La actriz y cantante María Antonia Abad Fernández, conocida artísticamente como Sara Montiel, ha muerto de forma súbita a la edad de 85 años en su domicilio de Madrid. Mucho antes de que en Hollywood pudieran desembarcar actores y actrices españoles fue ella, Saristísima -así era conocida por sus allegados-, quien exportó el talento cinematográfico español convirtiéndose en mito sexual e icono del cuplé. Su origen humilde no impidió que fuese la primera estrella española que conquistó América por ello la Academia de Cine la recuerda en su web como "una niña vivaz que terminó plagando los sueños adolescentes de muchas generaciones".
Según algunas informaciones, Sara Montiel habría recibido la asistencia de su médico personal en su domicilio tras sufrir un desvanecimiento pero el doctor nada pudo hacer por salvar su vida. La capilla ardiente de la actriz y cantante se ha instalado en el Tanatorio de San Isidro, informaron fuentes de los servicios funerarios, en cuyo cementerio recibirá mañana sepultura. Numerosos amigos, conocidos y gentes del espectáculo y la cultura han enviado mensajes de condolencia a la familia.Natural de Campo de Criptana (Ciudad Real), saltó a la fama internacional al protagonizar la película más taquillera de la historia del cine español durante muchos años El último cuplé (1957) -actualmente ostenta ese cetro Lo imposible-. Con su siguiente trabajo, La Violetera, se convertiría en la actriz mejor pagada del celuloide de su época y daría un salto internacional al participar en más de 13 películas en México. Cuando Sara Montiel, a los 23 años, rodó Veracruz, en 1954, junto al galán Gary Cooper ya se habló de un romance entre ellos y, a partir de ahí, la fama de famme fatale e icóno erótico la acompañó siempre.
En total, Sara Montiel publicó como cantante una treintena de discos y participó en cerca de 60 películas, muchas de ellas internacionales junto a los galanes del momento: Burt Lancaster, Joan Fontaine, Mario Lanza, Vincent Price y Charles Bronson. Firmó contratos millonarios para Warner Bross y United Artists y trabajó con los directores más reputados, por ejemplo, Anthony Mann quien acabó siendo su primer marido. Pero su vida amorosa fue bastante azarosa.
Tras separarse de Mann en 1960 se casó con el productor José Vicente Ramírez Olalla y luego con el industrial mallorquín Pepe Tous con quien adoptó dos hijos: Thais y Zeus. En su etapa más madura se volvió a casar con Tony Hernández, un cubano de entonces 39 años, declarado admirador de la artista y de dudosa reputación, de quien se separó en 2003.
Y es que muchos fueron los hombres con los que se relacionó a la bella actriz, también con el poeta León Felipe, el dramaturgo Miguel Mihura, el cineasta Mario Camus o el director Ernest Hemingway de quien aprendería una afición que la identificaría para siempre: fumar puros habanos.
Pero, sobre todas estas presuntas conquistas, sobresalió una, un romance que la artista perjuró que fue real en sus memorias -Vivir es un placer (2000)- aunque el implicado lo negase en varias ocasiones: El científico asturiano Servero Ochoa. La familia del Nobel de Medicina también desmintió el idilio, pero eso no impidió que se fraguase la leyenda y que Sara Montiel esculpiese su mito de diva irresistible para el género masculino. "Si repasase la lista entera estaría aquí hasta pasado mañana", manifestaba en 2008 durante un homenaje en su localidad natal.
La vida de Sara Montiel se fue alejando paulatinamente de la escena hasta llegar a ser más popular en la prensa rosa por algunos de sus romances y por sus excesos kitch que por sus películas (en la última de ellas se interpretaba a sí misma). Joyas, viajes, operaciones estéticas y excesos que formaban parte de una vida recargada que ostentaba glamour y que la acompañó hasta el final de sus días. Incluso en los últimos años tuvo algunos problemas financieros derivados de una mala administración de su patrimonio por parte de su tesorero, algo que la llevó a vender algunos de sus pisos, como un ático en Madrid por el que pedía 3 millones.
La buena noticia es que a diferencia de otras estrellas olvidadas en sus hoas más bajas, Sara Montiel no se apagó antes de ser honrada y recibir numerosos reconocimientos profesionales. A los numerosos premios que recibió a lo largo de su trayectoria se sumaron otros más tardíos como cuando fue galardonada con la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha (2008) y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2010). También recibió la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. En 1994, el actor Burt Lancaster entregó el Golden Eagle, el premio más importante del showbussines hollywoodiense y en 2011 recibió una Estrella en el Paseo de la Fama de Madrid. En 2012 regresó a Estados Unidos para ofrecer una pequeña gira de conciertos y charlas. En su aparición en Nueva York la actriz pudo comprobar como aún seguía siendo recordada ya que su visita atrajo tantos periodistas como Mario Vargas Llosa y el alcalde Michael Bloomberg le envió una elogiosa carta. En esta visita, como colofón, recibió un homenaje que le rindió el Instituto Cervantes de Nueva York.
