“Durante la inspección del barco, se encontraron sustancias narcóticas (presuntamente opiáceas y morfina). Se estudia el origen de estas sustancias y qué uso se les daba”, señaló Vladímir Markin, portavoz del Comité de Instrucción de Rusia, en un comunicado.
Markin afirmó también que los investigadores han examinado “los documentos, objetos y equipos requisados” del buque y que “ya se ha establecido que parte de los equipos confiscados tiene una doble función y podría usarse no solo para la protección del medio ambiente”.
En base a estas investigaciones, el responsable del Comité de Instrucción ya adelantó que “se prevé corregir los cargos ya presentados (a los activistas)… y para los investigadores es evidente que a varios de los imputados se les presentarán acusaciones por delitos más graves”.
La organización ecologista se mostró incrédula inmediatamente después de conocerse el supuesto hallazgo, y el abogado de Greenpeace en Rusia, Mijaíl Kreindlin, recordó que “el barco se encuentra desde hace mucho tiempo sin tripulación… y bajo control de gente desconocida”.
“No quiero acusar a nadie, pero allí se podría encontrar cualquier cosa”, agregó, en alusión a que alguien podía haber colocado las sustancias.
La propia Greenpeace Rusia, en su Twitter, se pregunta “qué más pudieron haber colocado en el barco”, ya que el rompehielos se encuentra sin sus tripulantes desde el 24 de septiembre pasado, cuando, una vez remolcado hasta el puerto ártico de Múrmansk, los activistas fueron trasladados a tierra y detenidos.
“Nuestras normas internas prohíben cualquier uso de sustancias narcóticas”, dijo el abogado.
Greenpeace también ha subrayado que el buque fue “exhaustivamente examinado” por las autoridades noruegas, incluso con perros, antes de salir de ese país nórdico en dirección al Ártico ruso, donde el 19 de septiembre varios de los tripulantes del rompehielos trataron de encadenarse a una plataforma petrolera del gigante energético Gazprom.
“En el barco no había nada”, señaló la ONG, que también aclaró que las supuestas drogas debían referirse a los medicamentos que están obligados por ley a llevar en el botiquín de a bordo.
Los 30 activistas detenidos están en prisión preventiva hasta el 24 de noviembre bajo acusación de piratería, delito que se castiga en este país con 15 años de prisión, y la Justicia rusa ha empezado a rechazar los recursos para su excarcelación.
El director de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, pidió una reunión urgente con el presidente ruso, Vladímir Putin, para buscar la liberación de los activistas, antes de conocerse la posible aparición de las drogas.
“Solicito una reunión urgente con usted… Yo, por supuesto, estoy dispuesto a acudir a cualquier parte del mundo de su elección, pero solicito que, si es posible, el encuentro se lleve a cabo lo antes posible en Rusia”, afirma el director de Greenpeace en una carta entregada en la embajada rusa en La Haya y difundida por la ONG.
En ella, el director ejecutivo de Greenpeace Internacional ofrece viajar a Rusia y actuar como garante de la buena conducta de los activistas, si son liberados bajo fianza.
La petición tiene lugar después de que la Justicia rusa denegara ya cuatro de los recursos de apelación presentados por los activistas en contra de su prisión preventiva.
Los cuatro primeros activistas que vieron rechazada su excarcelación han sido los de nacionalidad rusa: Ekaterina Zaspa, médica del rompehielos “Arctic Sunrise”, el fotógrafo freelance Denís Siniakov; el portavoz de Greenpeace Rusia, Andréi Allajvérdov, y Román Dolgóv.
El director de Greenpeace recuerda en su carta al presidente ruso que el propio Putin declaró que no considera que los activistas sean piratas, a pesar de los cargos presentados contra ellos.
“Como garantía para que los activistas sean liberados bajo fianza, me ofrezco voluntario con la promesa de que los 28 activistas de Greenpeace Internacional responderán por su protesta pacífica de acuerdo con el Código Penal de Rusia”, escribió.
Los tripulantes del “Arctic Sunrise” proceden de Rusia, EEUU, Argentina, Reino Unido, Canadá, Italia, Ucrania, Nueva Zelanda, Holanda, Dinamarca, Australia, Brasil, República Checa, Polonia, Turquía, Finlandia, Suecia y Francia.
