La reunión se celebraba mientras aumentaban las derrotas en el campo de batalla y zonas enteras del país
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La reunión se celebraba mientras aumentaban las derrotas en el campo de batalla y zonas enteras del país, en las que dejaron su vida soldados afganos y de la coalición liderada por Estados Unidos, volvían a caer en manos talibanes. Los representantes de los talibanes no fueron invitados al encuentro, y prometieron hablar sólo con Estados Unidos y no con el gobierno afgano.
El encuentro comenzó con palabras de prudencia del anfitrión, Pakistán, considerado como clave para sentar a las facciones rivales talibanas en la mesa.
Sartaj Aziz, asesor del primer ministro paquistaní en asuntos exteriores, advirtió sobre decidir de antemano qué facciones talibanas están dispuestas a negociar, y en cambio pidió medidas "para construir confianza" y llevar a las negociaciones incluso a los talibanes más reacios.
Pero analistas y participantes señalaron que si bien hay cuatro países en la conversación, buena parte de la esperanza en que el proceso avance depende de Pakistán, acusado de dar refugio a algunas de las facciones más fieras de los talibanes. Es el caso del grupo Haqqani, declarado como organización terrorista por Estados Unidos. Pakistán dice que su influencia sobre los talibanes está sobrevalorada.
"Incluso en el mejor de los casos, no nos escuchan", dijo antes Aziz a Associated Press. "Miren a Bamiyan", dijo, refiriéndose al lugar donde talibanes destruyeron en el verano de 2001 algunas de las estatuas de Buda más valoradas del mundo. Los talibanes dinamitaron las estatuas ignorando la oleada de críticas, incluidas las quejas de Pakistán.
AP