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"Somos muy afortunados por haber tenido dos papas excepcionales"

Sobre las 12.15 del mediodía de ayer, el helicóptero papal sobrevoló el cielo de Castel Gandolfo. Cientos de personas se habían congregado en las puertas del palacio pontificio con la ilusión de formar parte del encuentro histórico entre el Papa Francisco y su antecesor, Benedicto XVI. 

La plaza estaba a rebosar entre lugareños, visitantes y periodistas. La alcaldesa esperaba con su comitiva, asomada al balcón del Ayuntamiento. Llenaban el lugar personas de todas las edades, vecinos de Castel Gandolfo o de los pueblos de alrededor, y otros venidos de lejos, desde Polonia, Austria o México.
Aunque no era seguro que el Papa fuera a asomarse al balcón del palacio, los gestos sorprendentes que han caracterizado los primeros días de pontificado de Francisco mantenían viva la ilusión de saludarlo.
Guillermo y Francesca son de Castel Gandolfo y acudieron ayer a la plaza con el pequeño Leonardo. Estuvieron también el pasado 28 de febrero, cuando Benedicto XVI se despidió de los fieles allí congregados unas horas antes de que su pontificado tocara a su fin. «Es un encuentro histórico, sin precedente», opinaba Guillermo.
Desde Roma se acercaron a Castel Gandolfo Lina con su marido y dos de sus cuatro hijos. «Este es un momento histórico, somos muy afortunados, también por haber tenido dos Papa excepcionales», aseguraba. «Seguramente conversarán sobre los problemas de la Iglesia, de las cosas más hermosas y de las feas; ya Benedicto XVI habló de limpiar la suciedad dentro de la Iglesia».
Cuando el helicóptero papal hizo su aparición, sobre las 12.15 horas, un aplauso unánime y gritos de «¡Viva el Papa!» llenaron la plaza.
Para muchos sería la primera ocasión de ver al nuevo Pontífice, si había suerte. Cuando sobre las 12.30, don Marcelo, obispo de Albano, se dejó ver tras una de las ventanas del primer piso de la villa pontifica, parecía llegado el momento.
«¡Francesco, Francesco!»
El reloj pasaba y la esperanza iba menguando. De vez en cuando, algún espontáneo iniciaba un aplauso atronador o la cantinela: «¡Francesco, Francesco!», con la intención de que el Santo Padre se asomase al escuchar su nombre. Un niño, en hombros de su padre, gritaba: «¡Queremos al Papa!».
Sobre las 13.15, la alcaldesa anunció que el Papa Francisco y Benedicto XVI estaban ya comiendo y no se asomarían. A las 13.30, apareció el padre Lombardi para informar a la prensa sobre el encuentro. Tendríamos que conformarnos con las fotografías oficiales del encuentro para ver a los dos pontífices juntos. Alguien comentó, «nos basta con pensar que el Papa Francisco nos ha visto desde la ventanilla del helicóptero».

Fuente: abc.es

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