China inaugura el miércoles, la línea de ferrocarril de alta velocidad más larga del mundo, que cubrirá los 2.298 kilómetros que separan Pekín y Cantón en ocho horas, vertebrará el eje norte-sur del país y consolidará al gigante asiático como líder mundial en el uso de "trenes bala".
Con la apertura de la línea, que coincide con el 119 aniversario del nacimiento de Mao Zedong, las autoridades chinas baten su propio récord de longitud, ya que hasta ahora la línea más larga del mundo era la que unía Pekín y Shanghái, de 1.318 kilómetros.
La nueva infraestructura une la capital china con la ciudad más próspera del sur del país en 12 horas menos que los trenes convencionales, y también serán importantes sus conexiones intermedias, con las principales urbes del interior de China (entre ellas Shijiazhuang, Zhengzhou, Wuhan y Changsha).
La mitad de la línea (entre Zhenzghou, en el centro de China, y Cantón, en el sur) ya estaba en funcionamiento, y mañana se abre el tramo norte de ésta, entre Pekín y Zhengzhou, culminando un trayecto que pasará por seis provincias chinas en las que vive casi la mitad de la población nacional (600 millones de personas).
Recientemente se inauguró otra importante línea, entre Pekín y Harbin (vecina a Rusia), la primera del planeta en la que los trenes bala circulan por alta montaña, y unida a la apertura mañana de la Pekín-Cantón supondrá que los viajeros en China podrán viajar del extremo norte al sur del país en alta velocidad.
Los trenes entre Pekín y Cantón, que cruzarán los dos mayores ríos del país (Yangtsé y Amarillo) circularán a dos velocidades (250 y 300 kilómetros por hora), y los billetes costarán, dependiendo de este parámetro, 700 u 800 yuanes (112-128 dólares, 85-97 euros) para la clase turista, o el doble en los vagones de lujo.
La nueva línea hace temer a las aerolíneas un descenso de las ventas de billetes en el trayecto que cubre, si bien los expertos estiman que muchos viajeros seguirán usando el avión para los tramos que superen los mil kilómetros, y optarán por el tren sólo para los viajes intermedios.
La nueva infraestructura une la capital china con la ciudad más próspera del sur del país en 12 horas menos que los trenes convencionales, y también serán importantes sus conexiones intermedias, con las principales urbes del interior de China (entre ellas Shijiazhuang, Zhengzhou, Wuhan y Changsha).
La mitad de la línea (entre Zhenzghou, en el centro de China, y Cantón, en el sur) ya estaba en funcionamiento, y mañana se abre el tramo norte de ésta, entre Pekín y Zhengzhou, culminando un trayecto que pasará por seis provincias chinas en las que vive casi la mitad de la población nacional (600 millones de personas).
Recientemente se inauguró otra importante línea, entre Pekín y Harbin (vecina a Rusia), la primera del planeta en la que los trenes bala circulan por alta montaña, y unida a la apertura mañana de la Pekín-Cantón supondrá que los viajeros en China podrán viajar del extremo norte al sur del país en alta velocidad.
Los trenes entre Pekín y Cantón, que cruzarán los dos mayores ríos del país (Yangtsé y Amarillo) circularán a dos velocidades (250 y 300 kilómetros por hora), y los billetes costarán, dependiendo de este parámetro, 700 u 800 yuanes (112-128 dólares, 85-97 euros) para la clase turista, o el doble en los vagones de lujo.
La nueva línea hace temer a las aerolíneas un descenso de las ventas de billetes en el trayecto que cubre, si bien los expertos estiman que muchos viajeros seguirán usando el avión para los tramos que superen los mil kilómetros, y optarán por el tren sólo para los viajes intermedios.
Para reducir posibles pérdidas, como ocurrió el pasado año con la inauguración de la líneaPekín-Shanghái, muchas líneas aéreas chinas han comenzado a bajar los precios de muchos trayectos con los que la línea Pekín-Cantón hará competencia, lo que no ha evitado el éxito inicial en la venta de billetes de tren bala (30.000 en los tres primeros días en que se ofrecieron).
El tramo Pekín-Cantón supone un nuevo capítulo en la apuesta del país asiático por la alta velocidad, cuya tecnología ya exporta a otros países (como Arabia Saudí o las naciones de Asia Central), si bien el prestigio de los trenes balas chinos quedó dañado en 2011, con el primer accidente mortal de este transporte en el país.
El choque de dos trenes de alta velocidad en julio del pasado año, en el que fallecieron 40 personas, levantó sospechas en torno a la rapidez con la que China construyó la mayor red mundial, en cuatro años y partiendo de cero.
Tras aquel siniestro, que motivó muchas críticas también por la opacidad informativa y la gestión de las tareas de rescate, Pekín decidió ralentizar la construcción de nuevas líneas, también teniendo en cuenta que el anterior ministro de Ferrocarriles, Liu Zhijun, será juzgado por corrupción en el proceso de construcción de esta red.
En el viaje de prueba del tren Pekín-Cantón para periodistas chinos y extranjeros, el pasado sábado 22, el ferrocarril salió con 20 minutos de demora y llegó media hora tarde, lo que ya ha empezado a originar los mismos recelos que el pasado año acompañaron al Pekín-Shanghái, que en los primeros días tuvo muchos retrasos.
El tramo Pekín-Cantón supone un nuevo capítulo en la apuesta del país asiático por la alta velocidad, cuya tecnología ya exporta a otros países (como Arabia Saudí o las naciones de Asia Central), si bien el prestigio de los trenes balas chinos quedó dañado en 2011, con el primer accidente mortal de este transporte en el país.
El choque de dos trenes de alta velocidad en julio del pasado año, en el que fallecieron 40 personas, levantó sospechas en torno a la rapidez con la que China construyó la mayor red mundial, en cuatro años y partiendo de cero.
Tras aquel siniestro, que motivó muchas críticas también por la opacidad informativa y la gestión de las tareas de rescate, Pekín decidió ralentizar la construcción de nuevas líneas, también teniendo en cuenta que el anterior ministro de Ferrocarriles, Liu Zhijun, será juzgado por corrupción en el proceso de construcción de esta red.
En el viaje de prueba del tren Pekín-Cantón para periodistas chinos y extranjeros, el pasado sábado 22, el ferrocarril salió con 20 minutos de demora y llegó media hora tarde, lo que ya ha empezado a originar los mismos recelos que el pasado año acompañaron al Pekín-Shanghái, que en los primeros días tuvo muchos retrasos.
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