La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) estima que Rusia ha estacionado 40.000 soldados en su frontera con Ucrania. Aviones de combate, helicópteros, tanques, unidades de logística y artillería están apostados en más de cien puntos estratégicos diferentes desde hace semanas; algunas de estas unidades están a apenas 40 kilómetros de la línea que divide a ambos países. Eso constituye, a todas luces, una amenaza. ¿Qué se trae entre manos realmente el hombre fuerte del Kremlin? Esa pregunta ocupa a muchos militares, políticos y analistas.
A juicio del periodista Alexander Golz, quien escribe para el diario opositor Moscow Times, no es posible fiarse del presidente ruso, Vladimir Putin, cuando éste asegura que no enviará tropas al este de Ucrania. Y eso es lo que inquieta a buena parte de la población de esa exrepública soviética, a la Unión Europea (UE) y también a Estados Unidos. Pero, por otro lado, Golz acota que las Fuerzas Armadas rusas no están en capacidad de invadir y ocupar vastas zonas del territorio ucraniano porque están en medio de un proceso de reforma.
Las limitaciones de Rusia
Las tendencias demográficas en Rusia son sólo uno de los factores que han obligado al Estado a reducir el tamaño de sus Fuerzas Armadas, explica el reportero. Decenas de miles de oficiales han sido despedidos, cientos de unidades “no aptas para el combate” han sido inhabilitadas. Antes de que entrara en vigor la reforma de la institución castrense, Moscú había jerarquizado la cantidad por encima de la calidad, asignándole un valor elevado a la posibilidad de movilizar a millones de reservistas con un simple llamado de trompeta.
Ahora, el Gobierno de Putin invierte todo lo que sea necesario para robustecer las tropas de ataque rápido, un contingente que demostró sus destrezas recientemente, durante la crisis de Crimea. Según Golz, la mayoría de los 50.000 soldados contratados por las Fuerzas Armadas rusas cada año están asignados a esa unidad. No obstante, Rusia estaría ante un desafío demasiado grande si se propusiera conquistar y ocupar grandes territorios de forma duradera –regiones de Ucrania Oriental como Donetsk, Járkov o Lugansk– con esos grupos de ataque raudo.
Golz sostiene que Rusia necesitaría al menos 100.000 soldados –un octavo de sus fuerzas– para blindar su potestad sobre áreas extensas, colocando puestos de control en todas las grandes vías. En una entrevista concedida a la edición online de la revista alemana Focus, Kristian Pester, investigador de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, coincidió con Golz, subrayando que perpetrar ataques puntuales efectivos es más fácil que ocupar un territorio a largo plazo, independientemente de cuán deplorable sea el equipamiento de las tropas ucranianas.
Fuente: dw.de
A juicio del periodista Alexander Golz, quien escribe para el diario opositor Moscow Times, no es posible fiarse del presidente ruso, Vladimir Putin, cuando éste asegura que no enviará tropas al este de Ucrania. Y eso es lo que inquieta a buena parte de la población de esa exrepública soviética, a la Unión Europea (UE) y también a Estados Unidos. Pero, por otro lado, Golz acota que las Fuerzas Armadas rusas no están en capacidad de invadir y ocupar vastas zonas del territorio ucraniano porque están en medio de un proceso de reforma.
Las limitaciones de Rusia
Las tendencias demográficas en Rusia son sólo uno de los factores que han obligado al Estado a reducir el tamaño de sus Fuerzas Armadas, explica el reportero. Decenas de miles de oficiales han sido despedidos, cientos de unidades “no aptas para el combate” han sido inhabilitadas. Antes de que entrara en vigor la reforma de la institución castrense, Moscú había jerarquizado la cantidad por encima de la calidad, asignándole un valor elevado a la posibilidad de movilizar a millones de reservistas con un simple llamado de trompeta.
Ahora, el Gobierno de Putin invierte todo lo que sea necesario para robustecer las tropas de ataque rápido, un contingente que demostró sus destrezas recientemente, durante la crisis de Crimea. Según Golz, la mayoría de los 50.000 soldados contratados por las Fuerzas Armadas rusas cada año están asignados a esa unidad. No obstante, Rusia estaría ante un desafío demasiado grande si se propusiera conquistar y ocupar grandes territorios de forma duradera –regiones de Ucrania Oriental como Donetsk, Járkov o Lugansk– con esos grupos de ataque raudo.
Golz sostiene que Rusia necesitaría al menos 100.000 soldados –un octavo de sus fuerzas– para blindar su potestad sobre áreas extensas, colocando puestos de control en todas las grandes vías. En una entrevista concedida a la edición online de la revista alemana Focus, Kristian Pester, investigador de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, coincidió con Golz, subrayando que perpetrar ataques puntuales efectivos es más fácil que ocupar un territorio a largo plazo, independientemente de cuán deplorable sea el equipamiento de las tropas ucranianas.
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