Las autoridades han declarado el estado de emergencia en al menos cuatro distritos, antes de desplegar el Ejército para restaurar la calma. “Los choques y los actos terroristas se han propagado”, indicó en un comunicado el jefe del Estado, Thein Sein. “La ayuda de los militares es necesaria”, añadió.
Un responsable policial ha cifrado bajo el anonimato en una veintena el número de muertos. Win Htein, diputada de la Liga Nacional para la Democracia de la opositora Aung San Suu Kyi, calculó en 25 el número de muertos. “Continúan los disturbios. Hay pillajes”, indicó el parlamentario, y precisó que algunos musulmanes fueron reagrupados en lugares seguros. Las víctimas mortales son musulmanas, según precisó la BBC británica.
La policía informó de que al menos 15 monjes budistas quemaron este viernes una casa que pertenecía a una familia musulmana a las afueras de la ciudad de Meiktila. Los disturbios comenzaron el pasado miércoles debido a un enfrentamiento entre un vendedor musulmán y sus clientes. En seguida escaparon a todo control y bandas de monjes prendieron fuego a varios edificios, incluidas mezquitas. Ha comenzado a registrarse escasez de alimentos porque el principal mercado de la ciudad ha estado cerrado durante los últimos cinco días.
Cientos de policías antidisturbios han sido enviados a Meiktila. Algunos residentes les acusan de no haber hecho lo suficiente para frenar el destrozo de barrios enteros.
Estos choques han resucitado el temor a enfrentamientos como los del año pasado, en los que murieron 200 personas en Rakhine y alrededor de 100.000 tuvieron que abandonar sus casas. Entonces, las víctimas fueron mayoritariamente de la etnia rohingya, musulmanes de origen bengalí a los que ni el Gobierno de Birmania ni el de Bangladeshconsidera ciudadanos de sus respectivos países. Los rohingya constituyen la etnia sin Estado más numerosa de Asia.
El miedo y la desconfianza entre los budistas y las minorías musulmanas del país han salido a flote en el clima de apertura política desde la primera elección de un Gobierno en medio siglo, hace dos años.
La ONU ha lanzado un llamamiento a la calma, mientras que Washington y Londres han mostrado su preocupación. Estos incidentes “muestran la tensión entre las dos comunidades, que también se extienden a otras partes del país”, indicó Isabelle Arradon, de Amnistía Internacional. “Hay un verdadero riesgo de nuevos episodios de violencia si las autoridades no toman medidas inmediatas para proteger a los que están en peligro”.
Fuente: El país
Un responsable policial ha cifrado bajo el anonimato en una veintena el número de muertos. Win Htein, diputada de la Liga Nacional para la Democracia de la opositora Aung San Suu Kyi, calculó en 25 el número de muertos. “Continúan los disturbios. Hay pillajes”, indicó el parlamentario, y precisó que algunos musulmanes fueron reagrupados en lugares seguros. Las víctimas mortales son musulmanas, según precisó la BBC británica.
La policía informó de que al menos 15 monjes budistas quemaron este viernes una casa que pertenecía a una familia musulmana a las afueras de la ciudad de Meiktila. Los disturbios comenzaron el pasado miércoles debido a un enfrentamiento entre un vendedor musulmán y sus clientes. En seguida escaparon a todo control y bandas de monjes prendieron fuego a varios edificios, incluidas mezquitas. Ha comenzado a registrarse escasez de alimentos porque el principal mercado de la ciudad ha estado cerrado durante los últimos cinco días.
Cientos de policías antidisturbios han sido enviados a Meiktila. Algunos residentes les acusan de no haber hecho lo suficiente para frenar el destrozo de barrios enteros.
Estos choques han resucitado el temor a enfrentamientos como los del año pasado, en los que murieron 200 personas en Rakhine y alrededor de 100.000 tuvieron que abandonar sus casas. Entonces, las víctimas fueron mayoritariamente de la etnia rohingya, musulmanes de origen bengalí a los que ni el Gobierno de Birmania ni el de Bangladeshconsidera ciudadanos de sus respectivos países. Los rohingya constituyen la etnia sin Estado más numerosa de Asia.
El miedo y la desconfianza entre los budistas y las minorías musulmanas del país han salido a flote en el clima de apertura política desde la primera elección de un Gobierno en medio siglo, hace dos años.
La ONU ha lanzado un llamamiento a la calma, mientras que Washington y Londres han mostrado su preocupación. Estos incidentes “muestran la tensión entre las dos comunidades, que también se extienden a otras partes del país”, indicó Isabelle Arradon, de Amnistía Internacional. “Hay un verdadero riesgo de nuevos episodios de violencia si las autoridades no toman medidas inmediatas para proteger a los que están en peligro”.
Fuente: El país
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