La medida fue dictada por la Intendencia de la Región Metropolitana “debido a las malas condiciones de ventilación y con el objeto de resguardar la salud de la población”, según un comunicado difundido en la noche del viernes.
Además de prohibir el uso de estufas a leña o biomasa y la paralización de fuentes fijas en la industria, las autoridades recomendaron suspender las actividades deportivas al aire libre.
La preemergencia es el segundo nivel en intensidad de polución, en un rango que va de 300 a 499 microgramos por metro cúbico de partículas nocivas. A partir de 500 microgramos se decreta la emergencia ambiental.
Durante el invierno la capital chilena soporta la intensificación de la contaminación del aire, debido a la falta de viento por sus particularidades geográficas, al ser un valle rodeado de montañas y la Cordillera de los Andes.
La lluvia permite reducir la contaminación en Santiago en los meses de otoño e invierno austral.
A eso se agrega la actividad de sus siete millones de habitantes y millares de automóviles, transformándola en una de las capitales más contaminadas de la región.
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