A las 23.15 hora local, cumpliendo con el exigente horario de la organización, la escuela de samba Leandro de Itaquera inauguraba los desfiles del Grupo Especial, una especie de "serie A" del carnaval de la ciudad más poblada de Brasil en el sámbodromo de Anhembi, proyectado por el arquitecto Óscar Niemeyer.
Así, 2.500 personas bailaron con la omnipresencia del balón del Mundial, Brazuca, que formó parte de hombreras, sombreros y el cuerpo central de la primera carroza.
"Suelta el grito de la garganta...olé; para adelante Brasil, con el balón en el pie, y la gente se agita, tocan las palmas al son de la 'batucada' (percusión) del león", cantaron los más fieles de la escuela desde el primer momento del desfile que, como todos, duró 65 minutos.
En un recorrido de 530 metros, la primera fila de la comparsa (uno de elementos que se evalúa por separado) surgió de un saque del guardameta bajo los tres palos: paraguas pintados de blanco y negro ocultaban al resto de la plantilla quienes, coreografiados, finalizaron la jugada -como no podría ser de otro modo- en gol.
Sin descanso ni respiro, los once jugadores maravillaron con filigranas propias de los futbolistas profesionales y tras los infinitos toques, volvieron a esconderse, esta vez bajo una bandera brasileña que convirtieron en una enorme falda para una de las dos mujeres del equipo.
Tras ellos, apareció "el orgullo de las escuelas", como muchos denominan a la bandera que identifica a cada comparsa. La de Leandro de Itaquera, de franjas rojas y blancas, iba en las manos de una espectacular bailarina vestida con un corpiño ceñido y un gran faldón con los colores patrios, el amarillo y el verde.
Y esperando a la zapatilla que golpea la bola que presidía la segunda carroza, aparecieron cientos de bailarines divididos en temática y colores pero de nuevo sin olvidarse de Brazuca.
El sambódromo de Anhembi con capacidad para unas 30.000 personas estuvo prácticamente lleno durante la primera noche de desfiles del Carnaval de Sao Paulo que durará, oficialmente, hasta el próximo martes, aunque la samba, las máscaras y los tambores, o al menos su recuerdo, no se irá tan fácilmente.
FuenteAbc
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