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Siria: Alepo prepara una gigantesca reconstrucción

Alepo, Siria | AFP. Um Fayez lleva dos años sin poder utilizar su lavadora por falta de electricidad. Como todos los habitantes de Alepo, espera con impaciencia las obras de reconstrucción de la que era una de las ciudades más bellas de Siria antes de la guerra.


“Lavamos a mano, pero el agua es muy fría. Ya no aguanto más”, lamenta la quincuagenaria, sentada en la oscuridad frente a una pila de ropa sucia, en su casa del barrio central de Furqan.

Tras cuatro años de combates y la evacuación de decenas de miles de rebeldes y civiles, el régimen anunció el 22 de diciembre la reconquista total de la segunda ciudad del país, tras adueñarse de los últimos barrios insurrectos del este.

En la excapital económica del país, más del 50% de los edificios y de las infraestructuras quedaron parcial o totalmente destruidas, según “una evaluación preliminar optimista” del Ayuntamiento.

El conflicto provocó la deslocalización forzosa de la industria, arruinó el célebre casco antiguo, y privó a los habitantes de servicios básicos como la electricidad y el agua.

‘Ocho millones de dólares’ 

“Hemos vendido el aspirador. ¿De qué nos sirve si no tenemos electricidad?”, dice Um Fayez, que es madre de dos niños. Su marido acaba de volver de su pastelería, caminando en la oscuridad con la ayuda de una linterna.

Los combates acabaron hace dos años con la principal central eléctrica de la zona, la de Sfire, al sureste de Alepo. En cada barrio se oye el zumbido de los generadores, enchufados a las casas mediante una maraña de cables.

Pero cada día, se apagan a medianoche para ahorrar combustible.

Se van a construir nuevas líneas de alta tensión para traer electricidad desde la vecina provincia de Hama, asegura un responsable del ministerio de Electricidad a la AFP.

Las obras, que durarán entre seis meses y un año y medio, costarán más de 4.000 millones de libras sirias -unos ocho millones de dólares-, indica ese responsable.

Los habitantes tampoco tienen agua corriente, ya que la principal estación de bombeo de Suleiman al Halabi sólo funciona a un tercio de su capacidad debido a los combates.

“Suministramos agua a menos del 20% de los barrios de Alepo. Antes de la crisis, alcanzábamos el 70%”, lamenta Issa Korjé, mecánico jefe de la estación.

En un país muy fragmentado por culpa de la guerra y de sus múltiples protagonistas, Alepo afronta un problema adicional: el agua le llega principalmente desde la presa del Éufrates, situada en la vecina provincia de Raqa y controlada por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

“El grupo corta a menudo nuestro suministro”, dice el director del organismo encargado de la distribución de agua potable, Fajer Hamdo.

‘Devolverle la vida a Alepo’ 

Pero la prioridad del Ayuntamiento es hacer desaparecer antes de finales de año la línea de demarcación que separaba el sector oeste, en manos de las fuerzas gubernamentales, de los barrios orientales, que controlaban los rebeldes.

Excavadoras amarillas llevan días desescombrando las calles para evitar que los habitantes tengan que seguir escalando barricadas y saltando por encima de los cráteres que dejaron los obuses.

“El Ayuntamiento ha intervenido enseguida para despejar las vías principales”, indica el administrador de la ciudad, Nadeem Rahmun. “Le vamos a devolver la vida a Alepo y permitir la vuelta del comercio y de la vida social”.

En el casco antiguo, famoso por albergar el mayor zoco cubierto del mundo y una imponente ciudadela, se está llevando a cabo una meticulosa labor de desescombro con vistas a comenzar su restauración, explica Rahmun.

Y en el barrio central de Akiul, algunos habitantes no esconden su alegría al ver cómo las excavadoras destruyen las barricadas.

“Hace unos días, vine a comprobar el estado de la casa de mi hermano”, cuenta Abdel Jawad Nashed, de 32 años. “Tardé hora y media, tuve que escalar montículos de tierra”.

Hoy ha hecho el mismo trayecto en 10 minutos, explica. “Es más fácil sin barricadas”.

Un entusiasmo compartido por Zakaria, de 42 años, propietario de una tienda de muebles: “Gracias a Dios las calles ya no están cortadas entre los barrios del este y el oeste. Alepo vuelve a estar unida”.

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