- París,- La vida privada del presidente francés, François Hollande, acaba de ser de nuevo expuesta al mundo en la prensa, a la que el jefe del Estado felicitará el año el martes, una formalidad que esta vez adquiere una enorme expectación.
La tradicional felicitación que la presidencia envía a la prensa en forma de acto institucional en el Palacio del Elíseo, prevista para el 14 de enero como una conferencia de prensa, será esta vez con seguridad seguida entre otros motivos para analizar la respuesta de Hollande a un nuevo reto a su imagen pública.
La bomba mediática lanzada el jueves por la noche por una revista del corazón con supuestas fotografías que, según el medio, demuestran una relación sentimental del presidente con la actriz Julie Gayet es un nuevo capítulo de una serie que no debe sorprender a los franceses: los asuntos de alcoba de la jefatura del Estado.
Los medios galos se libran este fin de semana al habitual debate entre partidarios y detractores de la transparencia en estos asuntos, al usual intercambio de opiniones entre quienes quieren juzgar al jefe del Estado únicamente por su acción pública y quienes además pretenden valorarle por su vida privada.
En el caso de Hollande no es materia novedosa: su relación con la periodista Valérie Trierweiler, sin vínculo matrimonial entre ambos, ya influyó de manera importante en el inicio del mandato presidencial cuando ella difundió en un tuit un mensaje retador contra la anterior compañera sentimental del político socialista, Ségolène Royal.
La presidencia "normal" anunciada por Hollande, por contraposición a una "hiperactiva" presidencia atribuida a su predecesor, el conservador Nicolas Sarkozy, mantiene efectivamente un nivel de normalidad desde el punto de vista de la exposición pública reciente de la vida íntima del jefe del Estado.
Así fue precisamente con Sarkozy, cuya relación con la exmodelo y cantante Carla Bruni invadió desde los primeros pasos de su presidencia una acción oficial en la que el presidente alimentó la atención de los medios de comunicación, ya curiosos por saber cómo cambió de pareja el expresidente.
Sin embargo la presidencia de la V República francesa, la comenzada con el general Charles de Gaulle en 1958 y que fortaleció los poderes del jefe del Estado, se caracterizó en sus comienzos por una acentuada confidencialidad de la vida privada del máximo mandatario del país.
Su sucesor, Georges Pompidou, abrió esa parcela de la intimidad a los medios, que con motivo de los rumores en torno a la muerte de un exguardaespaldas del actor Alain Delon, llegaron a interesarse tibiamente por rumores que afectaban a su esposa y que no alcanzaron la notoriedad que hoy se presta a la vida privada de los presidentes.
Posteriormente, a Valéry Giscard D'Estaing se le adjudicarían inclinaciones extramaritales mencionadas por los medios franceses pero con la excusa de hacerse eco de informaciones publicadas en el extranjero.
El cambio llegó con el socialista François Mitterrand, como hoy se recuerda a propósito del asunto que pone los focos sobre la vida privada de Hollande: la revista "Paris Match" publica en 1994 fotografías de la hija ilegítima del presidente, Mazarine, y comienza ciertamente lo que en Francia ya se conoce como la "peoplelisation", o vulgarización en la prensa del corazón, de los asuntos de Estado.
Con el conservador Jacques Chirac los medios franceses divulgan ya con menor pudor noticias que difunden el "gusto por las mujeres" de un presidente al que además se le llega a adjudicar un hijo secreto en 1996 (rumor no probado), pero todavía no hay nombres de personas, los eventuales "líos" del jefe del Estado no son identificados.
Sarzkozy, ya dos años antes de acceder a la presidencia, en 2005, confiesa en la televisión sus problemas conyugales con su esposa, Cécilia, y lleva con su llegada al Elíseo en 2007 la atención mediática sobre una relación que se rompe y así lo exhibe públicamente, hasta que pasea su nuevo amor con Bruni.
Hollande conecta así con una práctica por lo tanto no general durante la V República pero sí acentuada con los últimos presidentes, aunque en su caso coincide con una popularidad entre los franceses que alcanza mínimos históricos.
(EFE)
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