Unas 18.000 personas volvieron a manifestarse en Dresde (este de Alemania) bajo el paraguas del movimiento “Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente” (Pegida), mientras otros miles de ciudadanos salieron a la calle en diversas ciudades del país para mostrar su rechazo a la xenofobia.
A pesar de que la canciller, Angela Merkel, condenó las marchas de tinte islamófobo en su mensaje de fin de año y pidió que no fueran secundadas, según la policía, la undécima, superó el récord logrado el pasado 22 de diciembre.
Entonces se concentraron en la ciudad alrededor de 17.500 personas, lo que hizo saltar las alarmas de la clase política.
Numerosos ciudadanos se mezclaron en una céntrica explanada de la capital sajona con jóvenes del bloque “ultra” del Dynamo de Dresde, el club de tercera división, siguiendo la consigna de ese movimiento impulsado por Lutz Bachmann, un ciudadano con abultados antecedentes penales.
Con pancartas y proclamas reiteraron sus reivindicaciones en defensa de las “raíces judeo-cristianas” de Alemania y de una ley de asilo más restrictiva para un país que, a su juicio, corre peligro de ser islamizado.
Pegida repitió así su éxito de convocatoria en Dresde pero no ha logrado, por el momento, que el movimiento prenda en otras ciudades. Diversos grupos afines habían convocado concentraciones similares en otros puntos del país, pero apenas reunieron a unos centenares de seguidores.
Paralelamente, miles de ciudadanos salieron a la calle en otros lugares de Alemania para mostrar su rechazo a la islamofobia y para defender un modelo de sociedad democrática y multicultural.
Como ya hizo en diciembre la ópera de Dresde, ciudad donde nació Pegida, algunas ciudades desconectaron además la iluminación nocturna de sus monumentos más emblemáticos para mostrar su oposición a quienes reclaman restringir la llegada de inmigrantes al país.
El deán de la catedral de Colonia, Norbert Feldhoff, fue el primero en anunciar que apagaría la luz de este edificio histórico, donde se guarda la urna con las reliquias de los Reyes Magos.
Después las autoridades locales y otras entidades, como la Iglesia evangélica, se sumaron a su gesto y desconectaron otros lugares representativos de la localidad.
Entonces se concentraron en la ciudad alrededor de 17.500 personas, lo que hizo saltar las alarmas de la clase política.
Numerosos ciudadanos se mezclaron en una céntrica explanada de la capital sajona con jóvenes del bloque “ultra” del Dynamo de Dresde, el club de tercera división, siguiendo la consigna de ese movimiento impulsado por Lutz Bachmann, un ciudadano con abultados antecedentes penales.
Con pancartas y proclamas reiteraron sus reivindicaciones en defensa de las “raíces judeo-cristianas” de Alemania y de una ley de asilo más restrictiva para un país que, a su juicio, corre peligro de ser islamizado.
Pegida repitió así su éxito de convocatoria en Dresde pero no ha logrado, por el momento, que el movimiento prenda en otras ciudades. Diversos grupos afines habían convocado concentraciones similares en otros puntos del país, pero apenas reunieron a unos centenares de seguidores.
Paralelamente, miles de ciudadanos salieron a la calle en otros lugares de Alemania para mostrar su rechazo a la islamofobia y para defender un modelo de sociedad democrática y multicultural.
Como ya hizo en diciembre la ópera de Dresde, ciudad donde nació Pegida, algunas ciudades desconectaron además la iluminación nocturna de sus monumentos más emblemáticos para mostrar su oposición a quienes reclaman restringir la llegada de inmigrantes al país.
El deán de la catedral de Colonia, Norbert Feldhoff, fue el primero en anunciar que apagaría la luz de este edificio histórico, donde se guarda la urna con las reliquias de los Reyes Magos.
Después las autoridades locales y otras entidades, como la Iglesia evangélica, se sumaron a su gesto y desconectaron otros lugares representativos de la localidad.
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