Uno de los recuerdos más gratos de mi infancia, ya sea durante la época de Semana Santa o en las procesiones del Señor de Los Milagros es el delicioso olor a incienso. Recuerdo también a los sahumadores y sahumadoras que incansablemente avivaban el fuego en los sahumerios para obtener más humo, el cual los envolvía casi completamente.
Recuerdo también en mi visita a la India, hace unos años, la oficina del ministro de Economía, Sr. Manmohan Singh, funcionario que llegó luego a ser Primer Ministro. Una suave y casi imperceptible música de fondo de cítaras y un penetrante y dulce olor de humo de incienso en el ambiente, haciendo que la enorme habitación esté como en brumas, es lo que más recuerdo de esa visita.
Pero en la vida diaria, mucha gente quema incienso porque cree que esa práctica tiene algunos beneficios. Algunos la usan para relajarse, otros por razones religiosas, y otros para preparar un cierto ambiente situacional o de trabajo. Sea como sea, en algunas regiones del mundo, el quemar incienso es una práctica muy popular.
Por ejemplo, en muchos países del Asia, 50% de la gente quema incienso en la casa todos los días; y mucha gente en América Latina y E.E.U.U. está adquiriendo esa práctica de quemar incienso de hierbas fragantes como el jazmín, el sándalo y otros aceites.
Pues bueno, un estudio, publicado esta semana en la revista Cáncer, concluye que aquellas personas que tienen la costumbre de quemar incienso diariamente por 40 años o más, tienen 70% más probabilidad de desarrollar diversos tipos de cáncer de las vías respiratorias. Previos estudios habían relacionado el uso de incienso a leucemias y tumores cerebrales.
Al parecer, ese fragante humo es una poderosa fuente de partículas de materia y contiene varios agentes que producen cáncer tales como hidrocarbonos poliaromáticos, carbonilos y benceno.
El estudio siguió durante 12 años a mas de 60.000 chinos de entre 45 y 74 años, libres de cáncer al inicio del estudio, y 75% de los cuales tenía la costumbre de quemar incienso en su casa. Entre los que usaban el incienso, 93% lo hacía diariamente y 84% lo había hecho diariamente durante los últimos 40 años.
Los resultados indicaron que, comparados con los que no usaban incienso, el uso del incienso aumentó el riesgo de cáncer de las vías respiratorias en un 70%, especialmente cáncer de la nariz, de lengua y lde faringe. Interesantemente, el uso de incienso no estuvo relacionado con el cáncer del pulmón ni del cáncer nasofaríngeo, un cáncer localizado en la parte de atrás de la nariz, muy cerca de la garganta y que es muy frecuente en asiáticos.
Como en el caso de los cigarrillos, el riesgo de cáncer aumentó en relación a la frecuencia de uso de incienso; a mayor uso, mayor cáncer y viceversa.
Para terminar, podemos concluir que son los materiales cancerígenos contenidos en el humo los que causan el cáncer. El humo puede originarse en el cigarrillo (causa número uno en el mundo), leña (en los Andes y en otros lugares rurales), la marihuana (mas cancerígena que el humo del tabaco), en el de los vehículos automotores (especialmente de combustible diesel) y ahora el del incienso.