Los manifestantes, llegados desde diferentes ciudades del país portando banderas estadounidenses, camisetas de Barack Obama y pancartas que rezaban: "Nosotros también somos americanos", demandaron además que se interrumpan las deportaciones de indocumentados para detener la fragmentación de familias formadas por algunos miembros estadounidenses y otros que residen ilegalmente en el país.
El drama de las deportaciones -más de millón y medio desde que Obama llegara a la presidencia- ha servido de argumento a favor de la reforma y, ahora que el futuro de ésta se complica, muchas organizaciones piden al presidente que las cancele de manera unilateral, algo que ha rechazado. Este martes les respaldaban ocho congresistas demócratas que al término de la marcha han forzado su arresto en un acto de desobediencia civil frente al Capitolio. Entre los detenidos se encuentran líderes de la lucha por los derechos civiles como John Lewis, representante demócrata por el Estado de Georgia, y Luis Gutiérrez, de Illinois.
La Casa Blanca afirmó posteriormente en un comunicado que "la intensa demostración de apoyo a le reforma prueba la coalición tan amplia que respalda una solución" al sistema migratorio. La Administración Obama empleó este ejemplo como una de las tareas pendientes en el Congreso, pidiéndole que "reabra el gobierno, pague las deudas y vuelva a trabajar" para afianzar la recuperación económica, así como "dejar de lado la política y unirse a los demócratas para arreglar el sistema de de inmigración".
"Nada de lo que hemos hecho hasta ahora en el Senado va a tener un mayor impacto para nuestra economía que la reforma migratoria" aseguró Ileana Ros-Lethinen, congresista republicana, dirigiéndose a los manifestantes en español. El Senado, de mayoría demócrata, aprobó el pasado mes de junio el proyecto de ley más ambicioso de las últimas tres décadas.
"Entiendo la prisa de todas las personas que se han reunido hoy aquí; que el sentimiento que les domine sea la frustración", ha asegurado el congresista Mario Diaz-Balart. "Pero nosotros que formamos parte de la Cámara de Representantes también entendemos ese sentimiento, entendemos que la Cámara no está muy por la labor y que eso no nos ayuda pero seguiremos luchando".
Junto a Balart, el senador demócrata Robert Menendez defendió que los manifestantes "están aquí porque este es también su Capitolio y necesitan que haya una ley que les proteja. Menéndez, uno de los ocho senadores que impulsaron durante seis meses la aprobación de la ley, recordó este martes en Washington que “esta misión no tiene partidos”. El demócrata insistió en que Estados Unidos es una nación de inmigrantes y que éstos contribuyen a “salvar” la economía del país.
La economía ha sido precisamente el último obstáculo en ralentizar el avance de la reforma. Si a finales del verano el debate sobre una posible intervención en Siria alejó las posibilidades de que la legislación fuese considerada en la Cámara de Representantes, en las últimas semanas ha sido apartada por las negociaciones en torno a la deuda y el presupuesto.
Estos obstáculos coinciden además con la falta de acuerdo entre los republicanos. El líder del partido y portavoz de la Cámara, John Boehner, se negó a debatir directamente el texto aprobado por el Senado. Sin embargo, sus compañeros de filas tampoco han propuesto un proyecto de ley alternativo y no han acordado las bases de la reforma con los demócratas como sí ocurrió en el caso de la Cámara Alta.
“La sangre de los inmigrantes corre por nuestras venas”, afirmó ante los manifestantes la líder demócrata, Nancy Pelosi. “Los inmigrantes hacen de América, más América”. Pelosi, ante la ausencia de una propuesta republicana, ha presentado ante la Cámara su propio proyecto de reforma, aunque éste tiene pocas posibilidades de salir adelante.
Tanto Boehner como sus compañeros republicanos han advertido que no están interesados en aprobar una ley que reforme el sistema de inmigración al completo, sino a través de varios textos que traten por separado la regularización de indocumentados, los visados para trabajadores temporales y especializados, o el refuerzo de la seguridad en la frontera.
Los demócratas han rechazado esta estrategia porque temen que los republicanos aprueben aquellos apartados que más les interesan, sin resolver la regularización de los indocumentados. Éste aspecto es el más controvertido para los conservadores, especialmente de cara a un nuevo año electoral en 2014, pero también la condición indispensable para que cualquier ley que apruebe el Congreso sea ratificada por el presidente Obama.
