"¡Nunca más la guerra, nunca más esta tragedia inútil!", lanzó el pontífice al recordar que con la guerra "se pierde todo". En un sermón improvisado ante miles de tumbas del cementerio estadounidense de Nettuno, el papa argentino oró por "esos jóvenes, justo ahora que el mundo está de nuevo en guerra".
En este cementerio, a 60 km al sur de Roma, están enterrados 7.860 soldados y enfermeras estadounidenses que perdieron la vida en las batallas que empezaron en enero de 1944, tras el desembarco de las tropas aliadas en el puerto de Anzio. "Los hombres hacen todo lo posible para declarar y hacer la guerra y al final se destruyen a sí mismos", comentó, citando las palabras de una anciana japonesa frente a las ruinas de Hiroshima devastada por la bomba nuclear.
"Eso es la guerra: la destrucción de nosotros mismos", insistió. "Si hoy es un día de esperanza, también lo es de lágrimas. Lágrimas como las que derramaron las esposas y las madres durante los conflictos mundiales tras recibir una carta con la trágica frase: Señora, tengo el honor de informarle que su marido ha sido declarado héroe de la patria", agregó. "Una humanidad que no ha aprendido la lección y no parece querer aprenderla", lamentó el pontífice. "Cuántas veces en el curso de la historia los hombres han pensado en hacer la guerra convencidos de llevar un nuevo mundo, una primavera, que termina en un invierno frío y cruel, un reino de terror y muerte", recalcó el papa. "Eso es la guerra y ese es su único fruto: la muerte", subrayó.
El papa que caminó en silencio entre las miles de tumbas con cruces blancas, rindió homenaje poco después a las víctimas de una matanza nazi perpetrada a las puertas de Roma el 24 de marzo de 1944. Ante el monumento de las Fosas Ardeatinas, donde fueron ejecutadas con un tiro en la cabeza 335 personas, entre ellas 75 judíos, como represalia por un atentado de la resistencia contra un camión de soldados nazis en una céntrica vía de Roma, el papa argentino oró por las víctimas de uno de las peores crímenes cometidos en Italia por orden directa de Adolf Hitler.
En ese lugar, en el que judíos y cristianos reposan juntos, símbolo de la locura homicida de cualquier guerra, Francisco depositó ramos de rosas blancas. Al término de la ceremonia, durante la cual estuvo acompañado por el rabino de Roma, Riccardo Di Segni, quien rezó en hebreo, el papa dejó escrito en el registro del memorial una frase: "Aquí están los frutos de la guerra: odio, muerte, venganza. Perdónanos Señor".
La visita del papa a ese lugar reviste importancia para una argentino ya que la masacre de las Fosas Ardeatinas fue organizada por el capitán nazi Erich Priebke, quien murió en Roma en 2013 a la edad de 100 años, tras haber sido condenado en 1998 por la justicia italiana a cadena perpetua. El oficial nazi, que nunca pidió perdón por sus crímenes, residió durante más de 40 años en Argentina, la patria de papa Francisco, que autorizó su extradición en los años 1990 para que fuera juzgado como criminal de guerra.
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