Las autoridades locales declararon la zona de Sídney y sus alrededores en condiciones «catastróficas», el máximo nivel de alerta por incendios en el país, en referencia al mayor fuego de la historia moderna de Australia desde 2009, ocasión en que murieron 173 personas.
Hoy las tareas de contención y extinción del fuego que realizan los bomberos se dificultaron como consecuencia de las altas temperaturas y por los fuertes vientos que, en la periferia de Sidney, está previsto que superen los 80 kilómetros por hora.
El comisionado del Servicio Rural de Bomberos del estado de Nueva Gales del Sur, Shane Fitzsimmons, dijo que en esta zona al menos una persona está desaparecida y «múltiples» propiedades han quedado calcinadas, según informó EFE.
«Y todavía tenemos la noche por delante», alertó en una rueda de prensa el funcionario del Nueva Gales del Sur, donde esta semana se declaró por segunda vez en dos meses el estado de emergencia, que da poder a los bomberos para cortar carreteras y ordenar evacuaciones.
En ese estado al que pertenece Sidney, unos 2.500 bomberos se enfrentan a 118 focos, y más de la mitad están fuera de control.
El foco que más preocupa a las autoridades es el de Gospers Mountain, a unos 200 kilómetros al noroeste de Sídney, ya que tiene una extensión que equivale a la mitad de la superficie de Puerto Rico.
Allí el fuego comenzó hace más de un mes pero aún no pudo ser contenido y hoy amenazaba las localidades de Lithgow y Bilpin, separadas entre sí por 50 kilómetros, y cerca del Parque Nacional de las Montañas Azules.
Otro foco peligroso es el de Green Wattle Creek, a unos cien kilómetros al suroeste de la ciudad, donde el jueves murieron dos bomberos y tres más resultaron heridos, un incendio que pone en riesgo el cerco que los bomberos lograron hacer a la ciudad.
Además, los bomberos australianos alertaron, a través de su cuenta de Twitter, de la formación de una tormenta eléctrica sobre unos incendios a unos 190 kilómetros al sur de Sídney y que podría formarse otra en Gospers Mountain, lo que describieron como «una situación muy peligrosa».
Nueva Gales del Sur es uno de los estados más afectados por el fuego y también por una de las peores sequías en Australia.
Según cifras oficiales, los incendios provocaron en todo el año la muerte de ocho personas, de los cuales cuatro en este último tiempo, 800 viviendas fueron gravemente afectadas y se quemaron casi 30.000 kilómetros cuadrados de terreno.
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