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Bolivia: Los desafíos del trabajo infantil

  • Se estima que más de un millón de niños, niñas y adolescentes son usados como mano de obra en el país, tanto en el ámbito rural como el urbano. Los trabajadores menores de edad están incluso organizados. Expertos explicaron a Infobae la problemática
La reforma del Código de Niño, Niña y Adolescente en Bolivia, que está en tratamiento en el Senado y que podría obtener sanción definitiva esta semana, puso en foco la situación de los menores de edad que trabajan en ese país. Dicho código consagrará distintos derechos laborales entre los 14 y 18 años, como aportes a la seguridad social, aguinaldos, remuneración de acuerdo al Código de Trabajo y una hora libre al día para estudiar por fuera del horario escolar.

Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dan cuenta de que unos 848 mil niños y adolescentes, entre los 5 y los 17 años puntualmente, son usados como mano de obra. Pero esos números son de 2008 y actualmente serían mayores. Organizaciones como Save The Children e incluso organismos del mismo gobierno de Evo Morales calculan que hoy en día la cifra supera el millón.

Durante diciembre, cuando la reforma era discutida en la Cámara de Diputados, Bolivia fue escenario de distintas protestas organizadas por niños, niñas y adolescentes trabajadores. No exigían el fin de la explotación de la mano de obra infantil, sino que pedían que se les reconociera su derecho a trabajar y que no se limitara la edad para ejercerlo. De hecho, proponían que el mínimo de 14 años para el trabajo legal fuera reducido, al menos, a los 10 o 12 años.

¿Cómo puede explicarse esta situación cuando la tendencia global es profundizar la erradicación del trabajo infantil? ¿Qué sucede en Bolivia? "Hay dos factores que lanzan a los niños al mercado laboral", señala a Infobae el educador y sociólogo de la ONG Save The Children, Antonio Casas. En primer lugar, en los ámbitos urbanos pesan las necesidades socioeconómicas de la familia. "En muchas familias numerosas, los niños tienen que salir a trabajar", indica. En tanto, en el área rural es más por factores culturales. "En la cultura aymara, la quechua o la guaraní, los niños trabajan a partir de los 7 u 8 años y se incorporan a las actividades que sus padres realizan. Se lo considera formativo", remarca.

"El trabajo infantil es un problema cultural que viene desde hace mucho tiempo. Las familias, como parte de su tradición, hacen que sus hijos ayuden en sus casas. También influyen los factores de la pobreza, el éxodo rural, la desintegración familiar, el abandono, el desempleo o la pérdida de cosechas", agrega, por su parte, la especialista en niñez y ex titular del Programa de Erradicación Progresiva de Trabajo Infantil del Ministerio de Trabajo boliviano, Mabel Durán.

¿Prohibir o regular?

Al estar tan instalado culturalmente, resulta difícil lograr una erradicación completa del trabajo infantil, tal como exigen organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La prioridad, de acuerdo con Durán, es eliminar aquellas actividades de riesgo, aunque aclara que ningún tipo de empleo es recomendable a temprana edad.

"No se busca que los niños o adolescentes dejen de tener ingresos, porque buscan una mejora de sus condiciones de vida o bien se están llevando el pan de cada día. Pero el trabajo nocivo los posterga a ellos y los condena en su vida futura", explica en referencia a las organizaciones que defienden el trabajo infantil.

"Trabajar afecta el rendimiento escolar de los niños y adolescentes. Y al verse perjudicada su educación, se ven perpetuados en una situación de pobreza. Eventualmente pueden dejar la escuela y eso les da pocas posibilidades de acceder a estudios que les permitan mejores condiciones de vida", advierte Durán. Con ella, coincide Casas: "Hoy la asistencia a la escuela es fuerte, casi del 95 por ciento, pero tienen dificultades de aprendizaje".

A esto se suman los problemas de salud. Está comprobado, por ejemplo, que la carga de elementos pesados en niños en etapa de crecimiento puede afectar el correcto desarrollo de la columna vertebral. También se ve perjudicado su tiempo de recreación y de juego, necesario para estimular la creatividad y para relacionarse entre pares.

Por su parte, la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Unatsbo), fundada en el 2000, sostiene que al reconocer que hay niños trabajadores menores de 14 años –la edad legal-, éstos son plausibles de derechos. También defiende el aspecto cultural y formativo del trabajo en los niños.

El año pasado, el presidente Evo Morales se mostró a favor de esta postura y despertó polémica. "No debe prohibirse el trabajo infantil, pero el Estado debe encargarse de cuidarlos, protegerlos. Algunos chicos se quejaron del convenio de la OIT, que no reconoce este esfuerzo de los niños que por distintas razones, de familia, de orfandad, tienen que trabajar. También coincidimos con los niños, cuando uno trabaja desde chico tiene más conciencia social", había dicho.

Mientras tanto, permanece abierto el debate: ¿cómo se debe proteger a los niños y adolescentes que trabajan? La respuesta parece ser regular para dar contención, a la vez que se avanza en la erradicación. "Lo más recomendable es que se reconozca el trabajo de los niños, niñas y adolescentes para darles protección. Y, en tanto, buscar gradualmente su erradicación. Pero hay que trabajar en políticas a favor de ellos", considera Casas.

Asimismo, y a pesar de lo admitido por el mandatario, el Ministerio de Trabajo boliviano impulsa distintos programas y proyectos para desincentivar el trabajo infantil. "Se llevan a cabo políticas públicas, como de estímulos agrícolas para las familias o retirar a los niños de actividades peligrosas. Está el Bono Jacinto Pinto, que busca mejorar la condición de las familias, o el Bono Juana Azurduy para mujeres embarazadas y niños", enumera Durán. Y concluye: "El objetivo es erradicar la pobreza extrema para 2025, de lo que se infiere que no debería haber para entonces niños y adolescentes trabajadores en las peores condiciones".


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