El pontífice subrayó en la audiencia general con los fieles que el ser humano “no vive sin centrarse en algo” y, por ello, el mundo ofrece lo que denominó “el supermercado de los ídolos”, que pueden ser objetos, imágenes, ideas o roles en la sociedad.
Un ídolo, explicó, “es una visión que tiende a convertirse en una obsesión” y puso de ejemplo la publicidad, que no muestra un objeto en sí, sino que lo presenta “como un medio para realizar y responder las necesidades existenciales” de las personas.
“Los ídolos exigen un culto, rituales y por ellos se postra y se sacrifica todo. En la antigüedad se ofrecían sacrificios humanos a los ídolos, pero también ahora: por la carrera se sacrifican hijos, descuidándoles o simplemente no creándoles”, lamentó el pontífice.
Denunció que también la fama o la belleza requieren “sacrificios humanos” y cuestionó las “horas delante del espejo” de las mujeres para maquillarse. “Esa también es una idolatría. No es malo maquillarse pero normal, no para convertirse en una diosa”, dijo.
Los ídolos modernos
El pontífice denunció otros ídolos modernos como la droga, por la que “muchos jóvenes arruinan su salud e incluso la vida”, subrayó.
O también los videntes y, en ese sentido, recordó una ocasión en la que cruzando un parque vio a unas 50 personas sentadas por parejas: “Era el tarot, iban a que les echaran las cartas y ver el futuro. Eso son idolatrías de nuestro mundo”, explicó.
“Los ídolos reclaman sangre. El dinero roba la vida y el placer y lleva a la soledad. Las estructuras económicas sacrifican vidas para usos mayores. Se vive en la hipocresía, haciendo y diciendo lo que el resto espera porque el Dios de la propia afirmación lo impone”, refirió.
El pontífice sostuvo que de este modo “se arruinan vidas, se destruyen familias y se abandonan a los jóvenes en manos de modelos destructivos, con tal de aumentar el beneficio”.
“Los ídolos esclavizan. Prometen felicidad pero no la dan. Y nos encontramos viviendo por tal cosa o tal visión, invadidos por un vórtice autodestructivo, a la espera de un resultado que no llegará nunca”, advirtió, para después recomendar rezar a Dios, “que enseña a vivir en la realidad de cada día”.
EFE
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