El mercado estadounidense, donde estalló el escándalo, tendrá un papel clave en esa transformación, aseguró el presidente de la marca Volkswagen, Herbert Diess, y explicó que el objetivo es empezar a construir coches eléctricos en América del Norte a partir del 2021.
“En el 2025 queremos vender un millón de coches eléctricos al año y también ser líderes mundiales en electromovilidad”, dijo Diess en la presentación de su proyecto. “El avance en coches eléctricos será el sello de Volkswagen”, aseguró a la prensa en Wolfsburgo, la sede del grupo Volkswagen que también comercializa otras marcas. En el 2015 el grupo vendió 4,4 millones de turismos de su propia marca en todo el mundo.
El giro hacia los coches eléctricos será posible con nuevas inversiones y economías de escala, según Diess, y supone también un intento de reinventarse tras el “dieselgate”.
El viernes Volkswagen ya había anunciado un plan histórico para reducir 30.000 puestos de trabajo y ahorrar 3.700 millones de euros (3.900 millones de euros) al año hasta el 2020, incrementando al mismo tiempo la inversión tecnológica en coches eléctricos y autopilotados y la digitalización.
“En los próximos diez años nuestra industria necesita someterse más que nunca a cambios fundamentales”, dijo Diess, augurando un avance muy importante de los coches eléctricos en los cuatro o cinco próximos años, alentado por las preocupaciones medioambientales. “Par la mayoría de los consumidores el coche eléctrico pronto será la mejor alternativa”, dijo.
El giro para recuperar confianza
El giro de la principal marca del grupo Volkswagen coincide con su voluntad de dejar definitivamente atrás su peor crisis de la historia, cuando el año pasado admitió haber trucado 11 millones de vehículos diésel para que parecieran menos contaminantes. Entre los coches afectados había de la marca Volkswagen, pero también de otras marcas del grupo como Audi, Seat y Skoda.
El escándalo afectó gravemente a las ventas y a la reputación de uno de las compañías alemanas consideradas más sólidas hasta entonces, llevando al grupo a registrar pérdidas por primera vez en 20 años. Pero incluso antes del escándalo, Volkswagen ya tenía problemas de rentabilidad a causa de los altos costos y la bajo productividad. “La imagen de nuestra marca sufrió por la crisis del diésel, mucha gente ya no confía en nosotros”, reconoció Diess, explicando que su objetivo es “recuperar esa confianza”.
“En el 2025 queremos vender un millón de coches eléctricos al año y también ser líderes mundiales en electromovilidad”, dijo Diess en la presentación de su proyecto. “El avance en coches eléctricos será el sello de Volkswagen”, aseguró a la prensa en Wolfsburgo, la sede del grupo Volkswagen que también comercializa otras marcas. En el 2015 el grupo vendió 4,4 millones de turismos de su propia marca en todo el mundo.
El giro hacia los coches eléctricos será posible con nuevas inversiones y economías de escala, según Diess, y supone también un intento de reinventarse tras el “dieselgate”.
El viernes Volkswagen ya había anunciado un plan histórico para reducir 30.000 puestos de trabajo y ahorrar 3.700 millones de euros (3.900 millones de euros) al año hasta el 2020, incrementando al mismo tiempo la inversión tecnológica en coches eléctricos y autopilotados y la digitalización.
“En los próximos diez años nuestra industria necesita someterse más que nunca a cambios fundamentales”, dijo Diess, augurando un avance muy importante de los coches eléctricos en los cuatro o cinco próximos años, alentado por las preocupaciones medioambientales. “Par la mayoría de los consumidores el coche eléctrico pronto será la mejor alternativa”, dijo.
El giro para recuperar confianza
El giro de la principal marca del grupo Volkswagen coincide con su voluntad de dejar definitivamente atrás su peor crisis de la historia, cuando el año pasado admitió haber trucado 11 millones de vehículos diésel para que parecieran menos contaminantes. Entre los coches afectados había de la marca Volkswagen, pero también de otras marcas del grupo como Audi, Seat y Skoda.
El escándalo afectó gravemente a las ventas y a la reputación de uno de las compañías alemanas consideradas más sólidas hasta entonces, llevando al grupo a registrar pérdidas por primera vez en 20 años. Pero incluso antes del escándalo, Volkswagen ya tenía problemas de rentabilidad a causa de los altos costos y la bajo productividad. “La imagen de nuestra marca sufrió por la crisis del diésel, mucha gente ya no confía en nosotros”, reconoció Diess, explicando que su objetivo es “recuperar esa confianza”.