Karachi. La mayor y más poblada ciudad de Pakistán está siendo azotada por una ola de calor que ha cobrado más de 1.000 vidas.
Decenas de cadáveres de personas que perecieron
por la ola de calor en Pakistán.
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Las morgues están repletas de gente que fue hallada muerta en las calles. Cientos que no fueron identificados terminaron en fosas comunes.
Los hospitales lucen desbordados por la cantidad de pacientes que sufren de deshidratación, gastroenteritis y otros padecimientos, siendo los niños pequeños y la gente mayor los más afectados.
El viernes por la tarde, las temperaturas y una crisis por falta de agua y electricidad desataron la rabia de los residentes. La frustración llegó al punto de ebullición y se desataron varias protestas vías de la ciudad.
La vida lejos de la ciudad
Lejos del bullicio, en las orillas de la ciudad, en Orangi Town, Mohammad Sameer, de 30 años, está tranquilo y callado. El calor ha devastado su familia.
Dos de sus hijos – Kiran, de 11, y Afroz, de 8 años – murieron de deshidratación el fin de semana pasado, cuando, según el Departamento Meteorológico de Pakistán, las temperaturas se elevaron a más de 110 grados Fahrenheit, más de 43 centígrados.
"No hemos tenido ningún suministro de agua durante más de un año", le dijo Sameer a CNN, con las fotos de sus pequeños muertos en las manos.
Noman Ahmad, profesor de la Universidad NED de Ingeniería y Tecnología, confirmó a CNN que Orangi Town ha tenido un suministro "pésimo" de agua por casi tres años.
"El suministro de agua en esta parte de la ciudad se ve influenciado por la política interna", dice. "Las personas que viven aquí no tienen representación política adecuada para cambiar esa política, no tienen voz", asegura.
Nos sentamos en la casa vacía, de un dormitorio, de Sameer.
En una esquina está una silla de ruedas que sus hijos utilizaron y en otra, las tiras del sudario blanco que cubrió sus diminutos cuerpos.
Sus otros dos hijos están en una unidad de cuidados intensivos, donde su angustiada madre atiende sus necesidades. Los cuatro niños sufrían de parálisis cerebral.
Sameer conduce un bicitaxi donado por una organización de caridad; su casa también fue donada por un benefactor.
Dice que gana solo cinco dólares por un día de trabajo, pero la semana pasada lo único que pudo hacer fue ir de un hospital a otro y no pudo trabajar.
A esta parte de Karachi, los lugareños le llaman "11:30 Orangi Town", porque está cerca de la orilla más lejana de esta ciudad, donde "12" es el final – una polvorienta colina amarillenta cubierta de viviendas indescriptibles.
Los hospitales lucen desbordados por la cantidad de pacientes que sufren de deshidratación, gastroenteritis y otros padecimientos, siendo los niños pequeños y la gente mayor los más afectados.
El viernes por la tarde, las temperaturas y una crisis por falta de agua y electricidad desataron la rabia de los residentes. La frustración llegó al punto de ebullición y se desataron varias protestas vías de la ciudad.
La vida lejos de la ciudad
Lejos del bullicio, en las orillas de la ciudad, en Orangi Town, Mohammad Sameer, de 30 años, está tranquilo y callado. El calor ha devastado su familia.
Dos de sus hijos – Kiran, de 11, y Afroz, de 8 años – murieron de deshidratación el fin de semana pasado, cuando, según el Departamento Meteorológico de Pakistán, las temperaturas se elevaron a más de 110 grados Fahrenheit, más de 43 centígrados.
"No hemos tenido ningún suministro de agua durante más de un año", le dijo Sameer a CNN, con las fotos de sus pequeños muertos en las manos.
Noman Ahmad, profesor de la Universidad NED de Ingeniería y Tecnología, confirmó a CNN que Orangi Town ha tenido un suministro "pésimo" de agua por casi tres años.
"El suministro de agua en esta parte de la ciudad se ve influenciado por la política interna", dice. "Las personas que viven aquí no tienen representación política adecuada para cambiar esa política, no tienen voz", asegura.
Nos sentamos en la casa vacía, de un dormitorio, de Sameer.
En una esquina está una silla de ruedas que sus hijos utilizaron y en otra, las tiras del sudario blanco que cubrió sus diminutos cuerpos.
Sus otros dos hijos están en una unidad de cuidados intensivos, donde su angustiada madre atiende sus necesidades. Los cuatro niños sufrían de parálisis cerebral.
Sameer conduce un bicitaxi donado por una organización de caridad; su casa también fue donada por un benefactor.
Dice que gana solo cinco dólares por un día de trabajo, pero la semana pasada lo único que pudo hacer fue ir de un hospital a otro y no pudo trabajar.
A esta parte de Karachi, los lugareños le llaman "11:30 Orangi Town", porque está cerca de la orilla más lejana de esta ciudad, donde "12" es el final – una polvorienta colina amarillenta cubierta de viviendas indescriptibles.
CNN