- B rasil, ese gigantesco país de 198 millones de habitantes, encuadrado entre los denominados 'emergentes' por su crecimiento económico en los últimos años y tradicional imán para el turismo mundial, ha abierto sus puertas de par en par al mundo del deporte, exigiendo el enorme protagonismo que le dará el Mundial de fútbol a partir del próximo 12 de junio.
En tan solo dos años, el país sudamericano acogerá los dos eventos deportivos por excelencia. Si en apenas unos días la pelota acaparará toda la atención, en 2016 los ojos del mundo enfocarán sobre el amplio abanico deportivo que representan los Juegos Olímpicos, que se celebrarán en Rio de Janeiro como insuperable cierre a dos años de protagonismo brasileño.
Ante la concurrencia de estos dos grandes eventos, el país ha tenido que echar el resto para estar a la altura de los exigentes estándares de la FIFA y el COI, responsables últimos de la organización de ambas fiestas del deporte. Una vez celebrados los dos, Brasil estará obligada a pasar revista, hacer números y valorar su gestión ante tamaño despliegue.
De momento, con el Mundial en puertas, y con el balón todavía por rodar, los números se agolpan en contra del Comité organizativo de Brasil 2014. El retraso en la construcción de los estadios, las muertes de ocho obreros y los elevados sobrecostes a los que se ha tenido que adaptar el proyecto mundialista han puesto a Brasil en la picota.
El Mundial más caro de la historia
Las imágenes de las protestas en las calles han dado la vuelta al mundo y la mayoría de las críticas llegan por la elevada financiación necesaria para acoger el Mundial de fútbol, en detrimento de necesidades sociales más urgentes. De hecho, según el último estudio de la consultora Euromericas Sport Marketing, el de Brasil será el Mundial más caro de la historia, con un coste disparado en la construcción y remodelación de los estadios que acogerán el torneo.
De los 3.700 millones de dólares estimados por la organización del Mundial para el gasto en los estadios, el coste se habría elevado hasta 6.700 millones, casi el doble de lo previsto y del mayor gasto hecho hasta ahora en una cita mundialista, los 3.500 millones invertidos en el Mundial de Corea y Japón de 2002. Según el citado informe, el gasto global del Mundial, entre inversión pública y privada, ronda los 60.000 millones de dólares.
Además, los presuntos casos de corrupción han empañado la fase de construcción de los estadios, con casos como el estadio de Brasilia, ciudad sin un gran equipo profesional, que tendrá un estadio de 900 millones de dólares, el triple de lo previsto. El aumento, según auditores del gobierno brasileño, se debería a actuaciones fraudulentas, negadas por la organización del Mundial.
Tras los estadios, el segundo capítulo de gastos más elevado sería el de las telecomunicaciones, donde Brasil habría invertido 8.100 millones de dólares, un presupuesto que se ajusta a los datos previstos por el Ministerio de deportes brasileño. El gasto en telecomunicaciones incluye, entre otras tecnologías, la instalación de 2.000 kilómetros de fibra óptica, el despliegue de la tecnología 4G y la instalación de la más alta tecnología en lugares que carecían de ella.
Seguridad, el gran reto de Brasil
No obstante, de todos los gastos destinados al campeonato del mundo, el que más preocupa a la organización es el dispuesto para la seguridad, el gran caballo de batalla del gobierno brasileño. Detener una de las grandes lacras del país, al menos, durante la disputa del torneo, cuando el país reciba la visita de más de tres millones y medio de visitantes, es el gran objetivo del país.
Brasil basará gran parte de su éxito en la imagen que de al exterior. Así, Brasil ha invertido 1.900 millones de dólares en la seguridad del Mundial, con el que espera tener un impacto positivo en la disminución de los delitos a corto, medio y largo plazo.
Es ahí, en el medio y largo plazo, donde Brasil quiere poner el acento de la inversión realizada. Un país más seguro y con mejores infraestructuras es la respuesta del gobierno a la oleada de críticas recibidas desde el comienzo de la organicación del Mundial. Un éxito en este aspecto allanará el camino hacia los Juegos, el siguiente gran reto del país al que mira todo el planeta.
rtve
Ante la concurrencia de estos dos grandes eventos, el país ha tenido que echar el resto para estar a la altura de los exigentes estándares de la FIFA y el COI, responsables últimos de la organización de ambas fiestas del deporte. Una vez celebrados los dos, Brasil estará obligada a pasar revista, hacer números y valorar su gestión ante tamaño despliegue.
De momento, con el Mundial en puertas, y con el balón todavía por rodar, los números se agolpan en contra del Comité organizativo de Brasil 2014. El retraso en la construcción de los estadios, las muertes de ocho obreros y los elevados sobrecostes a los que se ha tenido que adaptar el proyecto mundialista han puesto a Brasil en la picota.
El Mundial más caro de la historia
Las imágenes de las protestas en las calles han dado la vuelta al mundo y la mayoría de las críticas llegan por la elevada financiación necesaria para acoger el Mundial de fútbol, en detrimento de necesidades sociales más urgentes. De hecho, según el último estudio de la consultora Euromericas Sport Marketing, el de Brasil será el Mundial más caro de la historia, con un coste disparado en la construcción y remodelación de los estadios que acogerán el torneo.
De los 3.700 millones de dólares estimados por la organización del Mundial para el gasto en los estadios, el coste se habría elevado hasta 6.700 millones, casi el doble de lo previsto y del mayor gasto hecho hasta ahora en una cita mundialista, los 3.500 millones invertidos en el Mundial de Corea y Japón de 2002. Según el citado informe, el gasto global del Mundial, entre inversión pública y privada, ronda los 60.000 millones de dólares.
Además, los presuntos casos de corrupción han empañado la fase de construcción de los estadios, con casos como el estadio de Brasilia, ciudad sin un gran equipo profesional, que tendrá un estadio de 900 millones de dólares, el triple de lo previsto. El aumento, según auditores del gobierno brasileño, se debería a actuaciones fraudulentas, negadas por la organización del Mundial.
Tras los estadios, el segundo capítulo de gastos más elevado sería el de las telecomunicaciones, donde Brasil habría invertido 8.100 millones de dólares, un presupuesto que se ajusta a los datos previstos por el Ministerio de deportes brasileño. El gasto en telecomunicaciones incluye, entre otras tecnologías, la instalación de 2.000 kilómetros de fibra óptica, el despliegue de la tecnología 4G y la instalación de la más alta tecnología en lugares que carecían de ella.
Seguridad, el gran reto de Brasil
No obstante, de todos los gastos destinados al campeonato del mundo, el que más preocupa a la organización es el dispuesto para la seguridad, el gran caballo de batalla del gobierno brasileño. Detener una de las grandes lacras del país, al menos, durante la disputa del torneo, cuando el país reciba la visita de más de tres millones y medio de visitantes, es el gran objetivo del país.
Brasil basará gran parte de su éxito en la imagen que de al exterior. Así, Brasil ha invertido 1.900 millones de dólares en la seguridad del Mundial, con el que espera tener un impacto positivo en la disminución de los delitos a corto, medio y largo plazo.
Es ahí, en el medio y largo plazo, donde Brasil quiere poner el acento de la inversión realizada. Un país más seguro y con mejores infraestructuras es la respuesta del gobierno a la oleada de críticas recibidas desde el comienzo de la organicación del Mundial. Un éxito en este aspecto allanará el camino hacia los Juegos, el siguiente gran reto del país al que mira todo el planeta.
rtve
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