Wikileaks publicó el 22 de julio, tres días antes de la inauguración de la convención de investidura de la candidata demócrata, Hillary Clinton, cerca de 20.000 mensajes electrónicos pirateados de las cuentas de siete dirigentes del partido.
Esos correos, que ponían en evidencia el desprecio de estas personas por Bernie Sanders, el rival de Clinton en las primarias, ensombreció el inicio de la gran fiesta demócrata, y puso en una situación embarazosa a esos responsables.
Ese pirateo “fue el último aviso de que informaciones que tienen un gran valor interno pueden ser utilizadas como armas si son publicadas”, afirma Steve Grobman, responsable de la jefatura técnica de IntelSecurity.
“HACKTIVIST”
Según él, ese ataque es “un ejemplo de una iniciativa de ciberactivistas (“hacktivist”) cuyo objetivo es robar informaciones sensibles a una organización y publicarlas de modo de maximizar el daño a su reputación, a sus operaciones o a su funcionamiento”.
Los equipos de campaña son objetivos fáciles, según Bob Hansmann, ya que tienen un gran número de empleados y voluntarios que se desplazan constantemente, equipados a menudo con sus ordenadores y teléfonos inteligentes personales y no necesariamente dotados de los mejores sistemas de seguridad.
La hipótesis de que piratas informáticos rusos estén detrás del ataque, como sostienen numerosos funcionarios y expertos, acentuó los temores.
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