Los más decididos, que pasaron la noche en el lugar, fueron los primeros, un poco antes de las 08H00 (06H00 GMT), a poner pie sobre estas pasarelas amarillas anaranjadas de tres kilómetros que unen la isla de Monte Isola y la de San Paolo.
Hasta el 3 de julio, se espera la llegada de 500.000 visitantes, italianos y turistas de todo el mundo a esta región normalmente tranquila, para deambular día y noche sobre esta obra efímera.
Muchos se quitaron los zapatos para sentir mejor la experiencia “muy física” prometida por el artista, quien ya cubrió el Pont Neuf de París o el Reichstag en Berlín.
“Es como estar en una barca, se balancea, es divertido”, describió a los periodistas Agata, de 12 años, venida desde Bérgamo con su familia.
Según las estimaciones de la prensa, unas 55.000 personas se desplazaron al lugar.
Desde el principio de la tarde, el límite de 11.000 personas como máximo permitido en las pasarelas fue superado y la cola comenzó a alargarse en la entrada, pese al tenaz sol lombardo.
Después de que varias personas registraran malestares leves, el mismo artista aconsejó al público que mejor volvieran otro día.
Después hacia las 19H00 hora local, las pasarelas tuvieron que ser evacuadas por la lluvia y el viento, que hicieron que las estructuras se volvieran demasiado inestables.
En más de 50 años, la pareja de artistas Christo y su mujer Jeanne-Claude, fallecida en 2009, han realizado juntos 22 obras monumentales.