Cuando falta poco más de una semana para el referéndum en el que se juega un mandato más, el presidente boliviano Evo Morales se enfrenta a denuncias por tráfico de influencias en el primer escándalo que lo salpica directamente en 10 años en el poder.
Gabriela Zapata y Evo Morales, un pasado desempolvado tras 10 años Foto: Vanitatis/Libre Red. |
“Es la primera vez que una denuncia de corrupción con pruebas ha tocado al presidente”, dice a la AFP el analista político Carlos Cordero, que recuerda queMorales llegó al poder en 2005 con el mensaje de que era la “reserva moral del país”.
Morales reconoció que había conocido en 2005 a Gabriela Zapata, entonces de 18 años, y tuvo un hijo con ella dos años después, pero a raíz del fallecimiento del bebé se distanciaron y no volvieron a verse, lo que contradice una foto tomada el pasado año en el Carnaval de Oruro.
Las contradicciones en las que ha incurrido el presidente y sus colaboradores más cercanos, entre ellos el propio vicepresidente Álvaro García Linera, no han hecho más que exacerbar la furia de sus detractores.
Mientras el vicepresidente aseguró que Zapata empezó a trabajar como gerente comercial en CAMC en 2015, ella asegura que fue en 2013. Tampoco hay acuerdo en el número de proyectos que la empresa china ganado del gobierno: siete según el gobierno, cinco según la empresa.
El presidente pidió al Congreso, controlado por su partido Movimiento Al Socialismo (MAS), que investigue las denuncias de tráfico de influencias. “No tenemos nada que ocultar”, dijo el jueves.
Y a la Contraloría le ha pedido que investigue “los procedimientos administrativos” en el proceso de contratación entre el Estado y la empresa china.
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