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LA NOTICIA DESTACADA
El líder supremo del país persa advirtió a Tel Aviv y Washington sobre las acciones hostiles contra la república islámica. El líder supremo ...
París. 12 de Enero.- Al menos dos bomberos han muerto y decenas de personas han resultado heridas de diferente gravedad por la fuerte explosión hoy en una panadería en el centro de París, informó la prefectura de Policía, que corrigió así las cifras ofrecidas momentos antes por el ministro del Interior, Christophe Castaner.
Además de los dos bomberos muertos, diez personas se hallan "en urgencia absoluta" y otras 37 han resultado heridas leves.
La alcaldesa de París confirmó en su cuenta de Twitter el fallecimiento de los dos bomberos, a los que elogió por haber honrado el lema de su cuerpo: "Salvar o morir".
Según los primeros indicios, los bomberos se habían desplazado al lugar para tratar un escape de gas en la panadería, que puede haber sido el origen accidental de la explosión y el consiguiente incendio que ha llenado de humo las calles del centro de París.
La explosión fue de una gran potencia y causó numerosos daños materiales sobre los edificios aledaños, entre ellos varios hoteles, cuyos clientes fueron evacuados por motivos de seguridad.
Los testigos relatan escenas dramáticas de cristales rotos, techos derrumbados, coches volcados y cuerpos por los suelos de la calle Trévise, muy cerca de lugares muy turísticos de la capital francesa como el Museo de Cera o el teatro de variedades Folies Bergère.
Los edificios colindantes han sufrido grandes daños materiales, y han tenido que ser desalojados por motivos de seguridad, al igual que los numerosos hoteles que hay en el barrio, uno de los más turísticos de la capital francesa.
Los servicios de socorro han detectado varias bolsas de gas en varios pisos del edificio que registró la explosión y ahora tratan de verificar que los inmuebles cercanos no presentan ningún riegos para que los vecinos y los clientes de los hoteles puedan volver a sus alojamientos.
FUENTE: EFE
10 de Enero.- Nicolás Maduro asume este jueves su segundo mandato como presidente de Venezuela en medio de una profunda crisis humanitaria y política. A esto se le suma el rechazo de la comunidad internacional.
Nicolás Maduro jurará una vez más como presidente de Venezuela tras imponerse en unas elecciones que, según la oposición, fueron fraudulentas y que tuvo una un altísimo porcentaje de ausentismo.
El líder del régimen chavista jurará ante el Tribunal Supremo de Justicia, esto ante la negativa de tomarle juramento por parte de la Asamblea Nacional (Congreso), debido a que califican su asunción al cargo de ilegal. El juramento de Maduro al frente de su segundo periodo en el Ejecutivo se da en medio de un gran rechazo de la gran mayoría de los gobierno de América y de la propia Unión Europea.
Venezuela atraviesa desde hace varios años una crisis económica sin precedentes, a esto se suma su crisis política y la presión internacional en donde el país caribeño se ve afectado con sanciones económicas por parte de grandes economías, que afecta directamente a las inversiones que se pueden dar en el país, hecho que de por sí golpea aún más su economía.
El Grupo de Lima, que integran Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, Guyana y Santa Lucía decidieron en una reunión reciente no reconocer el nuevo periodo de gobierno de Nicolás Maduro, que se extenderá hasta hasta el 2025.
Durante y después de la ceremonia de asunción se prevé movilizaciones en la capital venezolana en contra del nuevo periodo de gobierno, además Consejo permanente de la Organización de Estados Americanos sesione de manera extraordinaria a fin de debatir y analizar la postura a tomar ante este nuevo sexenio del mandatario venezolano.
La toma de poder de Maduro se dará ante muy pocos jefes de estado de otros países, los asistentes son los presidentes o representantes de gobiernos aliados al régimen tales como Rusia, China, Turquía, Irán, Cuba y Bolivia.
09 de Enero.- El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, confirmó hoy que su país se retiró del pacto de migraciones consensuado en el marco de las Naciones Unidas, para preservar los valores nacionales.
"Brasil es soberano para decidir si acepta o no migrantes", dijo el mandatario brasileño en un mensaje que publicó este martes en su cuenta en Twitter.
En el mensaje, el líder ultraderechista también aseguró que las personas que entren al país tendrán que someterse a las leyes brasileñas y respetar su cultura.
"Quien venga aquí debe estar sujeto a nuestras leyes, reglas y costumbres, así como deberá cantar nuestro himno y respetar nuestra cultura. No cualquiera entra en nuestra casa, ni cualquiera entrará en Brasil vía pacto adoptado por terceros", añadió.
El nuevo presidente de Brasil cerró su mensaje con un "NO AL PACTO MIGRATORIO", con lo que ratificó algo que ya había anunciado en días pasados.
