Una bandera venezolana cubre la caja de madera flanqueada por una guardia de honor del Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional. A la cabeza una gran cruz dorada. A sus pies una espada de oro, símbolo del Libertador Simón Bolívar. Una vela, a un costado, no para de titilar.
Abierta la urna hasta la mitad de su cuerpo, se aprecia sobre su abdomen una banda roja que en letras bordadas con hilos dorados forman la palabra “Milicia”, un cuerpo de 120.000 civiles en armas, que él formó. No es fácil reparar en los detalles, son cientos de miles los que están afuera esperando su turno.
Uno a uno vamos pasando tras horas de interminables fila al inmenso salón. En torno a las diez y media de la mañana (cuatro de la tarde en la España peninsular), la cola más multitudinaria ya superaba los tres kilómetros, según una estimación del diario 'El Nacional'. Ante la masiva afluencia de seguidores del presidente, las autoridades han organizado una fila para discapacitados y ancianos. El ministro de Exteriores, Elías Jaua, ha indicado que intentarán acelerar el tránsito para que los venezolanos den su último adiós al 'comandante'. Sin embargo, el titular de Comunicación, Ernesto Villegas, ha reconocido que no todos podrán despedirse del mandatario y ha pedido comprensión.
Prohibido tomar imágenes del cadáver
Desde lo alto de un pasillo de vitrales, sólo la cámara oficial toma la escena, sin mostrar el rostro, para trasmisión ininterrumpida en cadena de televisón. Está absolutamente prohibido tomar fotografías del cuerpo. De hecho, aquellos que pasen por la capilla ardiente deberán hacerlo sin bolsos y con los móviles apagados o en modo vibrador.
Cientos de miles, en su mayoría vestidos con camisetas y gorras rojas -color que identifica al chavismo-, llegan hasta allí agotados, entre empellones que a ratos desbordan en desesperación, con hambre y sed. Nadie está dispuesto, sin embargo, a cejar en su empeño de ver al «comandante-presidente» para darle un ultimo adiós.
«¿Por qué todo esto?»
«El hablaba mucho ¿sabe?. Voy a extrañar su voz, sus canciones, sus chistes, sus palabras, como habla el pueblo… su ‘Aló Presidente, comenta en la larga espera Petra Meza, un ama de casa de 66 años, oriunda de Valencia.
Desconsolados, muchos no pueden evitar el llanto que estalla en esos pocos instantes frente al féretro. Unos se santiguan, otros llevan su mano a la frente en saludo militar. «¿Por qué todo esto?. Después de Dios, él», concluye Petra.
El ministro de Defensa, Diego Molero, ha explicado que, una vez constituida la capilla ardiente, las Fuerzas Armadas harán un cañonazo cada hora y, al término de la misma, dispararán 21 salvas en honor al presidente venezolano. Según la 'hoja de ruta' trazada por el Gobierno, la capilla ardiente seguirá abierta hasta el viernes, cuando comenzará el funeral de Estado con la presencia de numerosos líderes internacionales, sobre todo latinoamericanos, aunque también de otras partes del mundo hasta donde Chávez había extendido los lazos de la revolución bolivariana.
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