Victoria Flores Zavala estaba viendo televisión, cuando sintió un estruendo. Fue a ver qué pasaba con sus hijos y descubrió algo horrible.Su esposo estaba en la cocina, estrangulando a uno de sus hijos. Trató de forcejear con él y le pidió que la matara a ella en lugar de a él.
“No”, se dice que Isidro le respondió. Ella tenía que vivir para sufrir la pérdida.
Isidro estranguló a sus dos hijos con una cuerda, y disparó varias veces al menor antes de suicidarse.
Tras las muertes, Victoria Zavala, de 36 años, llamó a la policía a su casa en la cuadra de los 400 del SW y la avenida 8 en Boynton Beach, alrededor de la 1:50 a.m., diciendo que su esposo había matado a sus hijos: Eduardo Zavala, de 12 años, y Mario Zavala, de 11.
Los agentes encontraron a un niño muerto en el patio trasero y otro en el área de la cocina-comedor de la casa, afirmó la portavoz de la Policía de Boynton Beach, Stephanie Slater.El padre, Isidro Zavala, de 45 años, también fue encontrado en la cocina, muerto de una herida de bala autoinflingida.
Slater indicó que Isidro y su esposa llevaban separados “algún tiempo”. Victoria pidió el divorcio el 5 de octubre, según los archivos judiciales, pero el divorcio estaba pendiente. La pareja tenía una cita de mediación para el martes, según los registros.
Isidro no vivía en la casa. La pareja se había casado en 1993 y había vivido en la casa desde 1999. Ambos habían nacido en México.
Slater informó que no había habido reportes de violencia doméstica o de abusos en la casa.
La pareja tenía un tercer hijo de 19 años, quien no vive con la familia y no estaba en la casa en ese momento.
En la mañana del sábado, la policía buscó en la casa así como en otra vivienda en la cuadra de los 1100 del SE de la calle 3, donde vivía Isidro Zavala. Allí encontraron otra nota, reveló la policía.
Un amigo de Isidro, Mariano Batalla, estaba dentro de la barrera policial en la avenida 8 del SW, estupefacto ante la noticia de lo que había ocurrido allí. Dijo que había visto ayer a Isidro. Ellos iban a ir a una fiesta anoche, pero según Batalla, Isidro le dijo que no podía ir porque tenía algo que hacer.Del otro lado de la calle, el vecino Serge Alcin relató que Isidro le había vendido unos cocoteros. Ellos se llevaban bien, y sus dos hijos jugaban con Eduardo y Mario. Alcin subrayó que él no podía creer que Isidro fuera capaz de algo así.
“Todos los días estos niños jugaban con los míos”, señaló. “No lo puedo creer”.
Fuente informe21