El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular fue ratificado en diciembre en la Asamblea General de la ONU por 152 países, entre ellos Brasil, durante la gestión del ahora expresidente Michel Temer.
Dos de los países que rechazaron adherir al pacto fueron Estados Unidos e Israel, con los que el Gobierno de Bolsonaro busca estrechar los lazos durante su gestión que comenzó el pasado 1 de enero.
Bolsonaro, expresó su voluntad de salir del Pacto Migratorio la misma semana en la que fue firmado el acuerdo en Marrakech, pero la retirada se hizo efectiva este martes, después de que el Ministerio de Relaciones Exteriores notificara a las Naciones Unidas.
Al justificar la decisión, el pasado diciembre, el nuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, aseguró que el país no puede "dejar las puertas totalmente abiertas para que quien quiera entre", una declaración que ha sido respaldada por Bolsonaro.
El ultraderechista defiende la adopción de un "criterio riguroso" para la entrada de inmigrantes en Brasil, país que en los últimos años ha recibido un éxodo de venezolanos que huyen de la crisis política y social de Venezuela.
"No somos contrarios a los inmigrantes, pero para entrar en Brasil hace falta un criterio bastante riguroso. En caso contrario, en lo que dependan de mí, no entrarán", aseguró Bolsonaro en una declaración realizada a través de sus redes sociales el pasado mes de diciembre, antes de asumir la Presidencia.
Bolsonaro citó como ejemplo el "sufrimiento" de Francia ante la llegada de inmigrantes y aseguró que es "insoportable" vivir en algunas regiones del país europeo.
"Está siendo insoportable vivir en algunos lugares de Francia y la tendencia es un aumento de la intolerancia. Los que fueron hacía allí, el pueblo (francés) los acogió de la mejor manera posible, pero ustedes saben de la historia de esas personas, ellos tienen algo dentro de sí que no abandonan sus raíces y quieren hacer prevalecer su cultura, sus derechos de antes, sus privilegios", agregó.
FUENTE: EFE
05 de Enero.- La agrupación Eco-terrorista Individualistas Tendiendo a lo Salvaje (ITS), el grupo que produjo una explosión en la capital chilena que dejó a cinco personas heridas el viernes, amenazó con nuevos atentados.
Cinco personas resultaron lesionadas este viernes, tras la explosión de un artefacto, en una parada del autobús urbano en el centro de Santiago de Chile. El grupo terrorista sería el responsable del ataque y amenazó con nuevos atentados en un escrito que hicieron llegar a los medios de prensa locales. "Tomamos la absoluta responsabilidad por el abandono de nuestro regalo explosivo en un paradero del Transantiago en pleno centro de la capital", indicaron.
"Grandes personajes ejecutivos, políticos, estudiantes y simples ciudadanos están en nuestra mira. La explosión les avisará. Nosotros ya estamos lejos, ocultos y preparando lo próximo", advirtieron en la misiva. Aseguran en el escrito que sus pequeños artefactos han causado un enorme terror y han tenido una gran repercusión mediática. "Que sirva de experiencia para los que tengan ganas de desastre: con poco se hace mucho", añadieron.
Además, señalaron que su amenaza es como una bacteria que opera a nivel internacional, con cómplices en México, Argentina, Brasil, Escocia, España y Grecia.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, condenó la explosión que dejó cinco heridos, uno de ellos grave, y anunció una querella en contra de quienes resulten culpables del atentado que provocó desconcierto en la población.
ASUNCIÓN — 04 DE ENERO.- En un extenso material el diario estadounidense New York Times publica hoy la entrevista del periodista Ernesto Londoño con el narco Marcelo Piloto. Lo había hecho una hora antes del crimen perpetrado por el delincuente, en el que perdió la vida Lidia Meza, en plena Agrupación Especializada. A continuación el material periodístico.
Estaba preparado para una extensa revisión antes de que me dieran acceso al interior de la celda en Paraguay donde se encontraba un reconocido narcotraficante, pero el guardia delgado que estaba apostado frente a las rejas apenas me tocó; tan solo pasó rápidamente sus manos por mi espalda y brazos.
Había ido a la prisión para entrevistar a Marcelo Pinheiro Veiga, quien había recurrido a una maniobra audaz para evitar que lo extraditaran a su natal Brasil: confesó una letanía de delitos cometidos en Paraguay.
Después de la “revisión”, entré a la celda y quedé sentado a menos de medio metro de Pinheiro, tan cerca que noté que tenía un aliento fresco.
“Paraguay es la tierra de la impunidad”, me dijo Pinheiro Veiga tras describir una larga carrera delincuencial que lo llevó a convertirse en uno de los principales contrabandistas de armas y drogas de Paraguay a Brasil.
