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El Gobierno tailandés recurre al estado de excepción


  • Las clases pudientes paralizan la capital y boicotean las elecciones del 2 de febrero.
  • El consejo de ministros toma esta decisión 'para hacer frente' a las manifestaciones.

El gobierno de Tailandia busca restablecer su autoridad con la imposición del estado de emergencia, que otorga poderes especiales a las fuerzas del orden. La medida llega tras más de dos meses de protestas y después de que en los últimos días una persona muriera y decenas resultaran heridas en dos ataques con granadas contra los manifestantes que ocupan varias zonas de la capital.

El objetivo último es lograr las condiciones que permitan celebrar las elecciones previstas para el 2 de febrero, boicoteadas por una oposición que ha anunciado que llevará a cabo "todas las acciones necesarias" para impedir el voto.

El estado de excepción durará 60 días y afecta a Bangkok y las provincias cercanas de Nonthburi, Pathum Thani y Samut Prakan. La decisión de la primera ministra Yingluck Shinawatra tiene un impacto limitado: aunque la líder tailandesa mantiene cierto control sobre la policía, el verdadero árbitro del pulso político que vive el país es un ejército que opera por su cuenta y con independencia del poder civil.

El control de los Shinawatra


Los militares dieron en 2006 el decimoctavo golpe de Estado desde 1932, derrocando al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra. El magnate tailandés sigue controlando el gobierno desde el exilioy ha situado a su hermana como primera ministra. La asonada de hace ocho años agravó la división latente en la sociedad tailandesa y radicalizó las posturas en torno al clan Shinawatra, apoyado mayormente por las poblaciones campesinas del norte del país.

El opositor Movimiento Civil para la Democracia, liderado por el ex senador Suthep Thuagsuban, organizó las primeras protestas el pasado mes de octubre después de que el gobierno tratara de aprobar una ley de amnistía que habría permitido a Thaksin Shinawatra regresar al país sin cumplir los dos años de cárcel a los que fue condenado por corrupción. Apoyados por las élites de la capital y las clases urbanas, los manifestantes mantienen bloqueadas siete grandes intersecciones de Bangkok, han tomado sedes ministeriales y han impedido la imprenta de papeletas para las próximas elecciones.

Los opositores exigen la dimisión en bloque del gobierno interino de Shinawatra, su sustitución por un consejo popular nombrado a dedo y la reforma del Estado antes de que se celebren comicios en un periodo no concretado, pero que fuentes cercanas a Suthep sitúan a dos años vista. Los incidentes violentos que han costado la vida a nueve personas desde el inicio de las últimas movilizaciones aumentan el riesgo de una intervención militar por parte del ejército. El comandante de las fuerzas armadas, Prayuth Chan-Ocha, no ha descartado esa posibilidad a la vez que ha reiterado que su intención es mantenerse neutral. "Todo depende de la situación", decía días atrás el general tailandés.
Acusaciones a los líderes de la protesta

El gobierno acusa a los líderes de la protesta de haber organizado los últimos ataques en un intento de crear el caos y forzar la intervención militar. Thaksin Shinawatra y sus aliados han ganado las últimas cinco elecciones en las que han participado. El ex policía tailandés, que hizo fortuna en las telecomunicaciones antes de convertirse en primer ministro, sigue siendo popular en las provincias del norte, cuya población se ha sentido tradicionalmente marginada de las decisiones que se tomaban en Bangkok.

Todo indica que la tensión irá en aumento según se acerque la fecha de las elecciones, apoyadas por la comunidad internacional y vistas por los manifestantes como una vía para perpetuar los gobiernos populistas del clan Shinawatra. La primera ministra, Yingluck Shinawatra, disolvió el parlamento y convocó los comicios en un intento de reforzar su legitimidad. "No se trata de proteger mi posición, sino la democracia", ha asegurado.


El estado de excepción permite a las fuerzas de seguridad impedir reuniones de más de cinco personas, controlar a la prensa, evacuar zonas urbanas y detener a sospechosos sin necesidad de orden judicial. A pesar de que los manifestantes han tratado de bloquear Bangkok, la ciudad mantiene una actividad normal en la mayoría de sus distritos. En el resto del país, incluidos los principales destinos turísticos, no se ha producido ninguna alteración.


Fuente: elmundo.es

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