Miles de mujeres y hombres, migrantes desesperados, llegan a pie desde lugares remotos hasta este país, que hace poco para detenerlos. Con suerte en una semana, están en Francia o Alemania.
Cuando Jean-Paul Apetey piensa en lo que debió soportar, le cuesta creer que ha llegado a Europa. Marfileño de 34 años, comandó una embarcación repleta de emigrantes durante un recorrido de Turquía a Grecia; perdió su mochila tratando de eludir a la policía en Macedonia; se escapó de traficantes de Bangladesh; enfrentó a ladrones armados con puñales en Serbia y pudo completar su travesía gracias a un acto de generosidad de una turista francesa deslumbrada con su cabello estilo rasta.
Ahora está en Hungría, un puerto de acceso cada vez más popular entre la gente que trata de ingresar a la Unión Europea. Para llegar aquí hay que sobrellevar a menudo grandes peligros, aunque no tan mortales como las travesías marinas que tan solo en este mes han producido más de 1.000 muertos.
Ni tan grandes como la ruta de los Balcanes, que generalmente termina con la deportación de los migrantes. Las personas como Apetey que llegan hasta aquí generalmente logran cumplir su cometido de ingresar a la UE porque Hungría no hace mucho por frenar a los migrantes que van al oeste. La mayoría están en Francia o Alemania en una semana.
"¡Estoy en Europa!'', gritó Apetey emocionado. "Puedo empezar a ser un ser humano de nuevo''.
La travesía de un grupo de africanos occidentales que fueron acompañados durante dos meses por periodistas de la Associated Press, no obstante, demuestra lo duro que es llegar a destino, las penurias y la brutalidad con que se topan a veces los sueños europeos.
La UE tiene estrictas leyes que rigen la inmigración legal. Pero como demuestra el caso de Hungría, a menudo es imposible hacerlas cumplir si otro país no quiere hacerle frente al problema de la inmigración ilegal.
Las personas deben pedir asilo en el primer país de la UE al que acceden. Grecia, sin embargo, está eximida de hacerlo porque la Corte Europea de Derechos Humanos determinó que su sistema de pedidos de asilo es un caos y no funciona. La anomalía griega implica que las personas que pasan por Hungría procedentes de Grecia deberían ser enviadas de vuelta a Hungría si son pilladas en otros estados de la UE.
Esto rara vez sucede. El año pasado llegaron casi 43.000 personas a Hungría desde los Balcanes y siguieron rumbo a otras naciones de la UE, y solo 152 fueron "regresadas".
(Fuente AP)
Ahora está en Hungría, un puerto de acceso cada vez más popular entre la gente que trata de ingresar a la Unión Europea. Para llegar aquí hay que sobrellevar a menudo grandes peligros, aunque no tan mortales como las travesías marinas que tan solo en este mes han producido más de 1.000 muertos.
Ni tan grandes como la ruta de los Balcanes, que generalmente termina con la deportación de los migrantes. Las personas como Apetey que llegan hasta aquí generalmente logran cumplir su cometido de ingresar a la UE porque Hungría no hace mucho por frenar a los migrantes que van al oeste. La mayoría están en Francia o Alemania en una semana.
"¡Estoy en Europa!'', gritó Apetey emocionado. "Puedo empezar a ser un ser humano de nuevo''.
La travesía de un grupo de africanos occidentales que fueron acompañados durante dos meses por periodistas de la Associated Press, no obstante, demuestra lo duro que es llegar a destino, las penurias y la brutalidad con que se topan a veces los sueños europeos.
La UE tiene estrictas leyes que rigen la inmigración legal. Pero como demuestra el caso de Hungría, a menudo es imposible hacerlas cumplir si otro país no quiere hacerle frente al problema de la inmigración ilegal.
Las personas deben pedir asilo en el primer país de la UE al que acceden. Grecia, sin embargo, está eximida de hacerlo porque la Corte Europea de Derechos Humanos determinó que su sistema de pedidos de asilo es un caos y no funciona. La anomalía griega implica que las personas que pasan por Hungría procedentes de Grecia deberían ser enviadas de vuelta a Hungría si son pilladas en otros estados de la UE.
Esto rara vez sucede. El año pasado llegaron casi 43.000 personas a Hungría desde los Balcanes y siguieron rumbo a otras naciones de la UE, y solo 152 fueron "regresadas".
(Fuente AP)
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