Horas más tarde, fue difícil no interpretar esas palabras como el presagio de una masacre.
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Poco después de que salí de su celda, alrededor del mediodía de aquel 17 de noviembre, Lidia Meza Burgos, de 18 años, fue llevada a la misma habitación, según los policías paraguayos. Con un cuchillo de mesa simple –el que usaba para comer–, Pinheiro la apuñaló diecisiete veces en el cuello, el pecho y la espalda. La joven murió.
FUNCIONARIOS PARAGUAYOS
Los funcionarios paraguayos creen que el asesinato fue un nuevo y macabro intento del traficante por permanecer bajo custodia de las autoridades de ese país y evitar así las condiciones carcelarias más estrictas que enfrentaría en Brasil.
Como corresponsal de guerra y reportero de temas de delincuencia he entrevistado a varios hombres violentos. Pero este episodio fue particularmente cruento y me dejó más alterado que cualquier otro.
Desde ese día, he repasado durante horas los fragmentos de mi conversación con Pinheiro Veiga buscando indicios de lo que haría después.
He pensado sin descanso en Lidia Meza y en la difícil decisión que enfrentó para entrar a los dominios de un hombre con tantos crímenes horripilantes en su haber.
También he pasado mucho tiempo reflexionando sobre la industria del narcotráfico, un flagelo que ha ensombrecido mi vida desde la infancia.
Nací en Bogotá, Colombia, en 1981, en la década en la que Pablo Escobar y otros capos escribieron un capítulo macabro de la historia de la nación.
De niño, quedé cautivado cuando mis padres nos llevaron al zoológico que Escobar construyó en la Hacienda Nápoles, su enorme propiedad en Envigado, donde hipopótamos, jirafas, tigres y elefantes importados ayudaban a suavizar la imagen de un hombre que asesinó a montones de personas y envenenó la política del país de maneras que perduran hasta nuestros días.
De adulto, temía presentar mi pasaporte en aeropuertos extranjeros. Durante mucho tiempo, fue como si por mi nacionalidad portara una letra escarlata que sugería que llevaba cocaína y por la que, al igual que a muchos de mis compatriotas, fui sometido a salas de inspección siempre deprimentes donde la gente se ve obligada a demostrar que no encarna los peores estereotipos de su país de origen.
CADENAS DEL NARCO
De las cadenas del narcotráfico, los capos siempre me han parecido el eslabón más enigmático. Muchos, en particular Escobar, han sido mitificados en películas y series de televisión en años recientes.
Pero es relativamente extraordinario poder interrogar a los caudillos contemporáneos del oficio, hombres que tal vez siguen dando órdenes incluso tras las rejas. Hombres como Pinheiro Veiga.
Parecía ser la fuente perfecta para un artículo que escribí sobre cómo la violencia del narcotráfico en Brasil se ha filtrado hacia Paraguay, y me dio mucho gusto cuando su abogado pactó el encuentro.
Pinheiro Veiga lucía descansado cuando me saludó, con la camiseta amarilla de la selección de fútbol de Brasil que se ha convertido en una muestra de patriotismo. En su celda había una televisión, un frigorífico y un microondas.
Nuestra conversación se centró en un inicio en Río de Janeiro, ciudad en la cual Pinheiro Veiga creció y que ha sido mi hogar desde 2017. Mencionó que sus padres eran de clase media baja y que fue criado en una de las favelas que forman parte de la constelación de distritos pobres construidos en las colinas.
Pinheiro Veiga, de 43 años, dijo que empezó a delinquir a mediados de los años noventa, cuando un grupo de vecinos lo invitó a unírseles para robar autos.
“Quería aventura”, me dijo, y dejó claro que en su familia, aunque era de origen modesto, nunca había habido carencias.
La aventura duró poco. Pinheiro Veiga fue arrestado en 1997 y sentenciado a veintiséis años de cárcel tras ser declarado culpable de robo a mano armada y otros delitos. Sus primeros días tras las rejas fueron tal vez los más formativos de su carrera, según me explicó.
Estar en prisión junto a homicidas y secuestradores sentenciados hizo que concluyera en poco tiempo que para sobrevivir y prosperar en prisión necesitaba forjar alianzas estratégicas.
“Yo no era más que un ladrón de autos”, dijo. “Tuve que asumir una postura que mostrara que no era débil”.
Eso significó vincularse con algunos de los fundadores del Comando Vermelho, o Comando Rojo, la poderosa organización que controla buena parte del mercado de drogas en Río de Janeiro.
Transcurrida una década en la cárcel, Pinheiro Veiga obtuvo permiso para salir de la prisión durante periodos cortos. Se escapó en la primera oportunidad que tuvo, en 2007.
