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Brasil elige hoy entre plan social o mercado

  • Casi 143 millones de electores están convocados a las urnas para decidir, en la segunda vuelta, la fórmula que gobernará al gigante sudamericano.
Rio de Janeiro.- La presidenta Dilma Rousseff y su rival socialdemócrata Aécio Neves cerraron sus campañas para la segunda vuelta electoral más reñida en la historia reciente en Brasil.

Tras una campaña llena de drama, sorpresas y ataques entre contendientes, Rousseff aventaja con seis o ocho puntos a Neves, según las últimas encuestas.

Un total de 142.8 millones de brasileños están convocados hoy a las urnas —por segunda vez en un mes—, después de la primera vuelta del 5 de octubre.

Rousseff realizó una caminata por calles de Porto Alegre, donde creció y votará hoy, en un intento por convencer a millones de indecisos, clave en los resultados.

En tanto, Neves visitó la tumba, en Minas Gerais (sureste) de su abuelo, el presidente electo Tancredo Neves, gran figura de la transición a la democracia, fallecido en 1985 antes de asumir el cargo.

Rousseff, ex guerrillera de 66 años, es la primera mujer presidenta de Brasil y quiere ampliar los 12 años del Partido de los Trabajadores (izquierda) en el poder con un plan de política social y combate a la pobreza. En contraste, su contendiente, de 54 años, fue senador y gobernador por el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), que encarna el cambio y es preferido por los mercados.

Ambos se han disputado el liderazgo en los sondeos desde que pasaron a la segunda vuelta y dejaron atrás a la ecologista Marina Silva, quien entró inesperadamente en la carrera tras la muerte del presidenciable socialista Eduardo Campos en un accidente de avión. Silva quedó tercera y ahora apoya a Neves.

Los candidatos han utilizado artillería pesada para minar la imagen del rival.

Rousseff acusa a Neves de nepotismo cuando era gobernador de Minas Gerais; ha insinuado que es agresivo con las mujeres —sin referirse a un reporte de prensa que recorre internet y que asegura que empujó y golpeó a su acompañante en una fiesta en 2009—, y que conduce bajo los efectos del alcohol o drogas (Neves rechazó hacerse una prueba de alcoholemia cuando fue detenido por la policía).

Neves acusa a Rousseff también de nepotismo, pero sobre todo de “incompetencia” para manejar la séptima economía mundial y de “connivencia” con escándalos de corrupción.

En estos últimos días la corrupción saltó al primer plano en este país, indignado con los escándalos de desvíos de dinero público.

Neves abrió el octavo y último debate presidencial el viernes en TV Globo citando información de la revista opositora Veja, que denunció que tanto Rousseff como el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), padrino político de la mandataria, estaban al tanto de desvíos de dinero de Petrobras, la mayor empresa de Brasil, controlada por el Estado.

Alberto Yousseff —cuyo testimonio a la justicia publica Veja— y un ex director de Petrobras, Paulo Roberto Costa, denunciaron sobreprecios en contratos de constructoras con la petrolera destinados a financiar al PT y a partidos aliados. Rousseff calificó las acusaciones de “terrorismo electoral” y anunció que se defenderá ante la justicia.

EL FACTOR CLASE MEDIA

Rousseff y Neves, que según un estudio del diario Folha de Sao Paulodestinaron una cuarta parte de su campaña electoral a atacarse y apenas 12 por ciento, a presentar sus propuestas, saben que para ganar deben convencer principalmente a la clase media del sur y sureste, dividida en partes iguales entre ambos.

El noreste, con la mayor población negra y pobre de Brasil, es un gran bastión del PT, donde los programas sociales benefician a 50 millones de desfavorecidos, una cuarta parte de la población de este país con una de las mayores tasas de desigualdad del mundo. Los electores de mayores ingresos apoyan a Neves y acusan a Rousseff de estancar el crecimiento del país, que entró en recesión en el primer semestre, además de descuidar la inflación, que ha superado el techo de la meta y alcanzó 6.75 por ciento en 12 meses.

Tropas federales reforzaron la seguridad en 224 ciudades del país, cuyos ciudadanos votarán en más de 530 mil urnas electrónicas llevadas hasta las zonas más aisladas de la Amazonia.




AFP/Sao Paulo

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