Fuente: El pais.com
El drama de las deportaciones -más de millón y medio desde que Obama llegara a la presidencia- ha servido de argumento a favor de la reforma y, ahora que el futuro de ésta se complica, muchas organizaciones piden al presidente que las cancele de manera unilateral, algo que ha rechazado. Este martes les respaldaban ocho congresistas demócratas que al término de la marcha han forzado su arresto en un acto de desobediencia civil frente al Capitolio. Entre los detenidos se encuentran líderes de la lucha por los derechos civiles como John Lewis, representante demócrata por el Estado de Georgia, y Luis Gutiérrez, de Illinois.
La Casa Blanca afirmó posteriormente en un comunicado que "la intensa demostración de apoyo a le reforma prueba la coalición tan amplia que respalda una solución" al sistema migratorio. La Administración Obama empleó este ejemplo como una de las tareas pendientes en el Congreso, pidiéndole que "reabra el gobierno, pague las deudas y vuelva a trabajar" para afianzar la recuperación económica, así como "dejar de lado la política y unirse a los demócratas para arreglar el sistema de de inmigración".
"Nada de lo que hemos hecho hasta ahora en el Senado va a tener un mayor impacto para nuestra economía que la reforma migratoria" aseguró Ileana Ros-Lethinen, congresista republicana, dirigiéndose a los manifestantes en español. El Senado, de mayoría demócrata, aprobó el pasado mes de junio el proyecto de ley más ambicioso de las últimas tres décadas.
"Entiendo la prisa de todas las personas que se han reunido hoy aquí; que el sentimiento que les domine sea la frustración", ha asegurado el congresista Mario Diaz-Balart. "Pero nosotros que formamos parte de la Cámara de Representantes también entendemos ese sentimiento, entendemos que la Cámara no está muy por la labor y que eso no nos ayuda pero seguiremos luchando".
Junto a Balart, el senador demócrata Robert Menendez defendió que los manifestantes "están aquí porque este es también su Capitolio y necesitan que haya una ley que les proteja. Menéndez, uno de los ocho senadores que impulsaron durante seis meses la aprobación de la ley, recordó este martes en Washington que “esta misión no tiene partidos”. El demócrata insistió en que Estados Unidos es una nación de inmigrantes y que éstos contribuyen a “salvar” la economía del país.
La economía ha sido precisamente el último obstáculo en ralentizar el avance de la reforma. Si a finales del verano el debate sobre una posible intervención en Siria alejó las posibilidades de que la legislación fuese considerada en la Cámara de Representantes, en las últimas semanas ha sido apartada por las negociaciones en torno a la deuda y el presupuesto.
Estos obstáculos coinciden además con la falta de acuerdo entre los republicanos. El líder del partido y portavoz de la Cámara, John Boehner, se negó a debatir directamente el texto aprobado por el Senado. Sin embargo, sus compañeros de filas tampoco han propuesto un proyecto de ley alternativo y no han acordado las bases de la reforma con los demócratas como sí ocurrió en el caso de la Cámara Alta.
“La sangre de los inmigrantes corre por nuestras venas”, afirmó ante los manifestantes la líder demócrata, Nancy Pelosi. “Los inmigrantes hacen de América, más América”. Pelosi, ante la ausencia de una propuesta republicana, ha presentado ante la Cámara su propio proyecto de reforma, aunque éste tiene pocas posibilidades de salir adelante.
Tanto Boehner como sus compañeros republicanos han advertido que no están interesados en aprobar una ley que reforme el sistema de inmigración al completo, sino a través de varios textos que traten por separado la regularización de indocumentados, los visados para trabajadores temporales y especializados, o el refuerzo de la seguridad en la frontera.
Los demócratas han rechazado esta estrategia porque temen que los republicanos aprueben aquellos apartados que más les interesan, sin resolver la regularización de los indocumentados. Éste aspecto es el más controvertido para los conservadores, especialmente de cara a un nuevo año electoral en 2014, pero también la condición indispensable para que cualquier ley que apruebe el Congreso sea ratificada por el presidente Obama.
Fuente: El pais.com
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