Descendiente de emigrantes japoneses, Keiko Sofía nació a la sombra de la presidencia de Alberto Fujimori, ‘El Chino’, quien actualmente purga una condena de cárcel de 25 años por corrupción y crímenes de lesa humanidad perpetrados durante sus diez polémicos años de gobierno (1990-2000).
Durante ese periodo, declaró una guerra sin cuartel a Sendero Luminoso y con ayuda de su mano derecha, Vladimiro Montesinos, se perpetraron en Perú todo tipo de violaciones de los derechos humanos, sobornos, chantajes y corrupción. Como en una telenovela latinoamericana, no faltaron el nepotismo, las traiciones, los amores y los despechos.
Empezando por su esposa, Susana Higuchi. Hija también de inmigrantes japoneses, en 1992 denunció a los hermanos de su entonces todopoderoso marido, por apropiarse de donaciones japonesas que iban para ciudadanos pobres. Ese mismo año, el patriarca Fujimori dio un autogolpe en connivencia con los militares y disolvió el Congreso para reescribir una Constitución tallada a su medida.
En los comicios de 1995, y tras un traumático divorcio, Higuchi trató de desafiarlo en las urnas, pero su astuto exmarido había hecho aprobar una ley que prohibía a los familiares cercanos aspirar a sucederle, lo que la expulsó de la carrera presidencial.
Tras el divorcio de sus padres, Keiko ocupó a los 19 años el puesto de primera dama en sustitución de su madre, quien en 2002 denunció que en la época había sido torturada “por órdenes superiores” en las mazmorras del temido Servicio de Inteligencia Nacional que dirigía Montesinos.
Aunque Susana Higuchi ha aparecido en alguna ocasión apoyando a su hija en la última campaña para las elecciones de este domingo, cercanos al entorno familiar comentan que las relaciones con la actual candidata no son de las mejores. Keiko declaró recientemente que las acusaciones de su madre son “leyendas”.
La sombra del padre
La sombra de un enfermo Fujimori, de 77 años, sigue persiguiendo indeleblemente a la aspirante a convertirse en la primera mujer en dirigir los destinos de Perú. Para bien y para mal.
Para bien, porque muchos analistas consideran que buena parte de las preferencias que le otorgan los sondeos, es voto cautivo heredado de su padre, quien se atribuye haber acabado con la violencia y la inseguridad que generaba Sendero Luminoso.
Y para mal, porque muchos temen que si llega al poder, Keiko perdone al padre, como prometió en su anterior campaña presidencial -y que le hizo perder la apuesta- permitiendo que lo peor del fujimorismo vuelva a campar a sus anchas en el país.
Familia enjuiciada
Tres hermanos de ‘El Chino’, Juana, Rosa y Pedro Fujimori fueron declarados prófugos de la justicia peruana, que los busca por enriquecimiento ilícito, peculado doloso y asociación ilícita para delinquir por el presunto desvío de dinero de donaciones a unas ONG que ellos administraban cuando Alberto era presidente.
Las dos hermanas huyeron a Japón en 2000 y Pedro se fue en 2004 a Estados Unidos, desde donde nunca han regresado. Según el fujimorismo, Pedro murió hace más de tres años.
Otro hermano de Fujimori, Santiago, el menor, fue uno de los miembros más activos en política, luego que Alberto renunció a la presidencia por fax desde Japón.
Santiago no consiguió la vicepresidencia en la fórmula encabezada por Martha Chávez en 2006, pero entró en el Parlamento en la legislatura 2006-2011. En la actualidad vive retirado de la vida pública.
El hijo predilecto
Kenji Gerardo Fujimori, el niño mimado que solía pasear a sus amigos en helicóptero militar, entró en política en 2011 como legislador y nunca ha escondido sus aspiraciones a sentarse en el sillón que un día ocupó su padre, cuyos postulados sigue defendiendo férreamente. Hoy es, por segunda vez consecutiva, el congresista más votado.
Hiro Alberto Fujimori, el hijo mayor del expresidente regresó recientemente desde Japón a Perú, donde ha integrado el consejo de administración de dos empresas de las que es accionista su hermano Kenji, mientras que la otra chica de la familia, Sachi, arquitecta de profesión, está alejada de la política.
La sombra de duda también persigue al esposo de Keiko y padre de sus dos hijas, el ítalonorteamericano Mark Vito Villanella, a quien se le ha cuestionado su fuente de ingresos, aunque él asegura que se dedica al negocio de bienes raíces.
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