RELACIONES EN PRISION
Las relaciones que hizo en prisión allanaron el terreno para que asumiera una serie de cargos de liderazgo en el Comando Rojo. En 2012, cuando las autoridades avanzaban con un ambicioso plan para restablecer el control en partes de Río de Janeiro que hacía mucho tiempo estaban en manos de los narcotraficantes, Pinheiro Veiga se sintió demasiado expuesto y decidió que era tiempo de un cambio importante.
“Vine a Paraguay porque era mi única opción”, dijo.
Inicialmente, estableció operaciones en Ciudad del Este, un bullicioso pueblo fronterizo que es una de las mecas mundiales del contrabando.
Pinheiro Veiga comentó que, durante la mayor parte del tiempo que pasó en este pequeño país sin salida al mar, Paraguay era un paraíso para los criminales. Los sobornos a los altos mandos de la policía eran tan generalizados, dijo, que las tarifas de pago para los comandantes de diversos rangos básicamente estaban institucionalizadas.
Pinheiro Veiga afirmó que a un oficial de policía de alto nivel se le hacía un pago inicial de 100.000 dólares para sentar las reglas y generar confianza. El mismo oficial recibía 5000 dólares mensuales, mientras que a cada uno de sus subordinados se le pagaban 2000 dólares.
A cambio, Pinheiro Veiga recibía información cada vez que las autoridades estaban a punto de realizar redadas para buscarlo, lo cual le permitía estar siempre un paso adelante de los policías cuando organizaba envíos de paquetes de cocaína y armas al otro lado de la frontera.
Sin embargo, eso se acabó en diciembre de 2017, cuando oficiales de la Administración de Control de Drogas estadounidense (DEA) compartieron información de sus andanzas con oficiales paraguayos.
Pinheiro Veiga describió sus hazañas con un sorprendente sentimiento de orgullo. Le pregunté si se sentía responsable, al menos en parte, por la violencia epidémica que padece Brasil, donde fueron asesinadas 63.000 personas en 2017, una cifra récord.
“No me gusta ver muerte”, admitió. “No me satisface la muerte. Pero por desgracia en esta guerra esas cosas pasan”.
Pinheiro Veiga me dijo que su mala fama es exagerada y que él era tan solo un delincuente de medio pelo que operaba en un sistema podrido con infractores mucho peores.
“Las verdaderas organizaciones delictivas son los políticos”, afirmó. “Los políticos son los que están robándose todo. ¿A cuánta gente matan indirectamente?”.
Le pregunté a Pinheiro Veiga qué opinaba del nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien ha prometido facilitar que la policía mate a presuntos delincuentes, pues ha dicho que “un criminal muerto es un buen criminal”.
Respondió que salvo que haya una “tregua” entre los líderes del narcotráfico y el Estado y una reforma al sistema de prisiones, que “crea monstruos”, las cosas solo empeorarán.
“Van a matar a mucha gente y no van a cambiar nada”, sentenció Pinheiro Veiga.
Mientras me preparaba para irme, no vi ningún atisbo de lo que las autoridades dijeron que pasó a continuación.
Poco después de que dejé la estación de policía fuertemente resguardada, Lidia Meza fue llevada a la entrada.
Pinheiro Veiga la había contactado semanas antes mediante un portal de internet paraguayo en el que se anuncian prostitutas, según Hugo Volpe, uno de los fiscales que investiga el asesinato.
Los investigadores determinaron lo anterior luego de revisar los mensajes en un celular que Pinheiro Veiga había estado usando en su celda, lo cual dejó claro que seguía trabajando con la delincuencia organizada.
“Todavía estaba traficando armas y drogas por medio de WhatsApp”, dijo Volpe en una entrevista. “Se comunicaba con su gente en todo momento”.
Para convencer a la adolescente de ir a verlo a la cárcel, Pinheiro Veiga le ofreció pagarle casi 200 dólares, afirmó el fiscal.
César Caballero, el abogado que representa a la familia Meza, dijo que la adolescente había sido reclutada por una red de prostitución meses antes mientras trabajaba como comerciante en un ajetreado mercado del centro de Asunción.
Volpe comentó que la motivación de Pinheiro Veiga sin duda era el deseo de retrasar su extradición a Brasil, donde el sistema carcelario es más difícil de corromper.
No obstante, horas después del homicidio, Pinheiro Veiga fue trasladado a su país natal a purgar el resto de su sentencia de veintiséis años. Los fiscales paraguayos están preparando el expediente que esperan permitirá a sus homólogos brasileños sentenciarlo por el homicidio de Lidia Meza.
“Esto no le devolverá la vida a Lidia, ni calmará el dolor de la familia”, dijo Volpe. “Pero si no actuáramos, la sensación de impunidad sería peor”.