Haciendo gala siempre de su incuestinable humor socarrón, el pasado 11 de marzo, cuando cumplió los 85 años, bromeaba asegurando que iba a tener "genio y figura hasta la sepultura". Y no nos ha defraudado.
Fuente: lavanguardia.com/
Según algunas informaciones, Sara Montiel habría recibido la asistencia de su médico personal en su domicilio tras sufrir un desvanecimiento pero el doctor nada pudo hacer por salvar su vida. La capilla ardiente de la actriz y cantante se ha instalado en el Tanatorio de San Isidro, informaron fuentes de los servicios funerarios, en cuyo cementerio recibirá mañana sepultura. Numerosos amigos, conocidos y gentes del espectáculo y la cultura han enviado mensajes de condolencia a la familia.Natural de Campo de Criptana (Ciudad Real), saltó a la fama internacional al protagonizar la película más taquillera de la historia del cine español durante muchos años El último cuplé (1957) -actualmente ostenta ese cetro Lo imposible-. Con su siguiente trabajo, La Violetera, se convertiría en la actriz mejor pagada del celuloide de su época y daría un salto internacional al participar en más de 13 películas en México. Cuando Sara Montiel, a los 23 años, rodó Veracruz, en 1954, junto al galán Gary Cooper ya se habló de un romance entre ellos y, a partir de ahí, la fama de famme fatale e icóno erótico la acompañó siempre.
En total, Sara Montiel publicó como cantante una treintena de discos y participó en cerca de 60 películas, muchas de ellas internacionales junto a los galanes del momento: Burt Lancaster, Joan Fontaine, Mario Lanza, Vincent Price y Charles Bronson. Firmó contratos millonarios para Warner Bross y United Artists y trabajó con los directores más reputados, por ejemplo, Anthony Mann quien acabó siendo su primer marido. Pero su vida amorosa fue bastante azarosa.
Tras separarse de Mann en 1960 se casó con el productor José Vicente Ramírez Olalla y luego con el industrial mallorquín Pepe Tous con quien adoptó dos hijos: Thais y Zeus. En su etapa más madura se volvió a casar con Tony Hernández, un cubano de entonces 39 años, declarado admirador de la artista y de dudosa reputación, de quien se separó en 2003.
Y es que muchos fueron los hombres con los que se relacionó a la bella actriz, también con el poeta León Felipe, el dramaturgo Miguel Mihura, el cineasta Mario Camus o el director Ernest Hemingway de quien aprendería una afición que la identificaría para siempre: fumar puros habanos.
Pero, sobre todas estas presuntas conquistas, sobresalió una, un romance que la artista perjuró que fue real en sus memorias -Vivir es un placer (2000)- aunque el implicado lo negase en varias ocasiones: El científico asturiano Servero Ochoa. La familia del Nobel de Medicina también desmintió el idilio, pero eso no impidió que se fraguase la leyenda y que Sara Montiel esculpiese su mito de diva irresistible para el género masculino. "Si repasase la lista entera estaría aquí hasta pasado mañana", manifestaba en 2008 durante un homenaje en su localidad natal.
La vida de Sara Montiel se fue alejando paulatinamente de la escena hasta llegar a ser más popular en la prensa rosa por algunos de sus romances y por sus excesos kitch que por sus películas (en la última de ellas se interpretaba a sí misma). Joyas, viajes, operaciones estéticas y excesos que formaban parte de una vida recargada que ostentaba glamour y que la acompañó hasta el final de sus días. Incluso en los últimos años tuvo algunos problemas financieros derivados de una mala administración de su patrimonio por parte de su tesorero, algo que la llevó a vender algunos de sus pisos, como un ático en Madrid por el que pedía 3 millones.
La buena noticia es que a diferencia de otras estrellas olvidadas en sus hoas más bajas, Sara Montiel no se apagó antes de ser honrada y recibir numerosos reconocimientos profesionales. A los numerosos premios que recibió a lo largo de su trayectoria se sumaron otros más tardíos como cuando fue galardonada con la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha (2008) y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2010). También recibió la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. En 1994, el actor Burt Lancaster entregó el Golden Eagle, el premio más importante del showbussines hollywoodiense y en 2011 recibió una Estrella en el Paseo de la Fama de Madrid. En 2012 regresó a Estados Unidos para ofrecer una pequeña gira de conciertos y charlas. En su aparición en Nueva York la actriz pudo comprobar como aún seguía siendo recordada ya que su visita atrajo tantos periodistas como Mario Vargas Llosa y el alcalde Michael Bloomberg le envió una elogiosa carta. En esta visita, como colofón, recibió un homenaje que le rindió el Instituto Cervantes de Nueva York.
Haciendo gala siempre de su incuestinable humor socarrón, el pasado 11 de marzo, cuando cumplió los 85 años, bromeaba asegurando que iba a tener "genio y figura hasta la sepultura". Y no nos ha defraudado.
Fuente: lavanguardia.com/
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