- Un olor desagradable y un fuerte estallido que hizo temblar las ventanas, el piso y los muebles fue lo primero que los residentes del barrio de East Harlem en Nueva York percibieron.
La explosión registrada esta mañana en un edificio de la isla situada en la desembocadura del río Hudson, que dejó al menos dos personas muertas y 17 heridos, constituye en su mayoría, un fuerte golpe para las familias hispanas que residen en el lugar.
Esa es la historia de los mexicanos Jorge Ortega de 41 años y Flavia Mendoza quienes tan pronto sus oídos percibieron el voraz estruendo en la calle 116, corrieron hacia el lugar en busca de su yerno Yory Salas, de 20, quien se encontraba dentro del edificio situado en 1646.
“Es terrible, no sé nada de mi yerno. Yo estaba trabajado a unas cuadras de aquí cuando escuché la explosión. Inmediatamente vine cuando supe que Yory estaba aquí”, dijo Jorge con su rostro bañado en lágrimas. “Estamos orando y esperamos en Dios que él esté bien”.
De acuerdo con testimonios de los vecinos del edifico, la explosión comenzó como si se tratara de un terremoto y luego un ola de caos se apoderó del lugar.
Diversos medios han recogido declaraciones de las personas que se encontraban en el sitio de los hechos como el de Robert Santiago, quien dijo a la cadena CBS que estaba durmiendo cuando de pronto la explosión sacudió su cama. "Olía muy mal", dijo. "Pensé que se acababa el mundo, que se trataba de un terremoto o de algo parecido. Terrible", señaló.
Algo similar declaró Inés Sánchez, de origen puertorriqueño, a la cadena teleSUR: "Estaba dormida, y a las nueve y media oí el colapso, que yo cai de la cama (...) fue fuerte, fue fuerte".
"Ha sido un caos tremendo, yo me encontraba en mi trabajo (...) de mi casa me llamaron para informamre que era una explosión tremenda. Ha sido algo impresionante (...) temblaron las ventanas".
Pero hay historias de personas que por casualidad o un golpe de suerte, se encomtraban lejos de su hogar en el momento de la explosión como cuenta a ImpreMedia el inmigrante ecuatoriano Manuel Lema, de 42 años.
A él le salvó la vida estar en su trabajo en el momento del estallido. El hombre, quien ha vivido 17 años en el 1646, se encontraba en una fábrica de reparación de pianos en el Sur de El Bronx. “Tengo sentimientos de alegría y tristeza. Mis hermanos y yo estamos a salvo, pero lo perdimos todo. Sólo tengo la ropa que traigo puesta. No sabemos a dónde ir”, dijo Lema con angustia.
El hombre, quien vestía ropa de trabajo y un paliacate rojo atado al cuello, no contuvo las lágrimas. “Me quedé sin hogar, no tengo nada”, expresó mientras caminaba entre la multitud agitada.
Por su parte, el dominicano Carlos Pérez de 48 añosno ocultó su alegría de estar vivo.
“No sé qué habría sido de mi si hubiera estado en casa”, enfatizó, mientras la Policía despejaba el área. “Yo estaba en el trabajo cuando supe de la explosión. Vine corriendo y sólo encontré escombros”.
Pérez lamentó que muchos de sus vecinos resultaran heridos.
“Es una gran tragedia, es algo muy triste. No puedo creer lo que veo, es como una pesadilla”, dijo con voz cortada. “Hoy El Barrio está llorando, tenemos que orar”.
Esa es la historia de los mexicanos Jorge Ortega de 41 años y Flavia Mendoza quienes tan pronto sus oídos percibieron el voraz estruendo en la calle 116, corrieron hacia el lugar en busca de su yerno Yory Salas, de 20, quien se encontraba dentro del edificio situado en 1646.
“Es terrible, no sé nada de mi yerno. Yo estaba trabajado a unas cuadras de aquí cuando escuché la explosión. Inmediatamente vine cuando supe que Yory estaba aquí”, dijo Jorge con su rostro bañado en lágrimas. “Estamos orando y esperamos en Dios que él esté bien”.
De acuerdo con testimonios de los vecinos del edifico, la explosión comenzó como si se tratara de un terremoto y luego un ola de caos se apoderó del lugar.
Diversos medios han recogido declaraciones de las personas que se encontraban en el sitio de los hechos como el de Robert Santiago, quien dijo a la cadena CBS que estaba durmiendo cuando de pronto la explosión sacudió su cama. "Olía muy mal", dijo. "Pensé que se acababa el mundo, que se trataba de un terremoto o de algo parecido. Terrible", señaló.
Algo similar declaró Inés Sánchez, de origen puertorriqueño, a la cadena teleSUR: "Estaba dormida, y a las nueve y media oí el colapso, que yo cai de la cama (...) fue fuerte, fue fuerte".
"Ha sido un caos tremendo, yo me encontraba en mi trabajo (...) de mi casa me llamaron para informamre que era una explosión tremenda. Ha sido algo impresionante (...) temblaron las ventanas".
Pero hay historias de personas que por casualidad o un golpe de suerte, se encomtraban lejos de su hogar en el momento de la explosión como cuenta a ImpreMedia el inmigrante ecuatoriano Manuel Lema, de 42 años.
A él le salvó la vida estar en su trabajo en el momento del estallido. El hombre, quien ha vivido 17 años en el 1646, se encontraba en una fábrica de reparación de pianos en el Sur de El Bronx. “Tengo sentimientos de alegría y tristeza. Mis hermanos y yo estamos a salvo, pero lo perdimos todo. Sólo tengo la ropa que traigo puesta. No sabemos a dónde ir”, dijo Lema con angustia.
El hombre, quien vestía ropa de trabajo y un paliacate rojo atado al cuello, no contuvo las lágrimas. “Me quedé sin hogar, no tengo nada”, expresó mientras caminaba entre la multitud agitada.
Por su parte, el dominicano Carlos Pérez de 48 añosno ocultó su alegría de estar vivo.
“No sé qué habría sido de mi si hubiera estado en casa”, enfatizó, mientras la Policía despejaba el área. “Yo estaba en el trabajo cuando supe de la explosión. Vine corriendo y sólo encontré escombros”.
Pérez lamentó que muchos de sus vecinos resultaran heridos.
“Es una gran tragedia, es algo muy triste. No puedo creer lo que veo, es como una pesadilla”, dijo con voz cortada. “Hoy El Barrio está llorando, tenemos que orar”.
Univision.com
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