Los agentes implicados en la muerte del columnista trabajaban directamente para el príncipe heredero saudí, que había sido criticado a nivel internacional.
La investigación del fiscal general saudí concluyó que el exasesor principal del príncipe, Saud al-Qahtani, no tenía lazos demostrados con el asesinato, según el canal estatal. Estados Unidos sancionó a Al-Qahtani por su supuesto papel en la operación.
El tribunal también declaró no culpable al cónsul general saudí en Estambul, Mohammed al-Otaibi. Él y otras nueve personas que no fueron identificadas quedaron en libertad tras conocerse los veredictos.
Tras nueve sesiones, el tribunal llegó a la conclusión de que no hubo un intento premeditado de asesinato. Al juicio asistieron unos pocos diplomáticos, pero no se permitió el acceso a la prensa ni al público general.
El asesinato conmocionó al mundo y provocó condenas de la comunidad internacional, incluyendo a Naciones Unidas.
Khashoggi entró a pie en el consulado de su país en Estambul una mañana de octubre de 2018 para recoger la documentación necesaria para casarse con su prometida turca, Hatice Cengiz, que esperaba fuera. No volvió a salir.
Agnes Callamard, investigadora especial de Naciones Unidas y que dirigió la investigación sobre el asesinato, indicó más tarde que no debía dejarse el caso al sistema judicial saudí, «tan vulnerable a la interferencia política».
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