Además, nueve talibanes murieron en el asalto, lo que eleva el balance a 53, según Najib Danish, adjunto del portavoz del ministerio del Interior.
Unos 34 civiles y 10 miembros de las fuerzas de seguridad afganas (seis militares y cuatro policías) murieron y 91 personas, en su mayoría civiles, resultaron heridas, informó Danish.
Esta acción, que duró al menos siete horas, es la más violenta ocurrida en Afganistán desde el 6 de diciembre de 2011, cuando unos kamikazes se hicieron explotar durante la fiesta chiita del Ashura en Kabul y en Mazar i Sharif (norte), matando a 80 civiles.
Según el gobernador de la provincia de Farah, Mohamad Akram Jpalwak, 12 miembros de las fuerzas de seguridad afganas murieron, además de los 34 civiles, lo que eleva el total de víctimas a 46 muertos y "más de 100 heridos".
Preguntado por la AFP, Jpalwak aseguró que sólo tenía noticia de ocho asaltantes.
El ataque comenzó este miércoles por la mañana y terminó varias horas después. "Cinco atacantes llegaron a las 08H00 (03H30 GMT) al tribunal provincial en dos coches parecidos a los del ejército. Uno de los vehículos estalló a las puertas del edificio. Tres hombres entraron", había contado temprano a la AFP Agha Noor Kentos, jefe de la policía de Farah. "Dos de los asaltantes murieron en un intercambio de disparos con las fuerzas de seguridad. Uno de ellos todavía resiste", añadió Kentos.
Los talibanes reivindicaron el atentado en su página web Voice of Jihad (La voz de la yihad) y precisaron que "dos mártires" murieron en el ataque contra "edificios públicos", entre ellos un "departamento de seguridad".
A continuación, su portavoz, Yusuf Ahmadi, cambió la versión y afirmó en un comunicado que sus hombres llevaron a cabo la ofensiva antes del "proceso injusto" de "varios prisioneros entre los que había muyahidines" (combatientes talibanes) llevado a cabo por las "autoridades provinciales fantoches".
Los asaltantes estaban divididos en "dos grupos", explicó. En un primer momento, "un héroe se hizo explotar en un Ford Ranger (un 4x4 proporcionado por Estados Unidos a las fuerzas afganas y estrictamente utilizado por estas últimas) lleno de explosivos", contó el portavoz talibán.
"Después un grupo de muyahidines armados con granadas y fusiles y con cinturones de explosivos llevó a cabo un ataque violento". Mataron a "35 personas: jueces, fiscales, soldados y policías" e hirieron a "otras 65", explicó Yusuf Ahmadi, quien añadió que "13 prisioneros pudieron escapar".
A pesar de los 11 años de permanencia en Afganistán de la coalición de la OTAN, que les echó del poder, los talibanes no fueron vencidos. Continúan con su lucha contra las fuerzas internacionales y afganas, principalmente en el sur y el este del país.
Farah es una provincia generalmente tranquila, donde el último ataque de envergadura se produjo el año pasado, cuando unos hombres disfrazados de policías afganos y con cinturones de explosivos irrumpieron en un edificio gubernamental, matando a siete personas.
Las fuerzas afganas son el objetivo principal de los rebeldes, que quieren desacreditar a Kabul y disuadir a los que quieren alistarse en el ejército. Unos 3.000 policías y soldados afganos murieron entre marzo de 2012 y marzo de 2013, casi tantos como los militares de la OTAN fallecidos en Afganistán desde finales de 2001.
Sin embargo, son los civiles los que siguen pagando el precio más alto por la guerra que asola su país desde hace más de tres décadas. En seis años, unos 15.000 han muerto por el conflicto, de ellos unos 2.800 solo en 2012, según la ONU.
Fuente: AFP/web
Unos 34 civiles y 10 miembros de las fuerzas de seguridad afganas (seis militares y cuatro policías) murieron y 91 personas, en su mayoría civiles, resultaron heridas, informó Danish.
Esta acción, que duró al menos siete horas, es la más violenta ocurrida en Afganistán desde el 6 de diciembre de 2011, cuando unos kamikazes se hicieron explotar durante la fiesta chiita del Ashura en Kabul y en Mazar i Sharif (norte), matando a 80 civiles.
Según el gobernador de la provincia de Farah, Mohamad Akram Jpalwak, 12 miembros de las fuerzas de seguridad afganas murieron, además de los 34 civiles, lo que eleva el total de víctimas a 46 muertos y "más de 100 heridos".
Preguntado por la AFP, Jpalwak aseguró que sólo tenía noticia de ocho asaltantes.
El ataque comenzó este miércoles por la mañana y terminó varias horas después. "Cinco atacantes llegaron a las 08H00 (03H30 GMT) al tribunal provincial en dos coches parecidos a los del ejército. Uno de los vehículos estalló a las puertas del edificio. Tres hombres entraron", había contado temprano a la AFP Agha Noor Kentos, jefe de la policía de Farah. "Dos de los asaltantes murieron en un intercambio de disparos con las fuerzas de seguridad. Uno de ellos todavía resiste", añadió Kentos.
Los talibanes reivindicaron el atentado en su página web Voice of Jihad (La voz de la yihad) y precisaron que "dos mártires" murieron en el ataque contra "edificios públicos", entre ellos un "departamento de seguridad".
A continuación, su portavoz, Yusuf Ahmadi, cambió la versión y afirmó en un comunicado que sus hombres llevaron a cabo la ofensiva antes del "proceso injusto" de "varios prisioneros entre los que había muyahidines" (combatientes talibanes) llevado a cabo por las "autoridades provinciales fantoches".
Los asaltantes estaban divididos en "dos grupos", explicó. En un primer momento, "un héroe se hizo explotar en un Ford Ranger (un 4x4 proporcionado por Estados Unidos a las fuerzas afganas y estrictamente utilizado por estas últimas) lleno de explosivos", contó el portavoz talibán.
"Después un grupo de muyahidines armados con granadas y fusiles y con cinturones de explosivos llevó a cabo un ataque violento". Mataron a "35 personas: jueces, fiscales, soldados y policías" e hirieron a "otras 65", explicó Yusuf Ahmadi, quien añadió que "13 prisioneros pudieron escapar".
A pesar de los 11 años de permanencia en Afganistán de la coalición de la OTAN, que les echó del poder, los talibanes no fueron vencidos. Continúan con su lucha contra las fuerzas internacionales y afganas, principalmente en el sur y el este del país.
Farah es una provincia generalmente tranquila, donde el último ataque de envergadura se produjo el año pasado, cuando unos hombres disfrazados de policías afganos y con cinturones de explosivos irrumpieron en un edificio gubernamental, matando a siete personas.
Las fuerzas afganas son el objetivo principal de los rebeldes, que quieren desacreditar a Kabul y disuadir a los que quieren alistarse en el ejército. Unos 3.000 policías y soldados afganos murieron entre marzo de 2012 y marzo de 2013, casi tantos como los militares de la OTAN fallecidos en Afganistán desde finales de 2001.
Sin embargo, son los civiles los que siguen pagando el precio más alto por la guerra que asola su país desde hace más de tres décadas. En seis años, unos 15.000 han muerto por el conflicto, de ellos unos 2.800 solo en 2012, según la ONU.
Fuente: AFP/web
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