“Solo quiero que todos sepan que soy el príncipe de Dios y que resucitaré de nuevo”. Así habló el reo John Errol Ferguson, de 65 años, antes de recibir la inyección letal a las seis y cuarto de la tarde de este lunes, en la prisión estatal de Raiford, al norte del Estado de Florida.
Ferguson fue hallado culpable del asesinato de ocho personas y de otros cargos de robo, tráfico de drogas y violación en 1983. Aún antes de cometer estos crímenes, sostenían sus abogados, Ferguson fue diagnosticado de esquizofrenia paranoide. Su ejecución ocurrió una hora y media después de que la Corte Suprema de Estados Unidos negara la última petición de la defensa para que su condena fuese anulada por razones de enfermedad.
El prisionero creía ser “el príncipe de Dios” y confiaba en su resurrección, concluyeron los psiquiatras que lo examinaron el pasado mes de octubre, pero tal creencia no le impedía entender los motivos de su condena y, en consecuencia, era apto para recibir la pena de muerte.
A John Ferguson se le atribuyó la autoría de la que fue considerada la peor masacre masiva ocurrida en el condado de Miami-Dade hasta 1977 y del homicidio de dos adolescentes en 1978. En el primer caso, Ferguson y otros dos cómplices entraron a robar a una casa usada por traficantes de marihuana, haciéndose pasar por empleados de la compañía estatal de electricidad; cuando la policía llegó a la casa, encontró seis cuerpos maniatados a la espalda, con los ojos vendados y un disparo de gracia en la nuca cada uno. Un año después, Ferguson se disfrazó de policía para asaltar a una pareja de 17 años, Brian Glenfeldt y Belinda Worley; a ella la violó y luego los mató a ambos. Por los dos casos, Ferguson fue sentenciado a ocho penas de muerte, cinco cadenas perpetuas, dos condenas a 30 años de prisión, cuatro a 15 años y una a cinco años.
Ferguson y sus cómplices, Marvin Francois y Beauford White, fueron condenados a la pena capital el 27 de mayo de 1983. Francois fue ejecutado en 1985 y White, en 1987. La ejecución de Ferguson fue aplazada dos veces, después de que la Corte Suprema de Estados Unidos estableciera, en 1986, que es inconstitucional aplicar la pena máxima a un reo que no esté en capacidad de entender su sentencia.
Hasta este lunes, la defensa de John Ferguson había alegado que su cliente tenía una larga historia de maltratos e insania mental aún antes de cometer los crímenes. Según los abogados, a los 13 años comenzó a padecer alucinaciones, justo después de la muerte de su padre alcohólico, fue abusado por su padrastro, justo antes de que su madre los abandonara a él y a sus hermanas, y a los 21 años un policía de Miami le disparó en la cabeza. En la década de 1970 estuvo hospitalizado en al menos dos centros estatales de salud mental.
“Tiene la fijación de que es ‘el príncipe de Dios’, que no puede ser asesinado y que renacerá después de su ejecución para luchar junto a Jesús y salvar a Estados Unidos de un complot comunista”, argumentó su abogado, Christopher Handman, a través de una declaración emitida el lunes después de que el máximo tribunal negara su última apelación. “Ferguson no tiene ninguna comprensión racional de la razón de su ejecución o del efecto que la pena de muerte tendrá sobre él”, agregaba la nota.
El 5 de septiembre de 2012, el gobernador de Florida, Rick Scott, firmó la orden de ejecución de Ferguson, que quedó pautada para el 16 de octubre siguiente. La medida fue suspendida unas semanas más tarde mientras un grupo de especialistas examinaba nuevamente a Ferguson, a petición de la defensa. “Que la mayoría de la gente pudiese caracterizar a Ferguson como loco en lenguaje vernáculo por creerse príncipe de dios, no significa que alguien con estas creencias no sea competente para ser ejecutado”, concluyeron los especialistas el informe final empleado por la Corte para negar la reconsideración de la sentencia.
Desde que asumió el cargo, en enero de 2011, el gobernador Scott ha ordenado la ejecución de nueve reos y en junio pasado promulgó la “ley de justicia oportuna” para modificar los lapsos de apelaciones judiciales de los sentenciados a muerte y acortar el proceso de ejecución, que hasta entonces duraba un promedio de 22 años. Florida es el segundo Estado de la unión con mayor número de presos en espera de ejecución (404) y donde fueron emitidas más sentencias a pena capital durante 2012. La pena máxima fue restablecida en Florida en 1977 y desde esa fecha 77 presos han recibido la inyección letal. Los últimos condenados a muerte en la prisión estatal optaron por el mismo menú que pidió Ferguson en su última cena: pastel de carne y verduras, acompañado de pan blanco, tomates guisados, ensalada de patatas y té helado.
Fuente: elpais.com