EFE
Markin afirmó también que los investigadores han examinado “los documentos, objetos y equipos requisados” del buque y que “ya se ha establecido que parte de los equipos confiscados tiene una doble función y podría usarse no solo para la protección del medio ambiente”.
En base a estas investigaciones, el responsable del Comité de Instrucción ya adelantó que “se prevé corregir los cargos ya presentados (a los activistas)… y para los investigadores es evidente que a varios de los imputados se les presentarán acusaciones por delitos más graves”.
La organización ecologista se mostró incrédula inmediatamente después de conocerse el supuesto hallazgo, y el abogado de Greenpeace en Rusia, Mijaíl Kreindlin, recordó que “el barco se encuentra desde hace mucho tiempo sin tripulación… y bajo control de gente desconocida”.
“No quiero acusar a nadie, pero allí se podría encontrar cualquier cosa”, agregó, en alusión a que alguien podía haber colocado las sustancias.
La propia Greenpeace Rusia, en su Twitter, se pregunta “qué más pudieron haber colocado en el barco”, ya que el rompehielos se encuentra sin sus tripulantes desde el 24 de septiembre pasado, cuando, una vez remolcado hasta el puerto ártico de Múrmansk, los activistas fueron trasladados a tierra y detenidos.
“Nuestras normas internas prohíben cualquier uso de sustancias narcóticas”, dijo el abogado.
Greenpeace también ha subrayado que el buque fue “exhaustivamente examinado” por las autoridades noruegas, incluso con perros, antes de salir de ese país nórdico en dirección al Ártico ruso, donde el 19 de septiembre varios de los tripulantes del rompehielos trataron de encadenarse a una plataforma petrolera del gigante energético Gazprom.
“En el barco no había nada”, señaló la ONG, que también aclaró que las supuestas drogas debían referirse a los medicamentos que están obligados por ley a llevar en el botiquín de a bordo.
Los 30 activistas detenidos están en prisión preventiva hasta el 24 de noviembre bajo acusación de piratería, delito que se castiga en este país con 15 años de prisión, y la Justicia rusa ha empezado a rechazar los recursos para su excarcelación.
El director de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, pidió una reunión urgente con el presidente ruso, Vladímir Putin, para buscar la liberación de los activistas, antes de conocerse la posible aparición de las drogas.
“Solicito una reunión urgente con usted… Yo, por supuesto, estoy dispuesto a acudir a cualquier parte del mundo de su elección, pero solicito que, si es posible, el encuentro se lleve a cabo lo antes posible en Rusia”, afirma el director de Greenpeace en una carta entregada en la embajada rusa en La Haya y difundida por la ONG.
En ella, el director ejecutivo de Greenpeace Internacional ofrece viajar a Rusia y actuar como garante de la buena conducta de los activistas, si son liberados bajo fianza.
La petición tiene lugar después de que la Justicia rusa denegara ya cuatro de los recursos de apelación presentados por los activistas en contra de su prisión preventiva.
Los cuatro primeros activistas que vieron rechazada su excarcelación han sido los de nacionalidad rusa: Ekaterina Zaspa, médica del rompehielos “Arctic Sunrise”, el fotógrafo freelance Denís Siniakov; el portavoz de Greenpeace Rusia, Andréi Allajvérdov, y Román Dolgóv.
El director de Greenpeace recuerda en su carta al presidente ruso que el propio Putin declaró que no considera que los activistas sean piratas, a pesar de los cargos presentados contra ellos.
“Como garantía para que los activistas sean liberados bajo fianza, me ofrezco voluntario con la promesa de que los 28 activistas de Greenpeace Internacional responderán por su protesta pacífica de acuerdo con el Código Penal de Rusia”, escribió.
Los tripulantes del “Arctic Sunrise” proceden de Rusia, EEUU, Argentina, Reino Unido, Canadá, Italia, Ucrania, Nueva Zelanda, Holanda, Dinamarca, Australia, Brasil, República Checa, Polonia, Turquía, Finlandia, Suecia y Francia.
EFE