- Las peticiones internacionales para que se revisara el caso caen en saco roto.
Irán ha ejecutado esta madrugada a una mujer por matar a un hombre que ella siempre afirmó que intentaba violarla. Varias organizaciones internacionales de derechos humanos y el relator especial de la ONU para Irán denunciaron la falta de garantías durante el juicio y pidieron que se suspendiera el ajusticiamiento. Pero la familia del muerto se negó a perdonarla. Fue un hijo de éste quien, haciendo uso de la prerrogativa que concede la ley islámica, corrió la trampilla que activó el ahorcamiento.
Reyhaneh Jabbari, una joven decoradora de interiores, fue detenida en julio de 2007 por el asesinato de Morteza Abdolali Sarbandi, cirujano y antiguo empleado del Ministerio responsable de los servicios secretos iraníes. No está claro qué sucedió para que Jabbari, que entonces tenía 19 años, clavara un cuchillo a Sarbandi. Ella siempre defendió que había actuado en defensa propia cuando el hombre intentó violarla.
El relator especial para los derechos humanos en Irán, Ahmed Shaheed, ya denunció el pasado abril que la joven no había tenido un juicio justo y pidió a las autoridades que suspendieran su ejecución, inicialmente prevista para el día 15 de ese mes. Desde entonces, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otros grupos se han movilizado para intentar evitar la muerte de Jabbari. Cerca de 250.000 personas firmaron una petición online y los activistas se movilizaron en defensa de su causa a través de Facebook y Twitter.
“La condena por asesinato premeditado se basó en confesiones hechas bajo amenaza, posiblemente equivalente a tortura”, aseguró Shaheed.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU aseguró que “según fuentes fiables Sarbandi contrató a Jabbari el 7 de julio de 2007 para rediseñar su oficina, pero en lugar de dirigirse allí, la llevó a una casa donde la asaltó física y sexualmente”. De acuerdo con esa reconstrucción de los hechos, “al parecer Jabbari apuñaló a Sarbandi en el hombro en defensa propia, huyó y llamó a una ambulancia preocupada por el estado de su presunto agresor”.
Reyhaneh Jabbari, una joven decoradora de interiores, fue detenida en julio de 2007 por el asesinato de Morteza Abdolali Sarbandi, cirujano y antiguo empleado del Ministerio responsable de los servicios secretos iraníes. No está claro qué sucedió para que Jabbari, que entonces tenía 19 años, clavara un cuchillo a Sarbandi. Ella siempre defendió que había actuado en defensa propia cuando el hombre intentó violarla.
El relator especial para los derechos humanos en Irán, Ahmed Shaheed, ya denunció el pasado abril que la joven no había tenido un juicio justo y pidió a las autoridades que suspendieran su ejecución, inicialmente prevista para el día 15 de ese mes. Desde entonces, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otros grupos se han movilizado para intentar evitar la muerte de Jabbari. Cerca de 250.000 personas firmaron una petición online y los activistas se movilizaron en defensa de su causa a través de Facebook y Twitter.
“La condena por asesinato premeditado se basó en confesiones hechas bajo amenaza, posiblemente equivalente a tortura”, aseguró Shaheed.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU aseguró que “según fuentes fiables Sarbandi contrató a Jabbari el 7 de julio de 2007 para rediseñar su oficina, pero en lugar de dirigirse allí, la llevó a una casa donde la asaltó física y sexualmente”. De acuerdo con esa reconstrucción de los hechos, “al parecer Jabbari apuñaló a Sarbandi en el hombro en defensa propia, huyó y llamó a una ambulancia preocupada por el estado de su presunto agresor”.