Según AFP, citando datos del Centro Nacional de Control de Epidemias (NCDC), la OMS apuntó en un comunicado que "el número de casos confirmados durante esos dos meses supera ya el número total de casos confirmados durante todo el año 2017". Según el NCDC, se registraron 317 casos de esta enfermedad en lo que va de año, mientras que en todo 2017 hubo 143 casos declarados.
La mayoría de los casos confirmados se produjeron en el Estado de Edo, en el sur de Nigeria, región endémica del virus.
"Existe un centro especializado para la fiebre Lassa, el único junto con el de Lagos [capital económica del país] en todo Nigeria", explicó Crusoe Osagie, portavoz del gobierno local, a la AFP.
"Pero ese centro es una propiedad federal y estaba en decadencia", añadió Osagie. "No están preparados para acoger tantos caso. Normalmente, recibimos 100 casos en un año, eso es lo que hemos recibido en dos meses".
El gobernador ha desbloqueado fondos para comparar material de seguridad y equipos de diálisis, pero la situación sigue siendo preocupante, habida cuenta de que la mayoría de los casos se encuentran en zonas rurales y apartadas.
"Nuestra capacidad para detectar rápidamente los casos de infección en las comunidades y comunicarlos a las estructuras especializadas aumenta las posibilidades de supervivencia de los pacientes", precisó la OMS en un su comunicado, asegurando que está colaborando con los gobiernos locales para frenar la epidemia.
Según la OMS, la fiebre de Lassa es una infección viral de la misma familia de virus que el de Marburgo y el del Ébola. Su nombre se debe a una localidad del norte de Nigeria en la que fue identificado por primera vez, en 1969.
La fiebre de Lassa, que castiga duramente a Nigeria, Guinea, Liberia y Sierra Leona, no presenta síntomas en un 80% de los casos, pero en los otros puede provocar daños graves, hemorrágicos o neurológicos.
Se transmite por las excreciones de roedores o por contacto directo con la sangre, orines, heces u otros líquidos biológicos de una persona enferma.