Brasil es el único país de América del Sur que exporta algunas manufacturas a China, aunque como porcentaje de sus exportaciones a ese país el monto es pequeño. En 2010 el 83,7% de las exportaciones de Brasil a China estuvieron constituidas por recursos naturales y lo demás por manufacturas. Para el resto de América del Sur las exportaciones en este último renglón resultan mínimas.
El porqué de ello es simple: de la misma manera en que China es un gigante en el consumo de recursos naturales, América Latina, y en este sentido hay que referirse fundamentalmente a América del Sur, es un gigante en la producción de los mismos. Nuestra región representa el 40% de las exportaciones globales en agricultura. Brasil ocupa la primera posición mundial en exportaciones de pollo y carne de res. Venezuela detenta las mayores reservas planetarias de petróleo.
En cobre, Chile constituye el mayor productor mundial y Perú el tercero. Este último país es el mayor productor mundial de plata y el segundo de zinc, mientras Brasil es el tercer productor internacional de hierro, magnesio y aluminio. Y así sucesivamente. China ve en nosotros una fuente inagotable de recursos primarios que le resultan fundamentales pero no un factor significativo en manufacturas.
Desde luego la aspiración natural de América del Sur es aumentar el valor agregado de sus exportaciones, sobre todo en los casos de Brasil y Argentina que disponen de sectores industriales significativos. Las presiones formuladas a China en este sentido han sido grandes y, en algunas instancias, exitosas. Tal es el caso de la adquisición en 2011 de 135 aviones Embraer 190 por parte de China.
Desde luego la aspiración natural de América del Sur es aumentar el valor agregado de sus exportaciones, sobre todo en los casos de Brasil y Argentina que disponen de sectores industriales significativos. Las presiones formuladas a China en este sentido han sido grandes y, en algunas instancias, exitosas. Tal es el caso de la adquisición en 2011 de 135 aviones Embraer 190 por parte de China.
Sin embargo, hay que tener claro que América Latina no puede vislumbrar su diversificación o su expansión económica basándose en las manufacturas. Aquí encontramos el camino bloqueado tanto por arriba como por abajo. Por arriba apenas Brasil tiene alguna fortaleza en alta tecnología con el resto de la región rezagada o totalmente fuera del cuadro.
Por abajo no estamos mucho mejor en producción de mano de obra intensiva. Las cadenas de producción asiáticas, en la que cada componente de un producto final es elaborado en aquel particular país que puede ofrecer la mano de obra más barata para el mismo, resultan pura y simplemente imbatibles.
El área de los servicios es una opción a la que hay que prestar atención en términos de agregar valor exportador. En el pasado este era un sector encapsulado en los espacios domésticos con limitada capacidad para proyectarse a los mercados internacionales de exportación.
El área de los servicios es una opción a la que hay que prestar atención en términos de agregar valor exportador. En el pasado este era un sector encapsulado en los espacios domésticos con limitada capacidad para proyectarse a los mercados internacionales de exportación.
Hoy los avances en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones transforman a los servicios en la nueva gran frontera exportadora. Los mismos se integran a cabalidad dentro de las llamadas cadenas globales de valor en las que manufacturas y servicios se imbrican dentro de los mismos procesos productivos.
Allí China y América Latina pueden conjugar importantes asociaciones productivas con miras a los mercados internacionales de China. En cualquier caso debería ser un tópico a discutir por China y la Celac, organización seleccionada para conducir la vocería de la región en las negociaciones con ese país.
Fuente: eluniversal.com
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