos con frecuencia se contradicen entre sí”, afirma el Instituto Poynter, basado en Estados Unidos.
“El objetivo es confundir al público, sobrecargarlo”, agregó por su parte Jakub Kalensky, analista senior del Centro Europeo de Excelencia para la Lucha contra las Amenazas Híbridas. “El resultado ideal será un consumidor que termine diciendo ‘hay muchas versiones de los hechos, es imposible para mí encontrar dónde está la verdad’”, dijo Kalensky a la AFP.
Fuente: AFP.