El balance de víctimas provisional puede aumentar en las próximas horas porque muchos de los heridos corren peligro por la escasez de bolsas de sangre, advirtió el doctor Nasra Ali del Hospital Medina, citado por la agencia de noticias EFE.
El atentado fue perpetrado ayer sábado en plena hora pico de una jornada laboral, cuando un presunto suicida hizo estallar una camioneta en la frecuentada intersección que conecta Mogadiscio con la localidad de Afgoye, situada a unos 20 kilómetros al este de la urbe.
«Nuestra ambulancia fue la primera en llegar. Nos encontramos con cuerpos desperdigados y personas heridas. Algunos de los cuerpos habían sido quemados vivos», contó Abshir Mohamed Amina, uno de los socorristas del servicio de ambulancias Aamin sobre el terreno.
El brutal ataque fue reivindicado por la organización fundamentalista islamista Al Shabaab, célula somalí de Al Qaeda desde 2012, según reportó la agencia de noticias ANSA.
Según Mohamed, entre las víctimas figuran 17 policías, 73 civiles somalíes y cuatro extranjeros, de los cuales dos de ellos eran unos ingenieros turcos que trabajaban en la empresa de construcción encargada de las obras en esa carretera, confirmó la embajada de Turquía en Mogadiscio.
Entre los fallecidos, hay también 17 estudiantes de la universidad privada de Benadir, quienes atravesaban el cruce en un colectivo cuando se produjo la explosión.
En las inmediaciones del lugar del ataque, existía una oficina de Tráfico donde decenas de personas acudían a diario para pagar impuestos de circulación y además numerosos coches patrulla, estudiantes y vendedores ambulantes de qat (estimulante vegetal muy consumido en Somalia), según diversos testigos.
Decenas de familias acudieron a los hospitales Erdogan, Medina y la clínica especializada Kalkaal para buscar información sobre el estado de sus parientes, mientras que el personal sanitario pidió a la población que acudiese a donar sangre.
«Se ha solicitado a otros pacientes, familiares e incluso a médicos, enfermeras y personal del hospital que donen sangre con urgencia para ayudar a las víctimas. La situación es mala», aseguró el doctor Yahye Ismail del Hospital Erdogan.
«No recuerdo una tragedia semejante desde el ataque en la intersección de Zoobe (en Mogadiscio)», continuó el médico, en referencia al doble atentado con camión bomba en un mercado de la capital que causó 587 muertos el 14 de octubre de 2017.
Con la cifra de víctimas mortales actual, el ataque de hoy es el tercero más mortífero en la historia reciente de Mogadiscio; solo superado por el de Zoobe, y en octubre de 2011, por la explosión de un suicida del grupo radical islámico Al Shabaab que mató a más de un centenar de personas en un mercado.
El presidente somalí, Mohamed Abdulahi Farmajo, lamentó el ataque y dio sus condolencias a los familiares y amigos de las víctimas.
«Está claro que los terroristas no dejarán (tranquila) a una sola persona en este país. Son nuestros enemigos y tenemos que centrarnos en eliminarlos», sentenció el mandatario en una conferencia de prensa.
Los yihadistas de Al Shabaab habían manifestado recientemente su rechazo a la construcción de esta carretera.
Si bien la capital somalí permanece nominalmente bajo control del gobierno, sufre a menudo atentados de esta organización afiliada a Al Qaeda que controla las áreas rurales del centro y sur de Somalia, país del que quiere expulsar a todas las tropas extranjeras e instaurar un Estado islámico de corte ultraconservador.
Somalia vive en un estado de conflicto y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, una situación que dejó al país sin gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas y señores de la guerra.
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