El país atraviesa uno de los momentos más complicados desde la invasión de Estados Unidos hace trece años.
KABUL - Afganistán volvió a vivir ayer una jornada sangrienta con ataques talibanes contra objetivos civiles y militares que dejaron al menos 21 muertos y decenas de heridos, mientras el Ejército continuaba sus incursiones en “zonas inseguras” con el resultado de al menos medio centenar de insurgentes muertos. Los talibanes lanzaron en las últimas horas al menos cuatro ataques -dos en Kabul, uno en el suroeste del país y otro en el este- contra diferentes objetivos en un momento complicado para Afganistán, donde la actividad insurgente se ha intensificado a medida que se acerca la fecha de la salida parcial de la OTAN del país.
En uno de los atentados registrados en la capital, al menos seis militares murieron y 17 personas -entre civiles y uniformados- resultaron heridas cuando un hombre a pie y portando explosivos se lanzó contra un autobús con soldados y oficiales del Ejército haciendo detonar la carga. El portavoz de la Policía de Kabul, Hashmat Stanikzai, señaló que el número de muertos podría aumentar porque algunos de los heridos tenían el cuerpo completamente quemado.
Un portavoz del Ministerio de Salud Pública elevó aún más el número de heridos e indicó que al menos 17 personas, la mayoría civiles, fueron ingresados en dos hospitales de Kabul tras el atentado. Fue el segundo ataque ayer en la capital afgana, después de que por la mañana el jefe administrativo de la Corte Suprema de Afganistán, Atiqullah Raufi, muriera al ser tiroteado su vehículo por individuos que le interceptaron en el camino al trabajo. El portavoz talibán Zabihullah Mujahid reivindicó el segundo atentado y afirmó que forma parte de los ataques a “importantes objetivos del enemigo”.
Con relación al primer atentado señaló que “el luchador” que se inmoló portaba un chaleco con explosivos y afirmó que el autobús había sido seguido durante los últimos días. En el suroeste del país, en la provincia de Helmand, otro ataque de insurgentes, en esta oportunidad contra miembros de los equipos que trabajan en el desminado de la zona, dejó 12 trabajadores y cuatro talibanes muertos.
Afganistán atraviesa uno de los momentos más complicados desde la invasión de Estados Unidos y el final del régimen talibán, hace trece años, con un aumento en los últimos meses de los ataques insurgentes tanto en la capital como en diferentes puntos del país, dejando prácticamente a diario muertos y heridos. El incremento de los ataques se producen a punto de finalizar el 31 de diciembre la misión de la OTAN, la ISAF. No obstante, Estados Unidos prevé mantener unos 10.000 soldados hasta 2024 y la Alianza Atlántica continuará en el país con entre 3.000 y 4.000 militares con un nuevo rol a partir de 2015 de asesoramiento y equipamiento de tropas afganas, frente a los alrededor de 130.000 que había en 2012. -
EFE
En uno de los atentados registrados en la capital, al menos seis militares murieron y 17 personas -entre civiles y uniformados- resultaron heridas cuando un hombre a pie y portando explosivos se lanzó contra un autobús con soldados y oficiales del Ejército haciendo detonar la carga. El portavoz de la Policía de Kabul, Hashmat Stanikzai, señaló que el número de muertos podría aumentar porque algunos de los heridos tenían el cuerpo completamente quemado.
Un portavoz del Ministerio de Salud Pública elevó aún más el número de heridos e indicó que al menos 17 personas, la mayoría civiles, fueron ingresados en dos hospitales de Kabul tras el atentado. Fue el segundo ataque ayer en la capital afgana, después de que por la mañana el jefe administrativo de la Corte Suprema de Afganistán, Atiqullah Raufi, muriera al ser tiroteado su vehículo por individuos que le interceptaron en el camino al trabajo. El portavoz talibán Zabihullah Mujahid reivindicó el segundo atentado y afirmó que forma parte de los ataques a “importantes objetivos del enemigo”.
Con relación al primer atentado señaló que “el luchador” que se inmoló portaba un chaleco con explosivos y afirmó que el autobús había sido seguido durante los últimos días. En el suroeste del país, en la provincia de Helmand, otro ataque de insurgentes, en esta oportunidad contra miembros de los equipos que trabajan en el desminado de la zona, dejó 12 trabajadores y cuatro talibanes muertos.
Afganistán atraviesa uno de los momentos más complicados desde la invasión de Estados Unidos y el final del régimen talibán, hace trece años, con un aumento en los últimos meses de los ataques insurgentes tanto en la capital como en diferentes puntos del país, dejando prácticamente a diario muertos y heridos. El incremento de los ataques se producen a punto de finalizar el 31 de diciembre la misión de la OTAN, la ISAF. No obstante, Estados Unidos prevé mantener unos 10.000 soldados hasta 2024 y la Alianza Atlántica continuará en el país con entre 3.000 y 4.000 militares con un nuevo rol a partir de 2015 de asesoramiento y equipamiento de tropas afganas, frente a los alrededor de 130.000 que había en 2012. -
EFE