“La catástrofe climática nos acecha”, afirmó ayer el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. |
Las negociaciones toman como referente la convención del clima de 1992.Le Bourget, Francia | AFP |
Los ministros que iniciaron ayer lunes la última semana de negociaciones de cara a un acuerdo global contra el cambio climático tienen sobre la mesa un borrador de 48 páginas en el que persisten divergencias sobre los principales temas en discusión.
El dinero: En el 2009, los países ricos prometieron 100.000 millones de dólares por año a partir del 2020 para financiar la conversión de los países en desarrollo a economías sostenibles. El dinero debe ayudar a la reconversión del carbón abundante y barato hacia energías renovables y construir mecanismos de defensa contra los impactos del cambio climático y sus eventos extremos: tormentas, sequías o elevación del nivel de los océanos.
Está en debate determinar si está incluido en ese monto el dinero privado y los créditos públicos. También queda por definirse la ayuda que países en desarrollo pueden aportar a otros de menores recursos. Y determinar quién califica para recibir la financiación, así como la proporción destinada a la mitigación y la adaptación.
El ping pong de las culpas: Las negociaciones toman como referente la convención del clima de 1992, que consagró el principio de responsabilidades y capacidades “comunes pero diferenciadas”. Asumen que los países desarrollados han estado contaminando desde hace más tiempo y por ello tienen una mayor responsabilidad a la hora de atender el problema que en buena medida provocaron, punto que los países en desarrollo insisten en mantener.
LOS LÍMITES
¿Cuántos grados es fiebre?: En el 2010, los países de la ONU se propusieron limitar el calentamiento promedio global a 2 ºC con relación a la era preindustrial. Los microestados isleños y los países más pobres –los más afectados por el cambio climático– quieren que se establezca una meta más ambiciosa, de 1,5º, idea que ganó respaldo la semana pasada pero aún resistida por India y las grandes potencias petroleras.
El borrador menciona ambas metas como opciones en el capítulo de los objetivos. Corresponde a los ministros adoptar la decisión política de optar por una de ellas, o mantener a ambas.
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