Ante una inflación situada en un nivel récord del 10%, los gigantes de la distribución se niegan a pagar lo que consideran precios irracionales de algunas de las marcas más conocidas del mundo. Las multinacionales de la alimentación argumentan que los costes de fabricación se dispararon por el encarecimiento de los costes de la energía y el transporte, en parte por la guerra en Ucrania.
Pero los supermercados de la principal economía europea dicen que están protegiendo el poder adquisitivo en momentos difíciles y que los incrementos de hasta el 30% en algunos casos son exagerados. “Muchas marcas internacionales intentan sacar ventaja de la inflación para cobrar precios excesivos y aumentar sus beneficios”, dijo un portavoz de Edeka a la AFP, quien afirmó que las demandas de Mars eran “injustificadas”.
Edeka y su rival Rewe, dos de las mayores cadenas de distribución en Alemania, dejaron de recibir alrededor de 300 productos de Mars, conocido por sus barras de chocolate Twix o Snicker, los paquetes de arroz de Ben’s Original y la comida para gatos Whiskas. También aprovecharon para promocionar como alternativas sus marcas propias, más baratas.
Disputa legal
Mars se justifica por el “contexto volátil” y la “presión inflacionaria”. Thomas Roeb, un experto del sector de la distribución en la Universidad Bonn-Rhein-Sieg de Ciencias Aplicadas, dijo que la batalla por las marcas no era nueva y que cada año hay productos retirados por disputas entre supermercados y empresas alimentarias.
“Pero esta vez ha sido un poco menos discreto, porque Edeka y Rewe están afectados al mismo tiempo”, dice Roeb a la AFP. En el Edeka del centro de Berlín, la ausencia de comida para animales, un sector dominado por Mars, es particularmente evidente. En un Rewe cercano, el estante de arroz está medio vacío.
La sección de cereales también tiene un aspecto precario, después de que Rewe no consiguiera cerrar un acuerdo con la empresa estadounidense Kellogg’s que, según medios alemanes, pedía un 30% por sus productos. Guerras de precios similares ocurren con otras marcas. En algunas tiendas no se encuentran los productos de té y café de Jacobs Douwe Egberts.
Los supermercados de bajo precio Aldi y Lidl ya no trabajan con Danone, el mayor productor de yogures del mundo. Además, Edeka y Coca-Cola libran su propia batalla en los tribunales, donde el supermercado recurrió una sentencia reciente que reconocía los derechos del gigante de la bebida para detener su suministro en medio de la disputa.
“Falta comida, bebidas, incluso productos de higiene”, dice Leana Kring, de 24 años, frente a un supermercado en el bulevar Karl-Marx-Allee de Berlín. Esta escasez en los supermercados genera más presión a los consumidores alemanes, que se enfrentan a un invierno desalentador ante la alta inflación y la crisis de energía por el corte de los suministros rusos.
La economía de Alemania, normalmente motor del crecimiento europeo, se prevé que caiga en recesión este año. Un portavoz de Rewe dijo a la AFP que los supermercados no quieren que los consumidores se vean “innecesariamente penalizados” durante “estos tiempos difíciles”. Pero las cadenas de distribución aprovecharon la oportunidad para promover sus marcas blancas, cuya popularidad creció mientras los alemanes controlan más sus gastos.
“¿Precios astronómicos de Mars? Entonces, compra Netto”, dice en una reciente publicación de Instagram de los supermercados de bajo coste Netto, del grupo Edeka. En la tienda de Rewe en la estación berlinesa de Friedrichstrasse, la marca propia de cereales “Ja” (Sí) ha reemplazado las coloridas cajas de Kellogg’s.
Las marcas blancas generaron un 34,6% de la facturación de los supermercados alemanes en el primer trimestre de 2022, según un sondeo de GfK, un aumento de 1,2 puntos respecto al año anterior. “Es más barato y sabe igual”, explica Mirjam Branz, una residente de Berlín de 30 años al dejar el Rewe.
Fuente: AFP.
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