- El alcalde de Iguala y su esposa ‘sembraron’ el terror bajo la sombra del narco.
El alcalde de Iguala y su esposa |
México, D.F.- Nicolás Mendoza Villa lo recordaría meses después por escrito en una notaría del DF. A las seis de la tarde del 31 de mayo de 2013, el ingeniero Arturo Hernández y él vieron cómo dos sicarios cavaban la que iba a ser su fosa.
Ambos estaban presos en un paraje desconocido de Guerrero. Un día antes, les habían secuestrado, pistola en mano, en la carretera hacia Tuxpan junto a otros compañeros de la Unidad Popular, movimiento que defiende a campesinos.
Durante horas los torturaron con un látigo de alambre. El peor parado había sido su líder, Hernández Cardona. Ya de noche llegaron dos hombres conocidos. Andaban tranquilos y con una cerveza en la mano.
Eran el Alcalde Iguala, José Luis Abarca Velázquez, y su jefe de policía, Felipe Flórez Vázquez. El regidor, con quien Hernández Cardona mantuvo disputas, la última, dos días antes en su despacho municipal, se adelantó unos pasos y ordenó que torturaran otra vez a su adversario político.
-¡Ya que tanto estás chingando, me voy a dar el gusto de matarte!, gritó el Alcalde-
Acto seguido, Abarca levantó al ingeniero del suelo y, siempre según esta versión ante notario, lo arrastró hasta la recién terminada fosa.
Ahí, el Alcalde de Iguala le disparó primero a la cara, luego al pecho. El cadáver quedó al descubierto. Otros dos dirigentes de Unidad Popular fueron asesinados.
El hombre que asegura haber visto todo ey pudo escapar fue Nicolás Mendoza Villa, chofer del ingeniero asesinado. Mendoza prestó testimonio ante notario, la esposa del ingeniero presentó denuncia.
La Procuraduría respondió acumulando ocho tomos de diligencias. Pero el alcalde de Iguala siguió gobernando, inaugurando centros comerciales y posando alegre con sus camisas ceñidas.
Unas fotos donde siempre aparece su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa.
“Desde entonces reina el miedo en Iguala”, afirma Sofía Mendoza, consejera del PRD y viuda de Hernández Cardona; una de las pocas personas capaces de romper el círculo del terror y acusar al Alcalde.
El paradero de Abarca es un misterio, pero dejó atrás los frutos de una misteriosa escalada social que, desde su puesto familiar de vendedor de sombreros de paja, le abrió las puertas a un emporio de propiedades.
Desde esta plataforma saltó a la política en 2012 con apoyo de un exsenador del PRD, y pese a su inexperiencia ganó las elecciones de Iguala. La culminación de un sueño. O de una pesadilla. El municipio, de 130 mil habitantes.
En su ascenso le acompañó su esposa, una mujer de carácter duro, cuya cercanía dibuja una sombra oscura. Dos de sus hermanos sirvieron a las órdenes del capo Arturo Beltrán Leyva. Pero tuvieron una carrera corta.
Ambos fueron ejecutados en 2009 cuando se quisieron separar del llamado “Jefe de Jefes”. Un tercer hermano penó por narco y ahora se presume que es uno de los cabecillas de los Guerreros Unidos, que controla Iguala. La madre es señalada como testaferro del narco.
El día de la matanza (26 de septiembre), se informa que la esposa del Edil ordenó el ataque contra los estudiantes.
No quisieron ver
Para la iglesia Católica, Guerrero es otro foco encendido que autoridades de la Federación no quisieron ver, es el reflejo del peligro latente de vivir en un país como México con graves problemas internos, ingobernabilidad, seguridad, corrupción.
En la editorial titulada “En el País de las Matanzas”, del semanario católico “Desde la Fe”, advierte de la progresiva descomposición de Guerrero, estado pobre, hambriento y rezagado.
Ambos estaban presos en un paraje desconocido de Guerrero. Un día antes, les habían secuestrado, pistola en mano, en la carretera hacia Tuxpan junto a otros compañeros de la Unidad Popular, movimiento que defiende a campesinos.
Durante horas los torturaron con un látigo de alambre. El peor parado había sido su líder, Hernández Cardona. Ya de noche llegaron dos hombres conocidos. Andaban tranquilos y con una cerveza en la mano.
Eran el Alcalde Iguala, José Luis Abarca Velázquez, y su jefe de policía, Felipe Flórez Vázquez. El regidor, con quien Hernández Cardona mantuvo disputas, la última, dos días antes en su despacho municipal, se adelantó unos pasos y ordenó que torturaran otra vez a su adversario político.
-¡Ya que tanto estás chingando, me voy a dar el gusto de matarte!, gritó el Alcalde-
Acto seguido, Abarca levantó al ingeniero del suelo y, siempre según esta versión ante notario, lo arrastró hasta la recién terminada fosa.
Ahí, el Alcalde de Iguala le disparó primero a la cara, luego al pecho. El cadáver quedó al descubierto. Otros dos dirigentes de Unidad Popular fueron asesinados.
El hombre que asegura haber visto todo ey pudo escapar fue Nicolás Mendoza Villa, chofer del ingeniero asesinado. Mendoza prestó testimonio ante notario, la esposa del ingeniero presentó denuncia.
La Procuraduría respondió acumulando ocho tomos de diligencias. Pero el alcalde de Iguala siguió gobernando, inaugurando centros comerciales y posando alegre con sus camisas ceñidas.
Unas fotos donde siempre aparece su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa.
“Desde entonces reina el miedo en Iguala”, afirma Sofía Mendoza, consejera del PRD y viuda de Hernández Cardona; una de las pocas personas capaces de romper el círculo del terror y acusar al Alcalde.
El paradero de Abarca es un misterio, pero dejó atrás los frutos de una misteriosa escalada social que, desde su puesto familiar de vendedor de sombreros de paja, le abrió las puertas a un emporio de propiedades.
Desde esta plataforma saltó a la política en 2012 con apoyo de un exsenador del PRD, y pese a su inexperiencia ganó las elecciones de Iguala. La culminación de un sueño. O de una pesadilla. El municipio, de 130 mil habitantes.
En su ascenso le acompañó su esposa, una mujer de carácter duro, cuya cercanía dibuja una sombra oscura. Dos de sus hermanos sirvieron a las órdenes del capo Arturo Beltrán Leyva. Pero tuvieron una carrera corta.
Ambos fueron ejecutados en 2009 cuando se quisieron separar del llamado “Jefe de Jefes”. Un tercer hermano penó por narco y ahora se presume que es uno de los cabecillas de los Guerreros Unidos, que controla Iguala. La madre es señalada como testaferro del narco.
El día de la matanza (26 de septiembre), se informa que la esposa del Edil ordenó el ataque contra los estudiantes.
No quisieron ver
Para la iglesia Católica, Guerrero es otro foco encendido que autoridades de la Federación no quisieron ver, es el reflejo del peligro latente de vivir en un país como México con graves problemas internos, ingobernabilidad, seguridad, corrupción.
En la editorial titulada “En el País de las Matanzas”, del semanario católico “Desde la Fe”, advierte de la progresiva descomposición de Guerrero, estado pobre, hambriento y rezagado.
Fuente: EL PAIS
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