En el gigante asiático, el consumo de proteínas cárnicas se quintuplicó en los últimos tres años. La harina de soja es un insumo clave para la producción porcina y la acuicultura.
El índice mensual de FAO sobre los precios de los alimentos en el mercado mundial cayó en agosto 5,2% mes/mes, la mayor disminución desde la recesión global 2008/2009.
La razón de esta caída es que los stocks de trigo son ahora 28,3% del consumo global, con una producción de 728 millones de toneladas en 2015; y lo mismo ocurre con los inventarios de maíz y sorgo, que llegarían a un récord de 272 millones de toneladas en 2016.
FAO estima que el stock de maíz en China asciende ahora a 25% del consumo doméstico (más de 250 millones de toneladas) y sus importaciones se reducirían este año a la mitad (unas 2,5 millones de toneladas). Aumentarían en cambio las importaciones de soja, hasta alcanzar a 80/85 millones de toneladas en 2015.
Cargill, la mayor empresa mundial de commodities agrícolas, informó en agosto que sus ganancias netas aumentaron 30% en los primeros 7 meses del año, debido a su sector especializado en la venta de productos cárnicos, que obtuvo un récord de U$S 425 millones en el 3er trimestre. Sus operaciones cárnicas se realizaron desde Australia con destino a China.
La demanda de carnes aumentó 5 veces en los últimos 3 años en la República Popular, debido al vuelco masivo de su población al consumo de proteínas cárnicas.
La caída del precio de los alimentos en el mercado mundial es obra directa de la desaceleración de la economía china (que creció un 7% en el 1° semestre de 2015, contra un promedio del 10% en los últimos años); y el auge del consumo de carne en el mundo es una consecuencia sin mediaciones del alza de la demanda en la República Popular. China está en el centro del mercado mundial de alimentos en esta parte del siglo.
El cálculo de FAO/OCDE es que 36% de los granos producidos en los últimos 10 años se destinaron a la alimentación animal, y esa proporción aumentaría a 70% en la próxima década (se refiere a todos los granos, salvo trigo y arroz). El resultado es una caída del consumo de granos destinado a la alimentación humana, en tanto se multiplica por 2 y por 3 el orientado a la alimentación animal, en especial ganado porcino e industria ictícola.
La producción granaria llegaría a 2.800 millones de toneladas en 2025; y los destinados a la alimentación animal (soja, harina de soja, maíz, sorgo) representarían 70% del total o más. Esta es la razón por la que China ha colocado a los commodities agrícolas a la cabeza de sus inversiones en el exterior. Esta es la prioridad del Fondo Soberano de la República Popular (CIC); y también el motivo por el que ha adquirido Cofco, convertido en el quinto trader mundial.
Por eso la soja es el grano con mayor demanda en el mundo de la próxima década, arrastrada por el auge de la harina de soja, complemento esencial de la alimentación animal, que crecería 36% o más.
La caída de la demanda mundial de alimentos golpea duramente a los productores norteamericanos, al igual que a los de América del Sur, Rusia y Ucrania. Los farmers experimentaron una caída de 32% de sus ingresos netos el último año (U$S 74.000 millones), acentuada por la apreciación del dólar.
También los cuatro grandes traders actuales (Cargill, Archer Daniels Midland, Bunge y Dreyfus) han experimentado pérdidas de 10%/15% en sus ganancias netas el último trimestre.
FAO estima que el stock de maíz en China asciende ahora a 25% del consumo doméstico (más de 250 millones de toneladas) y sus importaciones se reducirían este año a la mitad (unas 2,5 millones de toneladas). Aumentarían en cambio las importaciones de soja, hasta alcanzar a 80/85 millones de toneladas en 2015.
Cargill, la mayor empresa mundial de commodities agrícolas, informó en agosto que sus ganancias netas aumentaron 30% en los primeros 7 meses del año, debido a su sector especializado en la venta de productos cárnicos, que obtuvo un récord de U$S 425 millones en el 3er trimestre. Sus operaciones cárnicas se realizaron desde Australia con destino a China.
La demanda de carnes aumentó 5 veces en los últimos 3 años en la República Popular, debido al vuelco masivo de su población al consumo de proteínas cárnicas.
La caída del precio de los alimentos en el mercado mundial es obra directa de la desaceleración de la economía china (que creció un 7% en el 1° semestre de 2015, contra un promedio del 10% en los últimos años); y el auge del consumo de carne en el mundo es una consecuencia sin mediaciones del alza de la demanda en la República Popular. China está en el centro del mercado mundial de alimentos en esta parte del siglo.
El cálculo de FAO/OCDE es que 36% de los granos producidos en los últimos 10 años se destinaron a la alimentación animal, y esa proporción aumentaría a 70% en la próxima década (se refiere a todos los granos, salvo trigo y arroz). El resultado es una caída del consumo de granos destinado a la alimentación humana, en tanto se multiplica por 2 y por 3 el orientado a la alimentación animal, en especial ganado porcino e industria ictícola.
La producción granaria llegaría a 2.800 millones de toneladas en 2025; y los destinados a la alimentación animal (soja, harina de soja, maíz, sorgo) representarían 70% del total o más. Esta es la razón por la que China ha colocado a los commodities agrícolas a la cabeza de sus inversiones en el exterior. Esta es la prioridad del Fondo Soberano de la República Popular (CIC); y también el motivo por el que ha adquirido Cofco, convertido en el quinto trader mundial.
Por eso la soja es el grano con mayor demanda en el mundo de la próxima década, arrastrada por el auge de la harina de soja, complemento esencial de la alimentación animal, que crecería 36% o más.
La caída de la demanda mundial de alimentos golpea duramente a los productores norteamericanos, al igual que a los de América del Sur, Rusia y Ucrania. Los farmers experimentaron una caída de 32% de sus ingresos netos el último año (U$S 74.000 millones), acentuada por la apreciación del dólar.
También los cuatro grandes traders actuales (Cargill, Archer Daniels Midland, Bunge y Dreyfus) han experimentado pérdidas de 10%/15% en sus ganancias netas el último trimestre.
Clarin