La única sobreviviente de un centro de torturas en que el régimen militar brasileño interrogaba a opositores en los años 70 murió a los 72 años.
Inês Etienne Romeu memorizó los nombres de sus torturadores y el lugar de lo que se acabaría conociendo como Casa da Morte (La Casa de la Muerte) en Petrópolis, cerca de Río de Janeiro.
Su testimonio ante la Comisión de la Verdad de Brasil fue clave para exponer los abusos a los derechos humanos perpetrados por el régimen militar.
En 2003 sobrevivió a un asalto en su casa que le hizo perder el habla.
El asaltante nunca fue identificado.
Coraje
Romeu era admirada por mostrar inmenso coraje ante la tortura, resistiendo incluso ante las provocaciones de uno de sus torturadores para que se suicidara.
Sus guardas la llevaron a una autopista y le dijeron que se lanzara frente a uno de los automóviles, pero en su lugar, ella se agarró a la pierna de su torturador y comenzó a gritar para llamar la atención de los viandantes.
Fue sometida a dos semanas más de abusos y cuando finalmente fue entregada a su hermana solo pesaba 32 kilos.
Fue condenada y transferida a una prisión estatal donde pasó ocho años hasta la amnestía general de 1979.
La mujer pasó años divulgando el abuso al que ella y otros prisioneros políticos habían sido sometidos y cuando una comisión de la verdad fue formada en 2012, dio testimonio, ayudada por su hermana.
Romeu le puso nombre a varios de sus torturadores y su testimonio ayudó a identificar al doctor que se dedicaba a mantener con vida a las víctimas para prolongar su sufrimiento.
Más de 400 personas fueron asesinadas o desaparecieron en Brasil entre 1964 y 1985.
La comisión de la verdad identificó a 377 personas como responsables de abusos contra los derechos humanos.
Recomendó que los perpetradores aún con vida, aproximadamente unos 100, fueran llevados a juicio.
Pero la Ley de Amnistía de 1979 lo hace complicado, ya que estipula que ni los militares acusados de tortura o abuso ni los opositores de izquierda acusados de violencia pueden ser procesados.
BBC
Su testimonio ante la Comisión de la Verdad de Brasil fue clave para exponer los abusos a los derechos humanos perpetrados por el régimen militar.
En 2003 sobrevivió a un asalto en su casa que le hizo perder el habla.
El asaltante nunca fue identificado.
Coraje
Romeu era admirada por mostrar inmenso coraje ante la tortura, resistiendo incluso ante las provocaciones de uno de sus torturadores para que se suicidara.
Sus guardas la llevaron a una autopista y le dijeron que se lanzara frente a uno de los automóviles, pero en su lugar, ella se agarró a la pierna de su torturador y comenzó a gritar para llamar la atención de los viandantes.
Fue sometida a dos semanas más de abusos y cuando finalmente fue entregada a su hermana solo pesaba 32 kilos.
Fue condenada y transferida a una prisión estatal donde pasó ocho años hasta la amnestía general de 1979.
La mujer pasó años divulgando el abuso al que ella y otros prisioneros políticos habían sido sometidos y cuando una comisión de la verdad fue formada en 2012, dio testimonio, ayudada por su hermana.
Romeu le puso nombre a varios de sus torturadores y su testimonio ayudó a identificar al doctor que se dedicaba a mantener con vida a las víctimas para prolongar su sufrimiento.
Más de 400 personas fueron asesinadas o desaparecieron en Brasil entre 1964 y 1985.
La comisión de la verdad identificó a 377 personas como responsables de abusos contra los derechos humanos.
Recomendó que los perpetradores aún con vida, aproximadamente unos 100, fueran llevados a juicio.
Pero la Ley de Amnistía de 1979 lo hace complicado, ya que estipula que ni los militares acusados de tortura o abuso ni los opositores de izquierda acusados de violencia pueden ser procesados.
BBC
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